El enigma de la Gioconda
Las sonrisas suelen ser enigmáticas. Para muestra solo hace falta contemplar la que esgrime la Gioconda. Todo son conjeturas sobre la misma. Pero para la mayoría de las personas, se trata de una sonrisa enigmática.
Mi tía Leonor, hermana de mi Madre seguía viviendo en Paris y eso supuso poder visitarla en las vacaciones escolares debido a su insistencia y a los billetes de tren que nos enviaba. Yo había leído en algún libro del colegio que hasta la fecha nadie había podido averiguar el porque de la sonrisa de la “Mona Lisa”. Insistí tanto, una vez allí, la tía Leonor nos llevo al museo del Louvre para que yo, pudiera ver la “Gioconda”.
He de reconocer que la primera vez que me planté delante de ella, intente comprender el porque de su gesto. Mi intención no era otra que pasar a la posteridad como el descubridor del secreto que escondía la enigmática expresión. Cabe puntualizar que mi edad no superaba los quince. Y quince años de antes son como ocho u siete si cabe de los de ahora. El caso es que no entendí nada. Tampoco vi nada más del museo del Louvre en esa visita. Mi único objetivo era la obra de Leonardo.
Mi segunda visita fue con diecisiete. Afortunadamente mi cabeza tenía otras necesidades. Solo le dediqué una hora a la Gioconda. El resto del museo me cautivo de tal manera que pensé que la gloria del descubrimiento fuese para otro.
Con los dieciocho años recién cumplidos visite Londres. Los museos ya habían anidado en mis necesidades más mundanas y me dirigí al “Nacional Gallery”. Al entrar me sorprendió leer en el catalogo que había una obra de Velásquez. Lo desconocía por completo. En mi raquítico idioma aprendido en un librito que se titulaba: aprenda a hablar ingles en tres meses o algo así, le pregunte a un vigilante por la sala donde se encontraba la obra del pintor español Velásquez. La galería estaba dedicada a la pintura entre el 1600 y el 1700. El buen hombre tuvo la amabilidad británica de llevarme hasta el. Una vez delante me sorprendió su tamaño. Descomunal si lo comparamos con la “Mona Lisa”. Pero la imagen de la Venus, de espaldas, mostrando su desnudez me sorprendió. Me dejó algo turbado para no usar otra expresión menos moderada. A pesar de ello, me fijé en el espejo que un ángel aguantaba para que ella pudiera verse. Su rostro se reflejaba en el mismo. Me sorprendió ver o interpretar otra sonrisa enigmática. Compré una postal a la salida del museo donde se reproducía la pintura. Durante mucho tiempo la usé de marca páginas para el libro que normalmente leía.
Con el tiempo descubrí otras sonrisas enigmáticas. A diario me encuentro con ellas. Incluso he llegado a pensar en hacerme un autorretrato para la posteridad. Dibujando en mi rostro la mejor de mis sonrisas enigmáticas. –Los espejos me sirven para ejercitarme- Rizaré mis bigotes y haré algún gesto con la barbilla. Tal vez así podré entender y comprender que la sonrisa es lo de menos. Es una parte del todo. Y ese conjunto hace que una pintura pequeña como un sello de correos grande, esté considerada como una obra de arte.
Lo malo de mi autorretrato enigmático radicaría en la actitud de más de un crítico que me definiese como un idiota con un rictus forzado para parecer más interesante.
Mejor sigo buscando sonrisas y dejo la posteridad para quien se lo merece. Los verdaderos artistas.
Enlace con el Museo Nacional Gallery: La venus del espejo
“Anécdotas”
Copyright © By Jan Puerta 2008
Texto y fotografías con copyride del autor.
Esta sonrisa de complicidad de Venus iba dirigida a Velazquez... Consciente de que su cuadro no gustaría a la Inquisición...Hasta el Querubín reprime la suya...
ResponderEliminarLa sonrisa de La Gioconda,si es realmente enigmática... hasta se especuló que era el retrato del propio Leonardo...
Lo que realmente nos gustaría es contemplar tu sonrisa, Jan, bigotes incluídos...
Gracías por tu Texto y esta foto, y sus sonrisas..
Un beso sonriente sin enigma...
Muy buen post, querido amigo. Hablas de las sonrisas enigmáticas, y la de la Gioconda de Leonardo es la enigmática por excelencia. ¡Cuanto se habrá escrito de ella!
ResponderEliminarPero, si me lo permites, querido Jan, te dire mi sonrisa preferida: la sonrisa de la alegria blanca, pura, espontanea y sincera de un niño. Todo el universo está ahí.
Un abrazo...y feliz domingo!
Yo también estoy con la idea de que nos deleites con un autorretrato sonriente, enigmático o nó. Seguro que sorprende.
ResponderEliminarBuena entrada.
Saludos
Estoy con Selma. Mejor sonreír ante la obra acabada y alejarse de brochazos de censura en forma de sabanas o velos.
ResponderEliminarPreciosa imagen Jan y si, ciertamente enigmáticas las sonrisas. Aunque siendo honesto, prefiero una sonrisa enigmatica a un mal gesto conocido.
ResponderEliminarUn saludo
que simpático el post:)
ResponderEliminaruna sonrisa es llave a todas las puertas del universo...
muakismuakis
Cómo me gusta leer tus palabras! Y sobre todo cuando acabo de leerlas con una sonrisa. En este caso nada enigmática, pero si de sincero agradecimiento a quien es capaz de arrancarme una sonrisa.
ResponderEliminarA veces siento dudas, amigo, no sé si me gustan más tus "miradas" o las historias que nos cuentas.
ResponderEliminarBesos
Me dan por el culo los enigmas y los acertijos. Las cosas claras y el chocolate espeso. Y las sonrisas con dientas, que son el teclado del piano de la alegría.
ResponderEliminarPor cierto, la foto, cuando se ve en grande, es fantástica e inquietante.
ResponderEliminarmuy buen post, como siempre. siempre cultivé mis sonrisas enigmáticas, pero con el tiempo voy prefiriendo una sonrisa franca o una risa descarada. cosas que me pasan al ir envejeciendo...
ResponderEliminarun vrai sourire celui de la Joconde est triste! mais j'aime ce sourire dispersé
ResponderEliminarLa sonrisa es un rasgo propiamente humano, pero ¿por qué los animales no sonríen? Ese sí que es un buen enigma. La sonrisa que nos muestras, más que un rasgo diríamos que está rasgada, como la cortina aquella, y ademas tiene la misma ondulación de los visillos. ¿Qué nos querría vender esta sonrisa? Un saldo para el que ya no hay comprador.
ResponderEliminarEstá claro que hay sonrisas de todos los colores. Hay sonrisas cautivadoras, sonrisas francas y contagiosas, sonrisas coquetas o enigmáticas, sonrisas irónicas, despectivas y sarcásticas. Hay millones de sonrisas. Ninguna es más interesante, todas son nuestras.
ResponderEliminarMirar un cuadro y tratar de adivinar qué estaba pensando el personaje retratado... es una manera de intuir o de inventarte una historia. Un punto de partida para quien tiene a punto siempre su lápiz para escribir una historia.
ResponderEliminarTodo está contenido en la historia, en los detalles del devenir, ahora conocemos algo más de tí, de tus andaduras por los museos, por eso si alguna vez vemos una expresión 'forzada' tuya en algún lugar, podremos incorporarle esta información, para de algún modo sacar nuestra propia conclusión.
ResponderEliminarSaludos.