Amigo, tengo setenta años y no se como he llegado a ellos.
En ocasiones la placidez de los últimos días de bonanza del otoño dan para sentarse en la puerta de la casa y dejar correr el tiempo, observando cualquier novedad que la vida pueda proporcionarte.
.- Hacia un buen rato que lo venia observando.
.- Desde aquí tiene usted una buena vista.
.- Si. Pero siempre se ve lo mismo.
.- Quiere decir amigo. Si un día llueve y otro hace sol, lo que usted ve es diferente.
.- Cuando llueve… mejor resguardarse y no mirar afuera. Los días grises me llenan de nostalgia.
Francisco, que así se llama, perdió a su mujer hace menos de un año…
.- Eso, aun duele. Me cuesta venir a casa después del trabajo y encontrarla vacía.
.- ¿No tiene hijos?
.- Si… pero nunca vienen. Aquí ya no hay ilusión para los jóvenes.
.- Todos… ¿a la ciudad?
.- Así es. Allí todo es diferente. Tienen hasta un hospital cerca de casa.
Me comenta que si el medico hubiera estado mas cerca, seguramente se habría salvado su esposa. Le doy la razón mientras seguimos conversando cobre el campo, sus bondades de vivir en el y el tributo que se paga en silencio a parte.
.- Los de la ciudad quieren venirse al campo a vivir. ¡Ha!
.- ¿No aguantarían aquí?
.- Ni un fin de semana. A las dos horas ya están con esos cables puestos en las orejas y escuchando ruido sin parar de mover el cuello como las gallinas cuando caminan.
.- caramba Francisco… si que se los mira usted.
.- Ahora bien, una vez visto uno, vistos todos.
. ¿Son todos iguales?
.- Se comportan igual, que es diferente.
.- Ah!
Poco a poco fue cogiendo la confianza necesaria para enseñarme el huerto con las hortalizas que cultiva para su consumo personal. Tomates, lechugas, acelgas, calabazas, calabacines, berenjenas, pimientos, coles y unas cuantas patatas. Algunos arboles frutales equilibraban su dieta…
.- Con esto se puede vivir.
Me quedé pensando en sus palabras mientras lo observaba caminar. Francisco se veía bien. Sus setenta años, apenas se dejaban notar. Pero la tristeza de su mirada era demasiado elocuente. Se me hacia tarde y debía de coger un medio de trasporte comarcar para seguir el camino. Me regaló un par de tomates y una lechuga. Le prometí que cualquier día le haría llegar la foto…
.- Si la envía, hágalo pronto.
Me dijo antes de alejarme de su mirada…
Hoy lunes, a las nueve de la mañana, he podido imprimir una copia. La he colocado dentro de un sobre con cuatro palabras de agradecimiento y la he depositado en la oficina de correos. Ojala, no llegue con retraso.
.- Hacia un buen rato que lo venia observando.
.- Desde aquí tiene usted una buena vista.
.- Si. Pero siempre se ve lo mismo.
.- Quiere decir amigo. Si un día llueve y otro hace sol, lo que usted ve es diferente.
.- Cuando llueve… mejor resguardarse y no mirar afuera. Los días grises me llenan de nostalgia.
Francisco, que así se llama, perdió a su mujer hace menos de un año…
.- Eso, aun duele. Me cuesta venir a casa después del trabajo y encontrarla vacía.
.- ¿No tiene hijos?
.- Si… pero nunca vienen. Aquí ya no hay ilusión para los jóvenes.
.- Todos… ¿a la ciudad?
.- Así es. Allí todo es diferente. Tienen hasta un hospital cerca de casa.
Me comenta que si el medico hubiera estado mas cerca, seguramente se habría salvado su esposa. Le doy la razón mientras seguimos conversando cobre el campo, sus bondades de vivir en el y el tributo que se paga en silencio a parte.
.- Los de la ciudad quieren venirse al campo a vivir. ¡Ha!
.- ¿No aguantarían aquí?
.- Ni un fin de semana. A las dos horas ya están con esos cables puestos en las orejas y escuchando ruido sin parar de mover el cuello como las gallinas cuando caminan.
.- caramba Francisco… si que se los mira usted.
.- Ahora bien, una vez visto uno, vistos todos.
. ¿Son todos iguales?
.- Se comportan igual, que es diferente.
.- Ah!
Poco a poco fue cogiendo la confianza necesaria para enseñarme el huerto con las hortalizas que cultiva para su consumo personal. Tomates, lechugas, acelgas, calabazas, calabacines, berenjenas, pimientos, coles y unas cuantas patatas. Algunos arboles frutales equilibraban su dieta…
.- Con esto se puede vivir.
