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domingo, 3 de enero de 2010

La trompeta de mi niñez

Fragmento de un capitulo de “Recordando la niñez que nunca perdí” (En preparación)

Mi Madre, acudió a casa de Doña Paquita, que según me constaba, entendía mucho de algunas cosas y casi nada de otras. Prueba de ello es el vaticinio que realizó sobre mí, esa misma tarde.
Según le indicó a mi Madre, yo apuntaba maneras y tenía mucha predisposición por la música. Así que yo, sería un gran músico.
De ese día tengo muchos recuerdos presentes. Allí descubrí un hilito de humo blanco muy aromático que desprendía una cafetera. Pero ese aroma, no tenía nada que ver con los cafés que se consumían en casa. La achicoria y la malta, no tenían fragancia. Eran poseedoras de una áspera presencia. Junto al café, un pequeño recipiente estaba lleno de leche. Otro tenía nata montada. Dos grandes platos, llenos de diferentes tipos de galletas que según se jactaba, eran de una receta de su abuela. No recordaba haber visto tantas galletas juntas y mucho menos haberlas probado.
Doña Paquita, era una tía lejana que buscaba a una mujer para hacer ciertas labores en su casa. Mi Madre se fue a ofrecer para ocupar el puesto y ella, que no sabía muy bien el motivo de la visita, nos obsequio con esa merienda. Para que no me aburriese, me dejó una trompeta de plástico de color verde. Con ella toqué varias canciones que con el tiempo descubrí que eran improvisaciones. Algo que hoy en día se valora mucho y algunos llaman “Jam Sesión”.
Mientras la señora Paquita le enseñaba a mi Madre, las dependencias de la casa y los detalles del trabajo que había que realizar, dejé de tocar la trompeta y me senté en un sofá que me venía muy grande. Recordé una frase de mi Padre que decía que en la mesa, uno nunca debe de dejar la comida. Que en la guerra se había pasado mucha hambre y la comida no se podía desperdiciar. Claro que el caso no era el mismo. Mi Padre, formulaba la arenga delante de una mesa donde un plato de lentejas era el eje central de mi sufrimiento. No obstante, al recordar esa frase y viendo que la mesita se encontraban los dos platos de dulces, empecé a comer con el firme propósito de dejar los platos limpios. A pesar de haberme servido dos tazas de ese brebaje amargo pero delicioso a la vez, en poco más de diez minutos, me quedé dormido en el sillón.



Al regresar mi Madre y la tía Paquita, el panorama debía de ser un tanto difícil de explicar por una e incomprensible para la otra. Años después, mi Madre me recordaba aquel episodio como el día en que más vergüenza había pasado. Yo siempre defendí la teoría de mi Padre. En eso, fui un buen hijo.
.- Déjelo. No se preocupe. Si tenía hambre, el pobre.
.- Pero si acababa de merendar en casa.
Repetía mi Madre, mientras a mi me empezaba a doler de mala manera mi estomago, no acostumbrado a tales excesos. A esto se sumó un hinchazón en la oreja derecha bajo la influencia de los dedos índice y pulgar, maternos. Mi tía, para quitarle importancia a lo sucedido, dijo…
.- El niño tiene dotes. Debería de ir a clases de piano.
Alargué la mano como pude y empecé con mi segunda “Jam Sesión” de la jornada a pesar de ciertos sonidos estomacales que no anunciaban precisamente un buen acompañamiento musical.
En esa época, en casa, las cosas estaban como en la mayoría del país… patas arriba. Con el recuerdo de una guerra civil que a pesar de haber finalizado hacia más de veinte años, su presencia cotidiana era tan fuerte, que la mayoría de las flores de ambos bandos, aun desprendían odio.
Nunca pude ir a tomar clases de piano. La trompeta termino siendo un recuerdo de mi infancia. Mi tía me la regaló, a pesar de la maldad manifiesta de haberme zampado las galletas, la nata y el café.
Durante años, estuvo presente su presencia. Una autentica trompeta de color verde alucinógeno, fabricada en Ibi, Alicante. Antes que la industria juguetera, sucumbiera al poder asiático de los hijos del dragón milenario, los cuales, con los ojos rasgados y una sonrisa que aun es eterna, se los conoce por chinos, en honor a su país. La China.
Hoy, casi cuarenta años después de tanta candidez e indómita inocencia, mi pie izquierdo, aquel con el cual nunca me levanto y mucho menos me ato la zapatilla, es un autentico virtuoso del ritmo. Capaz de puntear un uno, uno, dos sin cansarse en la barra de cualquier bar. Las caderas, ya solo acompañan algún que otro quiebro que debo de darle a la vida mientras el músico que todos llevamos dentro languidece entre notas que dispersaron mi armonía.

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Copyright © By Jan Puerta 2008
Texto y fotografías con copyride del autor.

20 comentarios:

  1. No hay que darle muchas vueltas a lo que pudo ser y no fue... De cualquier manera, no dejes de marcar el ritmo aunque sea tímidamente con el pie, significa que aún llevas la música dentro.

    Un abrazo Jan!

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  2. Lindos recuerdos. Y es que "las primeras papillas no se digieren nunca" como se decia antiguamente, ¿verdad? Inolvidables.

    Tambien las lentejas fueron mas de una vez el eje central de mi sufrimiento; algun dia te lo contaré.

    Un abrazo.

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  3. Un encuadre con mucho ritmo!!!

    Me gusto mucho tu foto, no solo el encuadre, la exposicion es muy buena tambien.

    Felicitaciones y buen año!!!

