Los semáforos suelen ser un aparador al aire libre, donde un acto tan singular como la espera, podemos transformarlo en un sinfín de sensaciones. Seamos cómplices de ellos.
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Efectivamente es un aparador impresionante, lugar donde se recobra el aliento durante la carrera y donde se espera la aparición de ese muñequito verde que da salida a una nueva carrera hasta el siguiente aparador.
ResponderEliminarYa ves. Yo siempre he creído que los semáforos en rojo, especialmente los que están acompañados de cámaras para pillar a los que se los saltan, eran zancadillas a nuestra libertad.
ResponderEliminarDespués de leer tu entrada, tendré que replantearme esos pensamientos...
Todo lo mejor para ti, Jan, en este bisiesto que empieza.
¡Lagarto, lagarto!
Un fuerte abrazo.
Gran entrada y suspicaz pensamiento.
ResponderEliminarTambién ciertos semáforos te enseñan el arte de la paciencia.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz 2012.
Casi nunca, por no decir nunca, me salto un semáforo cuando camino. Me parecen unos lugares estupendos para parar y tomar conciencia de lo que me rodea.
ResponderEliminarDe este modo me lleno de sensaciones y olvido todo lo que me estaba dando vueltas en la mente.
Los utilizo como limpiadores .
Un abrazo
Y con toda la razon...ese es un momento magico...ya que nos fijamos en los demas...observamos cosas que pasan desapercibido ante nuestra rutina,,,por lo tanto bien visto jan y acertada reflexion....saludos compañero.
ResponderEliminarHay que saber esperar.
ResponderEliminarUn abrazo,
Ce.
Cómplices de esperas e impaciencias. Optemos por la primera.
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