Atardecer rasena

Cuando tengo claro que quiero publicar una fotografía, me enfrento al momento crucial de tener que ponerle un titulo a la misma. A veces, el acierto el total. Pero en otras ocasiones, la escena esconde muchas dificultades y la relación entre el titulo y lo pensado en ese momento es puramente circunstancial u anecdótica. La imagen de hoy es un claro ejemplo de ello… Me encontraba caminando de regreso a casa, después de haber realizado alguna fotografía con el atardecer como protagonista. Caminaba de espaldas como los cangrejos observando como la penumbra iba ganándole terreno a la luz. Entonces, sin saber muy bien porque, recordé el último viaje que realice a la Toscana en el 2002. Los recuerdos afloraban y me hacían divagar entre lo vivido entonces y lo pensado en ese instante. Era una sucesión de ideas adornadas por la luz que decaía.

Sin venir a cuento, recordé una conversación con un personaje que regentaba un pequeño café en Siena. Gracias a él, descubrí a modo de pequeñas catas, el Chianti. Un gran vino de la Toscana, el cual encuentro a faltar en esta tierra de buenos vinos que es Chile. Mis pensamientos me llevaron a una vieja mesa de mármol, un café “ristretto” sobre la misma y una conversación sobre los etruscos. Recuerdo que alguien decía… ¿etruscos? No. rasenas, si. Y es que así se llamaba a sí mismo el pueblo etrusco. 

Mientras recordaba esa conversación perdida en el limbo de los recuerdos que casi nunca florecen, pensé en titular esta imagen en primera instancia como amanecer etrusco, pero para ser justo con la historia escrita por ellos mismos, la titulé… “amanecer rasena”. 

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Anécdotas 

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