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  4. Espero que aquest recull de records de la teva infantesa, es trasformi ben aviat en un llibre i jo en vull ser la primera compradora, si es posiblee i ho recordes.M'agradat molt la teva historia que es semblant a moltes d'altres d'aquella época trista gris i plena de plats de llentíes viudes. Una abraçada.

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  5. Quizás tus dedos no vuelvan a tocar ya aquella trompeta e ignoro donde se habrán quedado sus dotes musicales para recorrer las teclas del piano, pero lo cierto es que se les da muy bien escribir. Es una gozada leer tus relatos.
    Una abraçada.

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  6. Hola Jan, parece que este escrito promete, porque yo lo recuerdo tal cual lo cuentas, quizá seamos de la misma época, aunque sin trompeta, pero luego si que toqué el saxofón y el clarinete.

    Lo que son las madres y las tías Paquitas...

    UN abrazo y feliz año

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  7. Los juguetes fabricados en Ibi han sido durante décadas los compañeros de infancia de casi todos los españoles.

    He encontrado tu blog por casualidad y te voy a enlazar desde el mío.

    Saludos desde la montaña alicantina.

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  8. Palabras intensas ,reflexivas y nostálgicas.Hay que vivir el ritmo que nos haga sentir .
    Feliz año nuevo .
    Un abrazo.

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  9. Fantástica la sesión de Jan. Hay cosas que tu padre te decía que no se olvidan nunca. Siempre me ato primero los cordones del zapato del pie izquierdo porque le oí decir a mi padre que así te evitabas los dolores de muelas: manías generacionales.

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  10. Me parece un relato magnífico y enternecedor, Jan, con una descripción mágica de un tiempo difícil para todos. Lo cierto es que no recuerdo haber pasado hambre ni necesidades en mi infancia aunque, sabe Díos si mis padres sí pasaron esas necesidades para que yo no las notara.

    Eso sí. También he comido lentejas y como de vez en cuando. Que están muy ricas y tienen mucho hierro.

    Tu padre, como todos los padres era sabio. Hiciste muy bien en seguir su mandato y zamparte todas las galletas. Hay que ser educado.

    Un abrazo.

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  11. Las personas de nuestra generación Jan aun tenemos la suerte de recordar los sabores
    naturales de muchas cosas de las que, por desgracia, nuestros hijos sólo podrán percibir su literatura, y nuestros nietos, su arqueología

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  12. Tu relato, apreciado Jan, tiene la facultad de exaltar recuerdos, sensaciones y aromas de nuestras vidas. Nos traslada de TU historia a la NUESTRA.
    Un fuerte abrazo.

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  13. qué magnífica foto para un relato que anticipa un nuevo proyecto, según veo

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  14. ¿Sabes?
    Es mi "primer relato". Ya te comenté que no me gusta leer a trozos, pero empecé y me envicié...
    Vas a cambiar hasta mis costumbres.
    No tiene nada que ver, aparentemente, puesto que si mi mente lo ha relacionado por algo será, pero me estoy leyendo un libro "Un saco de Canicas", de Joseph Joffo, que me está encantando.
    jaja, ¿Y por qué te cuento esto?
    Besos

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  15. yo de joven, al igual que tu realicé varios intentos de musicalizarme, la guitarra, la armonica, la flauta... no había manera, cuando uno no nace con "gracia" para la música ya puedes rascar cuerdas de guitarra.

    Eso, si para las galletas la cosa cambia, jajaja, saludos

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  16. a mi madre le toco una guitarra en una rifa y por no despreciar la oportunidad el primogenito o sea yo acabe con el instrmento entre las manos en clase de musica. no era lo mio, pronto el profesor me colocó en el grupo de los torpes, aquellos que solo teniamos que aporrear algo que luego supe se llamaba xilofono y que era imposible tocar mal puesto que cada "tecla" llevaba impresa su correspondiente nota musical. definitivamente la musica no era lo mio, no al menos como parte activa, sí como oyente, me encanta el jazz primigenio, las grandes orquestas, los cronners y los clasicos de siempre de este tipo de musica. tu relato enternecedor, magnifico yla foto estupenda. disfruté mucho leyendote y recordando viejos tiempos. fuerte abrazo

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  17. No deberíamos olvidar los recuerdos de niñez, nos hace bien airear los pulmones adultoz con un poco de la brisa fresca de esos años de niños.

    La fotografía me requetegustó, está tan poética Jan, es maravillosa.

    Un abrazo más,
    Anouna

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  18. HOLA JAN:

    HOY ME HAS HECHO SONREIR, CON ESTE RELATO Y ESTA ESCENA DE LA MERIENDA.
    YO CUANDO IBA CON MI MADRE A VISITAS DE "COMPROMISO". ELLA ME MIRABA DE REOJO.

    ES UN ANÉCDOTA SIMPÁTICA LA QUE CUENTAS, AUNQUE LO SIENTO POR TUS SUFRIDAS OREJAS.

    UNA ABAÇADA.Montserrat

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  19. Dichosos aquellos que pueden recordar la niñez que nunca perdieron...

    Besos y éxito en este proyecto tuyo.

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  20. Por favor, por favor no te enfades conmigo porque aún estoy riendo a carcajadas imaginando toda la acción.
    Así que la tía Paquita recomendaba que "tocases el piano" jeje (por cierto ¿viste la película "los que tocan el piano"?)
    La mayoría tenemos recuerdos con lentejas de protagonista, amigo mío

    Y sobre la fotografía ¡¡genial B/N!!

    abrazos

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Apreciados amigos…
La gestión del tiempo es uno de mis problemas. En la medida de lo posible, contestaré vuestros comentarios.
Un abrazo