En Golfito, una pequeña población costarricense bañada por el pacifico, podemos encontrar cada mañana a un personaje singular de esos que saben mas por viejos que por sabios.
Puntual como lo es un hombre de palabra, abre su pequeño negocio delante de la parada de autobuses. Justo delante del embarcadero donde salen los botes que pueden llevarte a Puerto Jiménez…
Me habla de sus cosas y lo dejo hablar. Me escucha cuando hablo. Me deja hablar…
El Sr. Roberto es un hombre tranquilo. La calma y la filosofía de aquel que sabe más por viejo que por sabio, asoma cada vez que pronuncia unas palabras. Durante su turno de mas de siete horas siempre tiene personas sentadas a su alrededor. Casi todos, consumen alguno de sus preparados. Y el, cada vez que ve a alguien que se acerca a buen paso, interrumpe su conversación y recita su menú…
Hay café, pipa, caña y mixto, naranja, empanadas de carne y queso, ceviches, tortitas de frijoles, papas queso y huevo…
Siempre consigue detener la prisa de más de uno. Sonríe mientras le sirve y guarda los doscientos colones que cobra por cada consumición en su rinconera de camuflaje. Según dice para despistar a mas de un caco. Aunque nunca le han intentado robar. Pero si, más de uno ha ido de listo, consumiendo sin tener dinero para pagarle. Gajes del oficio.
Cada mañana me acerco a buscar mi vaso de zumo de naranja. El sr. Roberto las exprime antes de que salga el sol. Mantiene las naranjas en fresco para poder servir el zumo a una temperatura que sirva para combatir el calor de la época seca en la costa de pacífico.
Cuando termino con mi vaso, me lo coge y me dice…
.-Un poco de feria?
No lo entiendo y mi cara de sorpresa delata mi ignorancia ante sus palabras.
.-Feria?
Le pregunto incrédulo.
Si, la feria, la ñapa, el ipágue!
Sr. Roberto… me rindo. No se a que se refiere.
Coge mi vaso, lo llena hasta la mitad y me dice…
.-Aquí en Costa Rica, la feria es servir un poco mas por cortesía de casa de aquello que uno consume. En Panamá, se le llama Ñapa y en Nicaragua el Ipágue.
Me tomo mi feria del primer vaso, y le explico que en España, esta tradición, la conocía en Cataluña con los panaderos quienes hace años, cuando el pan era pan y un kilo mil gramos, nos obsequiaban con un trozo de barra de pan, cuando comprábamos una hogaza del mismo. Y eso se llamaba la torna.
Sonríe por lo aprendido. Su siguiente cliente recibe “la torna” y el, con la calma que dan los años, le explica la historia de las panaderías catalanas de hace unos años.
.-En Catalunya hace unos años, las panaderías…
El cliente escucha con atención al tiempo que llega un buen amigo de Roberto quien le pide un poco de “ñurgo”. Observo que le sirve un mixto de piña y zumo de naranja…
.-También se le llama así al mixto?
Los dos sonríen abiertamente. No entiendo lo que pasa y mi cara vuelve a mostrar la incredulidad.
.-Es una palabra que se invento aquí el amigo.
Me dice el Sr. Roberto ante la sonrisa de quien ya bebía el “ñurgo”.
Así que usted es un inventor de palabras!
Sonríe, bebe otro sorbo y me comenta…
.-Es una forma de no caer en la monotonía de las cosas.
Se toma la “torna” de “ñurgo” y se aleja con paso firme mientras sigo observando todo lo que pasa alrededor. Siempre se aprende algo nuevo en esta vida.
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