Secuencia imposible

A los ojos de los más curiosos, a veces camino sin mucho sentido por las calles. Pienso en que alguien puede observar mi comportamiento y trato de hacerme lo más invisible que puedo. Pero ir armado con una “réflex”, aunque lleves una óptica fija terminas por ser el blanco de las miradas que te ven en algunas ocasiones como el de la tele o como un enemigo que va a fotografiar aquello que no debe. Malas experiencias que uno ya ha tenido.

Añoro mi vieja cámara telemétrica. Con ella siempre pasaba desapercibido y siempre me permitía fotografiar aquello que mi mirada captaba o intuía con anterioridad. Pero los años, no perdonan y un buen día, decidió acogerse a una jubilación anticipada dejándome con la miel en los labios y los recuerdos por deseo.

Más tarde, una compacta digital fue fiel compañera y complemento de las réflex en mis andanzas callejeras. Pero la calle, es exigente y dura. Así que después de una tarde fría, invernal y con temperaturas demasiado bajas, comenzó a fallar hasta el momento actual que las fotografías que materializa son puros cuadros abstractos por tener alguna parte del sensor dañada. Su reparación, según el servicio técnico de Nikon Chile costaría por encima de un modelo actual nuevo. Mala suerte.

Intentaré vender alguna que otra fotografía, ahorraré lo que pueda e intentaré hacerme con alguna cámara más pequeña para seguir intentando captar lo esencial de la calle sin que mi presencia cause ni sorpresa, ni temor, ni malestar.

La imagen de hoy es de un rincón porteño que se me antoja como un espacio ideal, donde más de una imagen caerá cada vez que me encuentre cerca del mismo. 

En mi diccionario particular, una imagen así es una secuencia imposible. 

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Anécdotas 

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