El maquinista del transiberiano
Al abrir los ojos me encontré en la calle Smârdan delante del café Market8, en el centro más bohemio de Bucarest. Pensé en entrar con la intención de sentarme un buen rato. Observar, leer si la calma me lo permitía y escribir alguna que otra cuartilla. Nada especial que antes no haya hecho.
Petru, el camarero que ya conocía mis gustos e intenciones, con un gesto del índice y el pulgar, me pregunto en silencio si quería un café corto. Asentí y busque una mesa desde donde aguzar los sentidos, no me fuera dificultoso.
.-Un café especial, caballero. Y una copita de tuica (1), que en la calle, el tiempo lo requiere.
.-Gracias amigo Petru. Usted lee la mente y eso es de agradecer.
.-Por cierto, ayer le hable de usted al Señor Razvan. Me comento que se pasaría mas tarde para hablar.
Le agradecí su gesto. Hacia días que quería localizarlo con tal de hablar con el. Me habían comentado que era el que mejor me podía informar, ya que a pesar de estar jubilado, vivía con pasión la que fuera su profesión por más de cuarenta años.
Llene la cucharilla de espuma de café y la probé. La calidad era excepcional. No necesitaba ponerle azúcar. Lo saboree tanto que no pude resistirme a una segunda taza.
Escribía y andaba con cien ojos. Palabras sobre el café, sobre los que entraban, los que salían. Los gestos, las miradas. La forma de las tazas, los vasos. Las botellas, algunas de colores, otras con el cuello largo como las altivas mujeres “Paduang”(2) de Tailandia. Mesas, sillas, lámparas… Todo un mundo.
Estaba absorto con mis pensamientos, cuando alguien me dijo…
.-Perdone, me ha dicho Petru que usted quería hablar conmigo?
.-Pues si. Tome asiento por favor.
Dejo en el respaldo de su silla, un viejo gabán de color
.-Quiere usted tomar alguna cosa?
.-Un café estará bien.
Petru, -que nos observaba- volvió con su gesto de café “ristretto”. (3). Le señale dos y los trajo al momento. Se había anticipado como siempre. En su bandeja, dos copas de “tuica” para acompañar la conversación.
Hablamos casi dos horas. De sus inicios en la compañía, su boda con Ruxandra, la única mujer de su vida, de sus dos hijos, -Doina y Bogdan ya universitarios. De su jubilación y de pequeñas anécdotas que surgían como sucede cuando uno escarba en su mente buscando detalles sin importancia.
.-Sabe… si volviera a nacer, no me importaría vivir otra vez cada día de mi vida. Incluida esta tarde tan agradable que he pasado con usted. Le apetece venir a comer a casa mañana. Está invitado.
Acepte su invitación, al tiempo que nos levantábamos. Anotó su dirección en el borde del cuaderno donde escribía. Nos dimos la mano, se puso el tabardo, la bufanda y caló su gorra.
Minutos después, me dirigí a la barra...
.-Cuanto es Petru?
Le mostré la dirección y me dijo…
.-Al final de la calle, giré a la derecha y verá una vieja locomotora de vapor en la entrada del jardín. Ahí vive Razvan. El último maquinista del transiberiano a vapor.
De golpe un fuerte chiflido parecido al silbato de un viejo tren, me hizo parpadear en repetidas ocasiones. El camarero, el café y el amplio espejo tras la barra, se rehundían en un ventanal donde lo que se veía, desaparecía hacia atrás. En un instante sin tiempo, todo se movía a mí alrededor. Pausadamente. No entendía nada.
Estaba recostado en la cama de mi camarote. Sin duda, me debía haber quedado dormido.
En esto, llamaron a la puerta. Abrí. Era el revisor. De rostro afable y enigmática sonrisa. Me recordaba que la cena se serviría en el vagón restaurante en treinta minutos. Lo observé fijamente. Pregunté por su nombre.
.-Razvan, señor. Para servirle.
Esa noche no cené y tampoco pude dormir.
(1)Tuica: Brandy elaborado a partir de un destilado de ciruelas. Licor típico de Rumania.
(2)Paduang: Las mujeres Paduang tienen el extraño record de poseer el cuello mas largo del mundo. A partir de los cinco años empiezan a usar unos collares de cobre. Cada año, van añadiéndose uno, hasta la pubertad. Cuando cumplen los dieciocho años suelen tener el cuello sobre los veinte centímetros de largo.
(3)Ristretto. Es una de las tres modalidades de preparación del café. Se debería de tomar sin azúcar. Los puristas suelen tomarlo así. Consiste en hacerlo muy corto de agua. Con la misma cantidad de café. Sirviéndose en una taza de porcelana ligeramente caliente. Ese detalle le da un aroma y un sabor insuperable.
