Paraguas y Lana

Miro el calendario y me sorprende ver marcado en un círculo rojo el día de hoy. No recuerdo el porqué lo resalté en su momento. Miro a mi alrededor y todo me indica que hace frio. Mucho frio. El otoño austral, juega con el beneplácito del crudo invierno que está por llegar. Los viejos dicen que este año será muy frio. Ellos, tienen la experiencia y la sabiduría que se atesora con los años. Yo presto atención y sigo sus consejos.
.- Mañana encenderás la salamandra…
Me dijo un viejo ex pescador. Por precaución, corté un poco de leña. Hoy, encendí la estufa. El acertó en su pronóstico. Yo, atiné en seguir su consejo.
El día, amanece plomizo. Gris y nublado. Con ganas de llover pero vencido finalmente por el frio aire, que viene de la cordillera. La estufa de leña se ha vuelto un aliado indispensable para que estos dedos no paren de escribir. Un socio para este cuerpo, gobernado por una mente que sigue queriendo pensar.

Miro al jardín y veo la leña apilada formando un inimaginable oleo de Pollok. El hacha, partió en cuatro trozos los viejos y secos troncos de eucalipto. Cuatro partes astillosas para que ardan con facilidad. Después, un tronco de un viejo palto se consumirá lentamente durante las próximas tres o cuatro horas.

Los paltos, cuando son cortados, se vuelven preciados para alimentar las viejas estufas de leña. Una masa viscosa entre su corteza y y el tronco, hace que su combustión sea más lenta de lo que tardaría otro tipo de madera. Además de desprender una buena carga calórica alrededor de donde esta prendida la estufa. Creo que hay leña suficiente para pasar un cálido invierno.
A última hora, salgo a dar un paseo. El sol se pone rápido en esta época. Camino por la alameda y me fijo en los puestos callejeros. Encienden las luces.
Lo que hasta hace poco, eran enseres veraniegos de todo tipo colgador en el contorno del chiringuito, hoy han sido sustituidos por paraguas. También destacan las lanas de múltiples colores convertidas en bufandas, gorros y gruesos calcetines. Todo parece urdido por la abuela de turno, pero China queda demasiado cerca, sobre todo para los que no somos incrédulos. Hago la fotografía y regreso acelerando el paso, al tiempo que una leve llovizna me hace desear llegar a casa y tomar una taza de té caliente.

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“Anécdotas”
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