“Los desaguaderos de la duquesa”
Si no quieres quedar atrapado por Don Quijote no hagas clic en este enlace:
Los jueves leemos el Quijote con Pedro Ojeda
Cap. 2.48
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Cap. 2.48
Iniciamos el capitulo con el malferido Don Quijote a oscuras en su lecho y termina de igual forma, con la particularidad que entre el principio y el final somos espectadores por un lado de las confesiones de la Doña Rodríguez, quien pide ayuda al caballero que es Don Quijote, apelando a sus obras precedentes para que interfiera ante el duque. Según le cuenta la Doña, su hija quien ahora tiene algo más de dieciséis años, tuvo un desliz con el hijo de un labrador quien es buen amigo del duque y por recibir este dinero del acaudalado agricultor no le hace ningún caso a ella y sus ruegos.
Lo que podría ser una petición normal de ayuda, se transforma en un misterio por lo que acontece en la estancia. Por un lado aparecen dos personajes quienes se aprovechan de la oscuridad para propinar un severo castigo a la cual es sometida la Doña, mientras Don Quijote se hace el muerto. Pero poco dura su cobardía y debe de enfrentarse con los atacantes, defendiéndose a puñetes, mientras recibe infinidad de pellizcos. Una extraña batalla que dura unos treinta minutos hasta que ellos, deciden desaparecer.
Más allá del principio y del final del capítulo, la aparición de la Doña provocó en Don Quijote todo tipo de dudas. A pesar de lo poco agraciada que eran las doñas en líneas generales, salvo rara excepción según el mismo cuenta, la posibilidad que el diablo se escondiera bajo el rostro amable y afable de la Dueña le hacen pensar en la más prudente retirada. Justificada en estos casos. Don Quijote teme que su abstinencia prolongada por ser él, de la simpar Dulcinea, puedan despertar esos deseos que duermen. Cervantes nos vuelve a recordar la religiosidad del caballero, su juramento y deber en boca del propio Don Quijote.
Antes de emprender la huida, por lo que pudiera pasar, aparece de nuevo la Doña, quien después de un intercambio de lógicas por ambas partes, entran en la habitación. Sucediendo parte del misterio que envuelve este capítulo.
Dentro de las confesiones de la Doña, no hay que dejar pasar por alto la alusión que hace de la condesa. Sorprendido queda Don Quijote al saber y creer en los desaguaderos de la duquesa.
Cervantes nos hace ir de nuevo a ver lo que sucede con Sancho. Pero esto, lo veremos en el próximo capítulo, que ya será el 49.
Lo que podría ser una petición normal de ayuda, se transforma en un misterio por lo que acontece en la estancia. Por un lado aparecen dos personajes quienes se aprovechan de la oscuridad para propinar un severo castigo a la cual es sometida la Doña, mientras Don Quijote se hace el muerto. Pero poco dura su cobardía y debe de enfrentarse con los atacantes, defendiéndose a puñetes, mientras recibe infinidad de pellizcos. Una extraña batalla que dura unos treinta minutos hasta que ellos, deciden desaparecer.
Más allá del principio y del final del capítulo, la aparición de la Doña provocó en Don Quijote todo tipo de dudas. A pesar de lo poco agraciada que eran las doñas en líneas generales, salvo rara excepción según el mismo cuenta, la posibilidad que el diablo se escondiera bajo el rostro amable y afable de la Dueña le hacen pensar en la más prudente retirada. Justificada en estos casos. Don Quijote teme que su abstinencia prolongada por ser él, de la simpar Dulcinea, puedan despertar esos deseos que duermen. Cervantes nos vuelve a recordar la religiosidad del caballero, su juramento y deber en boca del propio Don Quijote.
Antes de emprender la huida, por lo que pudiera pasar, aparece de nuevo la Doña, quien después de un intercambio de lógicas por ambas partes, entran en la habitación. Sucediendo parte del misterio que envuelve este capítulo.
Dentro de las confesiones de la Doña, no hay que dejar pasar por alto la alusión que hace de la condesa. Sorprendido queda Don Quijote al saber y creer en los desaguaderos de la duquesa.
Cervantes nos hace ir de nuevo a ver lo que sucede con Sancho. Pero esto, lo veremos en el próximo capítulo, que ya será el 49.
