Los domingos por la mañana son días para cumplir ciertas tradiciones. Hace unos años, cuando Barcelona me quedaba relativamente cerca, el mercado de “Sant Antoni” era mi cita obligada dominical. Los viejos puestos de libros siempre han sido una necesidad imperiosa entre mis ganas de devorar letras y esa seducción que ejerce, el poder acariciar un libro descubriendo si existe atracción entre ambos. Después venia la parte real. El regatear un precio ajustado para que el sueño terminase por volverse realidad.
Años después, sigo buscando mis viejas tradiciones dominicales. Los marcos van cambiando según la distancia y el rincón donde me encuentro. Pero suelo encontrar viejos puestos de libros. Unos de esos rincones donde he perdido alguna mañana es la plaza O’Higgins de Valparaíso, donde tiene su espacio el mercado de Antigüedades cada domingo.
Los puestos son tan variados que van desde la modestia de un paño cualquiera en el suelo con las reliquias que uno tenía en casa, hasta verdaderos museos de la historia con algunos objetos cuyo valor histórico justica su desorbitado precio. En más de una ocasión he soñado despertar y encontrar entre mis manos un viejo manuscrito de valor incalculable. En otras, el hallazgo es un viejo oleo del cual se había perdido su pista y ahora se encontraba colgado en una de las paredes de mi casa.
Soñar es la antesala de la imaginación. Al menos eso defendía algún que otro filosofo.
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“Anécdotas”
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Uyyyy!!! Es que esa plaza es conocidisima por sus domingos de antigüedades. He estado ahí varias veces, y doy fe a lo que dices, parece ser un lugar muy modesto, pero tiene verdaderos tesoros, algunos muy bien conservados.
ResponderEliminarYa me dieron ganas de ir y dar una vuelta por el hermoso Valparaíso.
Un abrazo Jan,
Anouna
Hola Jan, en casi todas las ciudades hay un domingo por la mañana al que ir a buscar.
ResponderEliminarYo recuerdo de joven en Vitoria y Bilbao por la proximidad de estos lugares, donde siempre los domingos por la mañana era un auténtico expectáculo visitar los llamados rastros.
Un abrazo
el lio de Abi
Hola Juanleyendo tu hermoso post recuerdo tambien mis Domingos por la mañana visita obligada al mercat de s. Antonio en Barcelona...mi imaginación volaba descubriendo maravillas y objetos que me subyugaban...me pasaba toda la mañana embebida ...magia y descubriendo la isla (casi)del tesoro...gracias por despertar esta etapa que tantó me alimentó.
ResponderEliminarFotografia en blanco y negro magnifica.
Un abrazo y sigue deleitando.
BON DIA JAN:
ResponderEliminarAquests records teus, m´hen portat de meus.
Quan algún diumenge al matí de la má del meu pare anaven al Mercat dels llibres de San Antoni.
De vegades ell comprava de rovellats. Pero fixat encare tenían págines enganxades que tenía que separar amb un obrecartas, o sigui que tenían aspecta de vells pero ningú els havia estrenat.
M´encanta el teu blog.
Una abraçada desde Valencia, Montserrat
Estos mercadillos que hay en rodas las ciudades y muchos pueblos, tienen un encanto especial, incluso algo de misticismo.
ResponderEliminarEl puestecito que nos muestras es verdaderamente ecléctico, pero me temo que la fotografía del fondo va a tener mala salida por ser algo tan personal.
Un encanto de entrada y fotografía, Jan.
Un abrazo.
Yo también disfruto visitando estos mercadillos. Y, en efecto, a veces, aunque raramente, uno puede sorprenderse de lo que se puede encontrar en ellos.
ResponderEliminarUn saludo Jan.
ahhhhh, esto no se hace hombre! enseñarnos los tesoros y no poder disfrutar de ese mercadillo en persona, además veo una camarilla de fotos en el puesto, ahhhhhhh, jajaja
ResponderEliminarun abrazo
Es atrapante curiosear en esos sitios, y hacerlo tu rutina dominguera es una buena manera de agregarle "alas" a tus días.
ResponderEliminar"Soñar es la antesala de la imaginación"...me quedo meditando en eso...
abrazos!
En estos mercados no sólo llama la atención lo que hay, sino cómo se ordena en cada puesto.
ResponderEliminarPreciosa foto.
ResponderEliminarLos mercados son aun vestigios de entender la vida de otra manera y no de esa forma consumista monotemática.
Los libreros de abarrote suelen tener cosas buenísimas, el caso es que uno sabe que son buenas porque las ha leido y por eso no las compra...Lo interesante sería poder descifrar la calidad de otros libros que permanecen igcógnitos entre la ruma
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