“La esperanza”
Caminaba con una bolsa bajo el brazo. Parecía que llevaba un viejo tesoro en ella. Su desconfianza era tal que la presionaba contra sus costillas con tal fuerza que los que lo observaban imaginaban el valor de lo trasportado.
Cruzo la calle mirando con atención a los dos lados. Entre dos vehículos pasó a medio correr. Eso si, con el brazo sujetando fuertemente su bolsa. Una vez al otro lado de la calle, caminó por la acera y se detuvo frente al letrero. El reclamo publicitario era evidente. Su necesidad estaba a punto de ser resuelta.
Conocí a Miguel en la barra de una taberna de esas que suelen llamarse de mala muerte. Se llamaba “la esperanza”. Mucha cerveza, canciones con el desamor por principal protagonista. Donde las mujeres de la vida, caducadas después de cincuenta primaveras, buscan los últimos clientes en su malgastada vida. Un lugar donde uno al entrar sabe que tiene que vigilar con cuatro ojos. Según un amigo mío, un territorio para salir a machetazos.
Miguel, quería beber para olvidar. Alejar de su propia realidad su mala suerte.
.-Alguien me ha echado un mal de ojo.
.-Por que lo piensa, amigo.
.-Hoy lo he perdido todo. Mi última esperanza… también se ha perdido.
.-Amigo, la esperanza nunca se pierde.
.-Yo si.
Acercó la botella a sus labios y de un trago se bebió la media cerveza que le quedaba. Alzó la botella al aire…
.-Otra mas!
Gritó al camarero.
.-Hace unas horas, yo mismo abrí las puertas a mi propia esperanza. Entre en la tienda de empeños…
.-Buenos días caballero. En que podemos ayudarle.
Inquirió detrás de un mostrador protegido por un grueso cristal antibalas el dependiente, a la vez propietario de la casa de empeños. La amabilidad del sujeto escondía tras la sonrisa el ritual que sigue un prestamista. Un encantador de serpientes. Sonreír para después hacer llorar por la necesidad de los demás.
.-Tenia un problema y venia a ver cuanto me podía usted dar por estas viejas joyas familiares?El oro, las esmeraldas y algún diamante, por pequeño que éste sea, siempre son un buen recurso. Una excelente moneda de cambio.
La voz temblorosa de Miguel y el brillo de las alhajas, hicieron brillar los avivados ojos pardos del prestamista. Usurero para muchos.
.-Así que tenemos un pequeño problema económico. Vamos a ponerle solución.
Miro con atención el muestrario traído. Lo pesó con una vehemencia que casi exaspera a Miguel y le dijo la cifra que podía ofrecer.
Le pareció correcta la cantidad ofertada. Firmó un formulario con mucha letra pequeña que nadie lee. Contó los billetes de cien dólares que le había ofrecido. Se dirigió a la puerta, dejando atrás el rostro mustio con el que había entrado. Salio sonriente. Encamino sus pasos con firmeza y determinación. Volvió a sortear los coches con habilidad y rapidez. Zigzagueo por las calles hasta llegar a la avenida principal. Miro hacia el tremendo letrero luminoso. Mil luces multicolores buscaban clientes. Las puertas del casino se abrieron a su fortuna. Sabia que hoy su suerte cambiaria. Hoy apostaría al siete. Una hora después, un oscuro letrero acogía su alma de perdedor…
.-Y no salio el siete?
Le pregunté.
.-No. No llegó a salir. Fue una mala racha. Mi última mala racha.
.-Mal asunto esto del juego…
Puntualizo el camarero. Mientras seguía secando vasos. Tras la barra es un personaje que parece ausente, pero se entera de todo.
“Anécdotas”
Copyright © By Jan Puerta 2008
Texto y fotografías con copyride del autor.
Es muy triste la vida de un vicioso, se pierde el horizonte y la dignidad. Eso es peor que perder la esperanza.
ResponderEliminarEstupendo post..Como todo lo que escribes.
Un beso
A veces se confunde la esperanza con la avaricia, este señor no perdió la esperanza...creía poder salir del atolladero, pero la vida te pone en tu sitio, solo le queda aprender la lección y continuar soñando.
ResponderEliminarEsta vez sus sueños tendrán que ser reales.
Besotes.
Muy de acuerdo con los comentarios anteriores.