Me quedé pensando en sus palabras mientras lo observaba caminar. Francisco se veía bien. Sus setenta años, apenas se dejaban notar. Pero la tristeza de su mirada era demasiado elocuente. Se me hacia tarde y debía de coger un medio de trasporte comarcar para seguir el camino. Me regaló un par de tomates y una lechuga. Le prometí que cualquier día le haría llegar la foto…
.- Si la envía, hágalo pronto.
Me dijo antes de alejarme de su mirada…
Hoy lunes, a las nueve de la mañana, he podido imprimir una copia. La he colocado dentro de un sobre con cuatro palabras de agradecimiento y la he depositado en la oficina de correos. Ojala, no llegue con retraso.
“Haciendo amigos”
Tienes una forma de escribir, que vives la historia que narras. Me gusta mucho lo noble del personaje, seguro que este hombre morirá de tristeza, de aquí las prisas por recibir la foto.Saludos
ResponderEliminar¡Qué historia más tierna! Pobre, como dice FERNANDO PAGÁN, seguro que se muere de tristeza. Suele pasar... Besotes, M.
ResponderEliminarA veces me pregunto si la vida no es eso: alguien mirando mientras los demás corremos, ya muertos.
ResponderEliminarComo siempre, Jan, estupenda ftografía y todavía mejor la entrevista a Francisco.
ResponderEliminarDifiero de tí. Si se le notan esos setenta años. Es más, yo diría que aparenta más edad. La vida ha sido dura con él.
Y, como dicen los demás, es posible que muera de tristeza. La falta de su "otro yo" y la dejadez e ignorancia de sus hijos le han hecho mucha mella.
Te felicito por estas historias que nos cuentas y que nos hacen recapacitar sobre tantas cosas.
Un abrazo.
Entrañqble personaje, muy bien retratado y muy bien narrado tu encuentro.
ResponderEliminarsaludos
Hay ausencias que pesan más que los años!
ResponderEliminarGran y cálida entrada!
Si, amigo; ojala llegue a tiempo.
ResponderEliminarBorges, hablando de su madre, dijo que su madre decia cuando cumplió los 90 años: oh, 90 años, "como se me fué la mano"...!
Un abrazo.
Jolines me ha dado nostalgia hasta mi.
ResponderEliminarno se que decirte corazón me has puesto tan triste con esta historia
Uma foto onde o tempo parou.
ResponderEliminarSaludos
Seguro que esa foto preciosa llegara a tiempo..
ResponderEliminarHermoso escrito querido amigo, recoges una sensibilidad linda que cautivas a todos los que te leemos..
Que tengas una buena semana.
Abrazos.
WOW, qué linda historia, tenés un blog super interesante, muchas gracias por haber pasado por el mío y haber dejado un comentario gracias al cual te estoy conociendo :-)
ResponderEliminarGenial tu espíritu periodístico, me encanta.
Voy a seguir recorriendo tu sitio, que tengas un lindo día, y sos bienvenido cuando quieras!
Que bonita historia de Francisco, se nota tu toque periodístico. Cuantas historias igual a la de él hay por ahí. La soledad, el abandono de los hijos, la rutina,etc..dejan un sabor amargo.
ResponderEliminarUn abrazo, bella fotografía.
Con esto se puede vivir...no hace falta más, cierto, pero cómo iluminar la oscuridad de la estancia, cómo cambiar los reflejos de una ventana cerrada por un rostro...
ResponderEliminarConmovedora imagen, Jan, y desolada.
Arribarà a temps, segur.
ResponderEliminarTots necessitem trobades com aquestes per adonar-nos de la realitat de moltes persones grans, amb masses moments de soledat i amb molta necessitat de comunicar-se amb algú que tingui temps d’escoltar. Una riquesa que no ens hauríem de deixar perdre. Una foto molt bona amb un contingut molt humà.
Gràcies per la teva visita i una abraçada.
La soledad que acecha a cualquiera que va cumpliendo años, sin el rastro de los que amó y llenaron antes su casa. ¿Serán suficientes los recuerdos para no aborrecer las estancias vacías?
ResponderEliminarJan, como me huebiera gustado tomarme un cafecito con este Francisco y pasar la tarde escuchando sobre sus melancolías.
ResponderEliminarEsas emociones las despiertan tus escritos... es como estar sin estar...
Gracias por compartir tus dones!
Jan, como me huebiera gustado tomarme un cafecito con este Francisco y pasar la tarde escuchando sobre sus melancolías.
ResponderEliminarEsas emociones las despiertan tus escritos... es como estar sin estar...
Gracias por compartir tus dones!