Grises después de un voraz incendio

Como surge una duda y el mejor antídoto hacia ella…

Extracto de una conversación con un filósofo al cual encontré sentado junto a un tronco calcinado por un rayo, en un camino poco transitado en el cual andaba yo, sin saber muy bien, hacia donde me dirigía. O sea, perdido...

Amigo, ¿sabe usted donde hay una fuente?
¿De agua o sabiduría?
Me senté y dejé que el silencio terminara por completar la frase. Entonces fue cuando vi el tronco calcinado a su lado y le dije…
Que nos convertiremos en polvo, no hay duda. En el cómo, por ser más circunstancial, apenas importa. Al final, el viento esparcirá nuestros restos algún día. Entonces ¿qué más da, de que sea la fuente?
Se levantó y se fue algo contrariado campo a través, mientras musitaba…
.- Otro filósofo, no, no… Jamás de los jamases.
No entendí nada y además tenía sed. Yo también seguí caminando.

Nota a pie de página.
La conversación es producto de mi enferma imaginación. El filósofo… también. A pesar de ello, la fotografía del tronco me hace dudar.

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“Anécdotas”
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