ResponderEliminarEl vicio y la avaricia suelen llevar al abismo sin fin.
Saludos.
¡Buena narración!.
ResponderEliminarMe encantó.
Fui hoy el camarero que secaba vasos tras la barra.
Un abrazo
Gizz
Hola, Jan, cada entrada en tu blog merece minutos de mi atencion.
ResponderEliminarMuy bueno este relato de este vicio, que creo que es como otra droga pero enmascarada.
Muchas gracias por ofrecernos entradas de tanta calidad.
Un saludo y enhorabuena.
Me ha gustado leerte y descubrir tu blog. Te saludo desde Madrid España. con tu permiso anoto tu link para no perderte, volveré. Un saludo cordial!
ResponderEliminarMarysol…
ResponderEliminarHay vicios que terminan siendo enfermedades. Este caso creo que así era. La gran diferencia entre algunos países radica en la posibilidad de ser tratado como enfermo y en otros no. Por ejemplo, en España, a petición propia una persona puede hacer que se le prohíba el paso a un casino. Con lo cual la posibilidad de seguir hundiéndose o hundiendo a su familia, es mas difícil. Pero en otros pises, el registro, solo sirve para un día. Al siguiente vuelves a tener las puertas abiertas.
Miguel es un de esas personas que no puede evitar el jugar. El tentar a la suerte en busca de esa fortuna que decía no tener.
Un fuerte abrazo, amiga.
Tienes razón Mar…
ResponderEliminarY la realidad es tremendamente dura y demasiado” real”.
Hay juegos para ganar y otros, simplemente para perder.
Un abrazo
María angélica…
ResponderEliminarUna estrofa de una canción dice:
“La vida te da sorpresa, sorpresas te da la vida”
Miguel vivía en una constante y desagradable sorpresa.
Un fuerte abrazo
Gizela…
ResponderEliminarPues un día de estos tendré que sentarme en la barra y hablar contigo.
Un fuerte abrazo, amiga.
Jorge r.
ResponderEliminarUna droga enmascarada. Buen símil!
Gracias por seguir aquí.
Un abrazo.
Moderato dos josef…
ResponderEliminarMe alegro verte por aquí. Espero que te siga gustando lo que encuentres en este cuaderno.
Un fuerte abrazo
Hay que tener cuidado con toda lo que cree adicción, porque puede llevarnos a la ruina (fisica y economica), buena historia.
ResponderEliminarUn saludo.
Abe...
ResponderEliminarCierto.
Lo mas curioso es que casi nunca reconocemos que en cualquier momento, somos nosotros los que podemos estar ahí.
Somos quizás... débiles?
Un fuerte abrazo, amigo.
Me ha sorprendido leer en los comentarios como hay personas que definen la ludopatía como un "vicio". Para el que no lo sepa, es una enfermedad y existen asociaciones de personas que la padecen. Trabajo en un dpto. en el que concedemos subvenciones a este tipo de asociación, como también a las de ex alcóholicos.
ResponderEliminarMuy buena tu narración, enhorabuena.
un beso
Fabrisa…
ResponderEliminarQuizás suceda por lo que comentaba anteriormente, cuando uno piensa que lo controla todo. Y que nunca caería en ese “vicio”, ya sea, de beber, drogarse, jugar…
Entonces no lo ves como enfermedad.
Pero la realidad es que la ludopatía esta bien definida como tal.
La mente, no siempre nos funciona como quisiéramos. Y las asociaciones como la que comentas hacen un gran trabajo. A veces tan silenciosas que terminan por pasar desapercibidas.
La propia sociedad crea adicciones para que las personas, sigan cayendo en ellas. Algunas son mas “benévolas” que otras. Algunas, deberían de ser prohibidas inmediatamente. Pero ya se sabe, los interese creados pueden con todo.
Viajando he conocido a personas que lo han perdido todo por el juego. Pero han podido rehacer su vida y seguir adelante. Miguel, difícilmente podrá hacerlo. Vive en una sociedad donde los errores se pagan demasiado caros.
Un fuerte abrazo amiga
Y si necesitáis algo en el que pueda colaborar solo tenéis que pedírmelo.
