Tríptico cotidiano en Quillota

Hace unos días me dejaron un juguete para probar. Un viejo objetivo Nikon, de 28 mm, 2.8, de la serie AF. Así que lo coloqué en mi caja de emociones digitales y salí contento como un niño con zapatos nuevos a la calle, lugar en el cual suelo sentarme como pez en el agua.

Encontré un casa de esas, que su simple observación te llena la cabeza de ideas. Decidí esperar a ver que sucedía y en poco más de cuarenta minutos realicé tres fotografías que os presento a manera de tríptico junto con algunos de los pensamientos que anoté en mi libreta de notas dispersas.

1. Se acerca un señor por mi izquierda. Lo miro de reojo mientras sigo centrando el enfoque manual. Sus pasos son decididos, rápidos y firmes. Me recuerda a un militar desfilando. Lo veo entrar en mi encuadre, y casi se me escapa por la derecha. Afortunadamente, creo que acabo de capturarlo.

2. Observo la fachada y esta me seduce. Su ventana, su puerta. Esos dos escalones que han dejado de ser imprescindibles pasando a ser un mero decorado de una obra de teatro donde los actores parece ser, ya no creen en la continuad de la propia obra y deciden buscar nuevos horizontes fuera de esas cuatro paredes, que albergaron tanta vida no hace mucho. Nadie abre ya la puerta. Tampoco la ventana. Solo anida la soledad y la ausencia permanente de los recuerdos.

3. Se acerca una bicicleta. Un hombre de edad avanzada pero imprecisa para quien lo observa, pedalea tan lentamente que mantener el equilibrio parece un acto circense. Lo observo con calma y lo fotografío sin que mi presencia lo incomode. Tengo la sensación que ni siquiera me ha visto a pesar de mi camiseta que por el color azul, destaca sobremanera rodeado de tanto gris.

Cierro la libreta, dejo de escribir. Me alejo sin mirar atrás.

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“Anécdotas”

Copyright © By Jan Puerta 2010

Texto y fotografías con copyride del autor