La vida…
Un suceso que nos hace protagonista de nuestra propia existencia. Ésta es efímera si la comparamos con la naturaleza, pero como todo, el fin de la misma es el olvido.
Como sabéis los que me conocéis, tengo otro blog dedicado a los cementerios. Desde hoy, lo actualizaré a diario. Igual que éste.
Hasta la fecha llevo visitados mas de mil cementerios y la cifra sigue aumentando. En ocasiones me han preguntado que razón me motiva a seguir visitándolos y fotografiándolos. No busco ninguna respuesta al destino, ni siquiera me planteo el típico, por que? ni para que vivimos? No me interesan estos conceptos.
Me atraen de ellos, el olvido. Los pequeños detalles y los colores que me recuerdan a un otoño eterno. La quietud y el silencio que en muchos de ellos se respira. La tranquilidad con la que se acoge a los nuevos inquilinos y ese sentimiento tan especial que se respira en sus rincones… la melancolía.
No me gustan los grandes cementerios, pero también los visito. En el último de los grandes, pude acceder al registro censal del mismo. Mas de un millón ochocientas mil personas enterradas en sus casi doscientos años de existencia esperan en calma el destino que sus religiones les habían asignado.
Yo, sigo viviendo, caminando sin destino fijo y sigo andando hasta que un día la maquinaria se detenga y termine formando parte de alguna imagen de otro fotógrafo que como yo busque rincones de calma.
Un suceso que nos hace protagonista de nuestra propia existencia. Ésta es efímera si la comparamos con la naturaleza, pero como todo, el fin de la misma es el olvido.
Como sabéis los que me conocéis, tengo otro blog dedicado a los cementerios. Desde hoy, lo actualizaré a diario. Igual que éste.
Hasta la fecha llevo visitados mas de mil cementerios y la cifra sigue aumentando. En ocasiones me han preguntado que razón me motiva a seguir visitándolos y fotografiándolos. No busco ninguna respuesta al destino, ni siquiera me planteo el típico, por que? ni para que vivimos? No me interesan estos conceptos.
Me atraen de ellos, el olvido. Los pequeños detalles y los colores que me recuerdan a un otoño eterno. La quietud y el silencio que en muchos de ellos se respira. La tranquilidad con la que se acoge a los nuevos inquilinos y ese sentimiento tan especial que se respira en sus rincones… la melancolía.
No me gustan los grandes cementerios, pero también los visito. En el último de los grandes, pude acceder al registro censal del mismo. Mas de un millón ochocientas mil personas enterradas en sus casi doscientos años de existencia esperan en calma el destino que sus religiones les habían asignado.
Yo, sigo viviendo, caminando sin destino fijo y sigo andando hasta que un día la maquinaria se detenga y termine formando parte de alguna imagen de otro fotógrafo que como yo busque rincones de calma.
Especiales
“Cementerios”
Obra perteneciente al blog:
El rincón de la calma
Copyright © By Jan Puerta 2008
Texto y fotografías con copyride del autor.
janpuerta@gmail.com
Mi gusto por los cementerios y fotografiarlos, que me parece te comenté en el rincón de la calma, esta asociado a que núnca tuve miedo de ellos, y siempre percibí su paz. También el ver como los vivos se arrodillan, rezando, o llorando, o visitando estos lugares...dejando sus recuerdos, su necesidad de consuelo... y sus peculiaridades humanas, tan puestas de manifiesto ante la muerte...y las imágenes, y las cruces,todos los símbolos usados para expresar sentimientos...lo siento pero me gusta tanto que ya me extendí mucho...Saludos.
ResponderEliminarEs curioso: el ser humano es antinatural por naturaleza. Es el único "bicho" del planeta que tiene hospitales, y el único que tiene cementerios.
ResponderEliminarCualquier otro ser vivo, al morir, se reintegra de nuevo al sistema, ecológicamente. Sus restos son digeridos, transformados, asimilados. Nosotros preferimos quedar enterrados en una caja bajo tierra o amontonados en lujosos "vertederos" ex-profeso. Yo simpatizo más con la incineración, así mis cenizas pueden ir a la tierra con una misión mucho más noble que la de la orina que todos los días envío al mar.
Pero esto es sólo la opinión de un tío bastante raro, claro. Saludos, Jan y perdona la parrafada.
me encanta visitar cementerios
ResponderEliminarsobretodo esos antiguos:-)
muakismuakis
son un excelente espacio para leer
Sabes??? tengo mucho miedo a la muerte.. :(
ResponderEliminarPero los cementerios me gustan. Seré rarita? Besos.
¿qué buscamos al entrar en un cementerio? Tal vez, salir indemnes, cosa por lo demás imposible. Se parecen tanto a nosotros...A veces cuesta ver algo más que fechas y nombres. Pero más vale así.
ResponderEliminarSupongo que algún día esas fotos y sitios de entierro pasarán a ser sólo historia.., hasta que desaparezcan para siempre..., cuando entendamos que formanos parte de la inteligencia colectiva y el cuerpo sólo es una vestidura.
ResponderEliminarLa muerte sólo acontece con el olvido.
Un abrazo
Hola Jan!
ResponderEliminarHe visto esta foto en tu otro blog y me ha gustado. Como tú, amo visitar los cementerios, pero no los grandes que derrochan opulencia para mostrar a los demás (a los vivos, por supuesto) aunque con el tiempo todos se olvidan y ves como las suntuosas bóvedas quedan también en el olvido.
Además de la idea (o motivo) me gusta el encuadre y el color de la imagen.
Una foto para que pensemos.
Un abrazo
Que sencilled, muestra tu foto.
ResponderEliminarYo tengo un amigo que fotografía los cementeriosd, hablandolo me dijo que hablan mucho de la historia de los lugares, ahora yo también los visito, sobretodo si es fuera de mi entorno..