Domingo de resurreción

¿Qué nos lleva a morir tan lejos? ¿Qué nos sucede para morir? ¿Resucitar? ¿Qué buscamos con la vida eterna? ¿Qué somos sin la fe? ¿Qué significa esperanza? ¿Por qué? ¿Qué? 

Domingo de resurrección... 

Algunos días, las dudas elementales de existencia me asaltan. Pero ya no me hacen dudar. Ni tan solo me hacen ser más realista que soñador. Simplemente recito en voz alta mis creencias a modo de mantra tibetano y con ellas sigo adelante hacia un futuro incierto, negro y provocador. Nuestra existencia, siempre pende de un hilo. Frágil y perturbador por su malévola inconsistencia. Y nosotros, reyes de lo absurdo, nos paseamos de un lado a otro, sobre él. Inconscientes del abismo que separa nuestros pies de nuestra propia realidad. En el fondo somos unos juguetes instintivos de la nada más atroz. Algunos filósofos, se enfrentaron a su propia vida generando un ¿porque? a todo lo que les rodeaba. A veces, una respuesta es mucho más simple y concreta que difícilmente se acepta su propia solución. Quizás, que las cosas son como son, porque así son. ¿Simple? Tal vez, pero no por ello tiene que carecer de su propia verdad relativa. De pequeño, cuando las creencias son parte de nuestro entorno más familiar y aun no hemos empezado a dudar de nada, en varias ocasiones le había preguntado a un sacerdote amigo de mis Padres sobre una duda que tenía… ¿Si muero lejos de mis amigos del colegio, resucitaré donde morí o cerca de ellos? En esa época me preocupaba y mucho el perder a mis amigos.

 

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Relatos y fragmentos 

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