Petru, el camarero que ya conocía mis gustos e intenciones, con un gesto del índice y el pulgar, me pregunto en silencio si quería un café corto. Asentí y busque una mesa desde donde aguzar los sentidos, no me fuera dificultoso.
.-Un café especial, caballero. Y una copita de tuica (1), que en la calle, el tiempo lo requiere.
.-Gracias amigo Petru. Usted lee la mente y eso es de agradecer.
.-Por cierto, ayer le hable de usted al Señor Razvan. Me comento que se pasaría mas tarde para hablar.
Le agradecí su gesto. Hacia días que quería localizarlo con tal de hablar con el. Me habían comentado que era el que mejor me podía informar, ya que a pesar de estar jubilado, vivía con pasión la que fuera su profesión por más de cuarenta años.
Llene la cucharilla de espuma de café y la probé. La calidad era excepcional. No necesitaba ponerle azúcar. Lo saboree tanto que no pude resistirme a una segunda taza.
Escribía y andaba con cien ojos. Palabras sobre el café, sobre los que entraban, los que salían. Los gestos, las miradas. La forma de las tazas, los vasos. Las botellas, algunas de colores, otras con el cuello largo como las altivas mujeres “Paduang”(2) de Tailandia. Mesas, sillas, lámparas… Todo un mundo.
Estaba absorto con mis pensamientos, cuando alguien me dijo…
.-Perdone, me ha dicho Petru que usted quería hablar conmigo?
.-Pues si. Tome asiento por favor.
Dejo en el respaldo de su silla, un viejo gabán de color
.-Quiere usted tomar alguna cosa?
.-Un café estará bien.
Petru, -que nos observaba- volvió con su gesto de café “ristretto”. (3). Le señale dos y los trajo al momento. Se había anticipado como siempre. En su bandeja, dos copas de “tuica” para acompañar la conversación.
Hablamos casi dos horas. De sus inicios en la compañía, su boda con Ruxandra, la única mujer de su vida, de sus dos hijos, -Doina y Bogdan ya universitarios. De su jubilación y de pequeñas anécdotas que surgían como sucede cuando uno escarba en su mente buscando detalles sin importancia.
.-Sabe… si volviera a nacer, no me importaría vivir otra vez cada día de mi vida. Incluida esta tarde tan agradable que he pasado con usted. Le apetece venir a comer a casa mañana. Está invitado.
Acepte su invitación, al tiempo que nos levantábamos. Anotó su dirección en el borde del cuaderno donde escribía. Nos dimos la mano, se puso el tabardo, la bufanda y caló su gorra.
Minutos después, me dirigí a la barra...
.-Cuanto es Petru?
Le mostré la dirección y me dijo…
.-Al final de la calle, giré a la derecha y verá una vieja locomotora de vapor en la entrada del jardín. Ahí vive Razvan. El último maquinista del transiberiano a vapor.
De golpe un fuerte chiflido parecido al silbato de un viejo tren, me hizo parpadear en repetidas ocasiones. El camarero, el café y el amplio espejo tras la barra, se rehundían en un ventanal donde lo que se veía, desaparecía hacia atrás. En un instante sin tiempo, todo se movía a mí alrededor. Pausadamente. No entendía nada.
Estaba recostado en la cama de mi camarote. Sin duda, me debía haber quedado dormido.
En esto, llamaron a la puerta. Abrí. Era el revisor. De rostro afable y enigmática sonrisa. Me recordaba que la cena se serviría en el vagón restaurante en treinta minutos. Lo observé fijamente. Pregunté por su nombre.
.-Razvan, señor. Para servirle.
Esa noche no cené y tampoco pude dormir.
(1)Tuica: Brandy elaborado a partir de un destilado de ciruelas. Licor típico de Rumania.
(2)Paduang: Las mujeres Paduang tienen el extraño record de poseer el cuello mas largo del mundo. A partir de los cinco años empiezan a usar unos collares de cobre. Cada año, van añadiéndose uno, hasta la pubertad. Cuando cumplen los dieciocho años suelen tener el cuello sobre los veinte centímetros de largo.
(3)Ristretto. Es una de las tres modalidades de preparación del café. Se debería de tomar sin azúcar. Los puristas suelen tomarlo así. Consiste en hacerlo muy corto de agua. Con la misma cantidad de café. Sirviéndose en una taza de porcelana ligeramente caliente. Ese detalle le da un aroma y un sabor insuperable.
"Haciendo amigos"
Copyright © By Jan Puerta 2008
Texto y fotografías con copyride del autor.
janpuerta@gmail.com
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