El hombre estaba frente a la gran cristalera de su despacho.
Como cada día sacó un café de la maquina. Revolvió el azúcar con los mismos movimientos rutinarios de quien repite la misma acción por quince años a la misma hora del día. Esperó en vano a que la simpática abuela apareciese a las once en punto, a regar sus cuatro plantas colocadas en la repisa de su ventana. Al ver que no acudía a su puntual cita diaria, se preocupó. Quizás en exceso, pero al fin y al cabo, preocupado. Lo comentó con sus compañeros de oficina sin dejar de fijar la vista a la ventana. Incluso llamó a su mujer para comentarle lo que sucedía.
Se decidió por abandonar la oficina. Cruzar rápidamente la calle y dirigirse hacia el portal donde creía que vivía la anciana abuela. Tuvo suerte de encontrar al cartero saliendo por el marco de la escalera. Este le confirmo que vivía en la tercera planta.
Subió las escaleras de dos en dos. Tenía buenas piernas de hacer footing cada mañana. Con el miedo y la angustia clavados en su cuerpo, llego frente a la puerta. Presionó el timbre pero no escuchó el ruido característico del ding dong ni el obsoleto ring. Así que sacó una moneda de su bolsillo e improvisó un reclamo sonoro al golpear con ella el pomo de la puerta. Nadie contestó. Repitió los mismos movimientos compulsivos pegando la oreja y solo escuchó un silencio sepulcral.
Abrió su celular marcando el número de emergencias…
.-Buenos días, quisiera comentar un tema que me tiene preocupado. Se trata de mi vecina. Tiene mas de ochenta años y…
.-No se preocupe. Le enviamos una dotación.
Mientras seguía insistiendo con mi improvisado timbre metálico, escuche acercarse las sirenas de los bomberos. En pocos minutos, su agudo sonido aparcó entre mi acristalada ventana y la suya. Los uniformes de trabajo brillaban bajo los efectos del sol. Los vecinos y transeuntes se preguntaban donde estaba el fuego. Nadie sabía lo que pasaba, excepto el y sus circunstancias. Sacaron las escaleras que siempre llegan al cielo. Incluso, subieron hasta el rellano armados con sus correspondientes hachas, al mas puro estilo aizcolari. Pero fue el mas joven el que se deslizó por el hueco interior hasta acceder a la ventana de su cocina. Estaba abierta y por ella entró en la casa.
Los siguientes tres minutos se le hicieron eternos. El corazón le palpitaba de tal forma que no sabia bien si estaba corriendo una media maratón o haciendo el amor en el rellano de un bloque con el aliciente de que en cualquier momento podría salir cualquier vecino y pillarlo in fraganti. Volvió a pegar la oreja y escucho unos murmullos. Maldita puerta blindada!
De pronto se abrió la puerta y apareció el joven héroe y la abuela en camisón de dormir. Resulto ser que el día anterior había ido con sus amigas de colegio a ver la actuación de Dyango. Llegó a las tantas a la casa y se había quedado dormida.
Después de tal ridículo, aprendió a no meterse nunca mas en donde no le llamaban. Solicitó permiso a su jefe para cambiar la mesa de posición. Hoy, trabaja de cara a la pared. Frente a un póster fotográfico que le encargó a un amigo fotógrafo…
.-Deberías de fotografiar a la abuela del tercero, a las once de la mañana cuando sale a regar sus plantas.
Desde ese día, nunca volvió a mirar por la ventana.
Me ha gustado mucho esta foto, esta historia...
ResponderEliminarconmovedora, sensible, dulce y tierna foto
Qué buenos tus blogs, Jan!
ResponderEliminarte importa que te enlace?
Gracias por tu visita y por tus palabras!
Espero verte seguido por mi página!
Yo, como te dije, te seguiré leyendo!
El blog de fotos es fantástico!
Un abrazo desde Madrid!
Estupenda imagen y estupendo blog. Gracias por el comentario, la verdad es que anima mucho los comentarios del autor de un blog así. Un saludo y espero seguir por aquí.
ResponderEliminarLa foto excelente el relato, se supera
ResponderEliminarBESINES
¿Será que nos habituamos demasiado a las cosas repetitivas..?
ResponderEliminarUna ventana abierta puede propocionarnos ciertas sorpresas!
Muy buen relato y fotografía, como siempre, Amigo Jan.
Una abraçada, Ilona
Me encanta esta entrada.
ResponderEliminarMuy buena!
¡Magnífica foto,, Jan!
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