Siete peldaños Zen

Recordando al maestro Zen que todos tenemos dentro…

El siete me ha fascinado desde pequeño. Quizás por haber vivido muchas experiencias con siete años, con siete amigos, en el siete de mi calle o simplemente a las siete de cualquier tarde. Ha ejercido sobre mí una influencia manifiesta que por siempre estuvo ahí. Por eso cuando me encuentro frente a un evidente siete, mi vida convulsiona a una frenética arritmia cardiaca que me hace enfurecer ante mi propia imaginación, quien me obliga a expresar mi necesidad lapidaria de clamar ante el silencio que me rodea mis siete peldaños para la iluminación…

Peldaño primero: Dícese de aquel que sin titubear es capar de romper con lo establecido aun a costa de saberse perjudicado.

Peldaño segundo: Diríase de uno que sin saber muy bien de lo que habla, lo hace desde hace muchos años creando interés entre quienes lo escuchan.

Peldaño tercero: Dicen algunos que cuando se accede a él, ya sea de subida o de bajada, uno sabe que su propósito esta cercano a terminar, a veces para bien y otras para mal.

Peldaño cuarto: Dijo al referirse a sus discípulos que seguirlo no era la mejor opción posible para aplacar la inquietud de sus mentes, pero si querían hacerlo, debían hacerlo.

Peldaño quinto: Decía un viejo, alcohólico para más señas, que todo lo que siempre vio de color rosa, incluidos los elefantes, en realidad eran imágenes en blanco y negro.

Peldaño sexto: Dijeron unos que viajaron mucho, que el mundo no era plano, pero eso de ser redondo también lo ponían en duda por aquello de la cuadratura del círculo. A la pregunta de cómo creían que era, simplemente contestaron que seguían viajando.

Peldaño séptimo: Dirían en algún lugar del sureste oriental más místico, que no hay mejor lugar para ejercer la meditación propia, con el firme propósito de ser, por encima de todos.

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Pensamientos con imagen

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