A veces me quedo cerca de alguno de los pocos ascensores que quedan en Valparaíso y busco en la mirada de fascinación a personas que suben a ellos por primera vez. Esa luz especial que emiten sus ojos solo es comparable a la de un niño que vi hace muchos años cuando descubrió y sus pies fueron acariciados por una suave ola del mediterráneo en su primera visita a una playa.
Siendo fascinación cada vez que me subo a un viejo ascensor porteño…
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Es realmente impresionante como miramos a veces aquello que es bello solo por su sencillez.
ResponderEliminarUn buen b&n.
Un abrazo
Quien dice Mediterráneo, dice Cantábrico ( yo ... por proximidad ). Lo recuerdo perfectamente en la cara y expresión de mis pequeñas. Hay cosas que son enormes y siguen siendo enormes aunque a nosotros ya no nos lo parezca.
ResponderEliminarUn abrazo, Jan
Hola Jan y que no perdamos nunca esa sorpresa y fascinación por las pequeñas cosas.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola Jan:
ResponderEliminarA mi me me produce fascinación, no el ascensor, sino la grúa come-tierra que se ve a la izquierda al fondo... y eso desde la primera que vi a los tres años y aún recuerdo con tanta nitidez.
Me alegra, que mi relato abuelo, te haya recordado a tu padre, Jan.
Besos
Y tú nos fascinas a nosotros con "tus miradas"
ResponderEliminarabrazos :)
Muy cierto Jan no hay quienes no peguen sus narices a los vidrios de nuestros crujientes ascensores.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Ah, qué lindos esos ascensores! Y qué linda tu foto, con esa vista hacia el puerto. Un difícil contraste de luces.
ResponderEliminarUn saludo
una foto esplédida, jan. es fantástico ver las caras de asombro por fascinación...
ResponderEliminarun abrazo!