La foto quijotesca me lleva a suspirar por mi Dulcinea, a quien nunca conocí, pero si retraté. Aunque de eso hace muchos años…
Grabados quijotescos…
Regresamos a la revista Le Rire, editada en 1939 de la cual hablamos en la entrada anterior del Quijote. En esta ocasión la contraportada de la revista y una segunda imagen, alusiva a lo que podríamos llamar picaresca vodevilesca.
Regresamos a la revista Le Rire, editada en 1939 de la cual hablamos en la entrada anterior del Quijote. En esta ocasión la contraportada de la revista y una segunda imagen, alusiva a lo que podríamos llamar picaresca vodevilesca.
Clic en las imágenes para verlas mejor
“Quijote”
Copyright© By Jan Puerta 2009
Texto y fotografías con copyright del autor
janpuerta@gmail.com
“Quijote”
Copyright© By Jan Puerta 2009
Texto y fotografías con copyright del autor
janpuerta@gmail.com
Este capítulo es muy cómico, especialmente cuando Quijo cree que la dueña le puede "forzar"... Muy buena la foto de la joven con el cartel del Quijote detrás y los grabados de "Le Rire"--muy picarescos. Besotes querido Jan, M.
ResponderEliminarHola Jan. Ya le dije en una ocasión a Pedro que el Quijote ha sido uno de los libros más divertidos que yo he leído.
ResponderEliminarApenas puedo seguir vuestras lecturas porque mi tiempo para el ordenador, cada vez es más escaso
Un abrazo.
Ay!!! esas Dulcinéas que siempre están en nuestra mente. Creo que todos tenemos algo de Don Quijote y que siempre terminamos volviendo a la realidad.
ResponderEliminarSigo disfrutando y descubriendo pasajes ya olvidados.
Un abrazo amigo Jan
Original y buen post, amigo. Estupendo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Excelente forma de mostrar lo circular del capítulo.
ResponderEliminarAy, cuántas Dulcineas, querido Jan.
Buenos días, Jan Puerta:
ResponderEliminarMe recuerdo comentando entre risas este capítulo tan divertidísimo, e imaginando a Don Quijote a solas con la Doña Rodríguez.
Casi tan gracioso como imaginarlo con una cámara fotográfica captando imágenes de su Dulcinea.
Porque mérito tuvo. Y sigue. Fíjate del otro día a hoy se ha movido de la vitrina de la Estampería y avanzado hasta la esquina con Sancho y ¡ha convencido hasta al sol!. ¿Dónde no será capaz de llegar?.
Para que veas todas las ventajas con las que cuentas, para llegar a tu Dulcinea, en estos tiempos modernos.
Saludos. Gelu
Poderoso caballero es don dinero, lo mismo cierra la puerta a la justicia,que propina castigo a quien se mueva en la foto.
ResponderEliminarDespués de unos días de encierro, con los arañazos medio curados, ya tiene ganas DQ de pegar la hebra con alguien, por eso no se atranca por dentro. También es verdad que esperaba otro tipo de visita en forma de alta doncella Isidora.
ResponderEliminarDulcinea gira el rostro para ofrecer su mejor perfil al fotógrafo y a nosotros que lo miramos.
Estos franceses ven raras las cosas de los paisanos del sur.
Un abrazo.
Curioso y bonito reportaje, amigo. Saludos
ResponderEliminarSi no le pilla a uno la lectura de este capítulo con dolor de muelas ni alguna otra dolencia, lo normal es que nos riamos de lo lindo.
ResponderEliminarSeguro que a Cervantes, el día que lo escribió, no le dolía nada: pues la comicidad y las ganas de cachondeo son impresionantes.
A pesar de las bromas, no pasa por alto la crítica social; tanto por la confabulación del rico labrador desprecia-quinceñas con el noble (la pela es la pela), como por el cotilleo de la dueña sobre su señora, quién tiene fístulas con mal cariz en las piernas.
Encomiable tu trabajo de documentación en hemeroteca y demás. Enhorabuena.
Recibe un fuerte abrazo
No se cómo me había perdido de ver esta ntrada. Gracias por enlazarla hoy. ¡Qué estupendas las ilustraciones!.
ResponderEliminarBesos
y, obvio, ¡TU Dulcinea!
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