Vicio, enfermedad, ruina, perdedor... sólo son etiquetas. Elegir una etiqueta en vez de otra no cambia nada en esta situación porque lo importante está dentro de la mente de este hombre. Ahí también está la solución, porque si le atan las manos, volverá cuando las tenga libres. Si le impiden entrar, se irá a otro lugar. Hasta que no cambie su conciencia no cambiará su actitud. Mientras se crea una víctima de la fortuna será víctima hasta su último día. Ha de encontrar la voluntad, determinación y comprensión dentro de sí mismo para fortalecer su autoestima lo sufuciente para salir de esa programación que le lleva a perder hasta la sobriedad. Una dura tarea por mucha ayuda externa que reciba.
ResponderEliminarPor otra parte, Jan, un magnífico relato con muy buen tratamiento de la cronología. Felicidades. Un desarrollo excelente de la historia que me ha cutivado con gran interés. Un abrazo.
Apreciado Miguel…
ResponderEliminarSiempre he pensado y defendido que la voluntad todo lo puede.
Cada caso es diferente, pero… siempre hay un patrón en común.
Dices bien cuando mencionas la conciencia como elemento para provocar el cambio. También lo creo. Algo debe de suceder para que haya un antes y un después. Y eso suele venir de la mano de la conciencia de uno.
Miguel, se quedó sin nada que vender para cambiar su mala racha. Otras personas con un nivel cultural alto, los he visto llorar en San Pere de Ribas (cuando el casino estaba en funcionamiento) hace años, después de venderse el coche por cuatro duros para perpetuar su caída.
Dicen que toda causa tiene su efecto. También detrás de cada causa se esconde la realidad de un comportamiento. La mente es un verdadero jeroglífico difícil de entender.
Un fuerte abrazo
Una siempre vuelve a por más anécdotas, son atrapantes.
ResponderEliminarAbrazos,
Es un placer volver a encontrar tu interés por ellas.
ResponderEliminarUn abrazo Catalina.
Mil y una historias se encuentran en todos lugares, son cosas de la vida que al escucharlas nos ayudan a saber y cuidarnos y aun mas a prevenir, muy interesante y a la vez triste la que compartes, pero la vida continua y ahi que hecharle ganas a salir a delante.
ResponderEliminarPor cierto pasate por mi blog te tengo una sopresa es insignificante pero de todo corazon.
Guillermo...
ResponderEliminarUn buen amigo mío me enseño que aquello que se hace con el corazón nunca es insignificante. No soy muy aficionado a los premios o los reconocimientos por aquello que hago. Pero agradezco enormemente el detalle.
Veo que has trabajado mucho para poder hacer esta lista. Hay muchos blogs que desconozco, pero me voy a acercar a ver que encuentro en ellos. Por tu culpa, hoy dormiré menos, pero gracias a ti, descubriré espacios interesante!
Un fortísimo abrazo amigo. De corazón.
Trabajé de camarero para pagarme la carrera y, desde luego, detrás de una barra se aprende mucho y surgen historias a cada momento, me lo ha re4cordado el último fragmento de tu relato.
ResponderEliminarOsselin...
ResponderEliminarSuelen estar sin estar, que dice un amigo mío.
Un abrazo amigo
De un modo u otro casi todos acabamos aceptando la invitación y tomando asiento: primero a la joyería y luego a la casa de empeño o viceversa, eso poco importa.
ResponderEliminarXuan...
ResponderEliminarEl orden de los factores no altera nada en esta ocasión.
Si señor.
Un fuerte abrazo
Bonita y equilibrada imagen...transmite soledad y quizás tenga que ver con la historia que cuentas...un jugador que busca su suerte en su desgracia, en el juego...termina por aislarse del mundo y cobijarse tras la barra, enjuagándose la boca en alcohol...
ResponderEliminarYo ayer juraría que escribí mi opinión sobre este post y lo que pensaba sobre el azar
ResponderEliminarDebo tener alzheimer
Jajjajajja
lo que quería decir sobre los juegos es que yo no creo en ellos
cuando uno gana si es que gana alguna vez
cuantos antes han perdido
Un beso despistado
Donelia…
ResponderEliminarExpresas poéticamente lo que yo he querido hacer en prosa.
Excelente!
Un fuerte abrazo, amiga.
Beetle...
ResponderEliminarLa de veces que me ha pasado!
El juego como elemento social de pasárselo bien sin pretensiones de ganar esta bien.
El resto, ya es otro cantar.
Un abrazo