Lo que no comprendemos, termina por ser un misterio.
Siempre me ha gustado la neblina. Ese pequeño misterio que encierra su peculiar mundo, donde nuestra imaginación es nuestro pasaporte para poder entrar en sus dominios. Donde hay neblina hay vida. Lo sabe el desierto y las zonas más inhóspitos del planeta. Con su paso se nutren de la humedad necesaria para recobrar la ansiada vida.
En algunos lugares también nos ofrece la vida, a los que solemos ir detrás de imágenes para captarlas y dejarlas fijadas en la eternidad que supone nuestro trabajo. Quizás terminen en un cuadro, dentro de un blog o simplemente en nuestro archivo personal para ser observadas en silencio mientras la propia neblina una y otra vez se apodera de los mismos rincones.
Uno de los momentos más especiales para mí, es cuando la propia neblina empieza a retraerse en una retirada majestuosa. Dejando entrever por unos instantes aquello que por ser cotidiano deja de tener el misterio que le da la propia neblina.
En algunos lugares también nos ofrece la vida, a los que solemos ir detrás de imágenes para captarlas y dejarlas fijadas en la eternidad que supone nuestro trabajo. Quizás terminen en un cuadro, dentro de un blog o simplemente en nuestro archivo personal para ser observadas en silencio mientras la propia neblina una y otra vez se apodera de los mismos rincones.
Uno de los momentos más especiales para mí, es cuando la propia neblina empieza a retraerse en una retirada majestuosa. Dejando entrever por unos instantes aquello que por ser cotidiano deja de tener el misterio que le da la propia neblina.
“Anécdotas”
Copyright © By Jan Puerta 2008
Texto y fotografías con copyride del autor.
Muy bonito, si señor.
ResponderEliminarSi...la neblina da vida, pero da misterio tambien a lo cotidiano, como muy bien indicas.
Quizas la vida sea eso: una eterna bruma que nos impide ver los objetos en su contorno exacto; una niebla que, quizás, nos impida apreciar la luz que irradia de los otros corazones.
De ahi lo majestuoso de esa retirada: ojala llegue ese dia.
Un abrazo, querido Jan...!
Para mi la neblina esconde la vida.
ResponderEliminarSaludos.
La neblina me acompañó en este paseo de domingo por la ciudad de cristal.
ResponderEliminarA mí también me gusta ese aire misterioso que deja en el paisaje...
La neblina como el rocío son caricias del agua... son las formas más suaves y ligeras de cubrirlo todo, amorosamente con una manta de vida...
ResponderEliminarMágica y fantasmal aparición en Pichidangi... nos la ofreces con sigilo y maestría..
Un beso, Jan
Buenas tardes Jan, agradezco tu visita a nuestra casa, a la impronta pienso que la neblina es, la mano que la Naturaleza tiende para dar la vida.
ResponderEliminarCuando se retira queda al decubierto la realidad, como bien apuntas.
Abrazos cordiales.
Jesus
Bonita imagen nebulosa. La casa roja parece que está en equilibrio inestable.
ResponderEliminarSaludos.
Bonita imagen, Jan, con la neblina muy bien captada, lo que le da a la foto ese aire misterioso y casi místico.
ResponderEliminarComo dice Juan Carlos, antes de vivir en esa casa roja, habría que pensárselo. No parece estar muy bien cimentada que se diga.
Un abrazo.
EL BAÚL DE LA POESÍA Y LAS CURIOSIDADES CULTURALES tiene el honor de concederte el Premio "Verbo".
ResponderEliminarPasa a retirarlo a mi blog http://poesiaycuriosidades.blogspot.com
Felicitaciones por tu aporte a la cultura!!!
inquietante la neblina, pero fascinante a un tiempo , me gusta la sensacion general
ResponderEliminarsaludos brujos
hiperbatoneando la frase que abre tu entrada: "Y qué es un misterio si no aquello que no comprendemos"
ResponderEliminarEs cierto que la niebla es mágica porque particulariza cambia y renueva aquello que es cotidiano. En ese sentido se podría decir que la niebla practica la alquimia visual sobre lo cotidiano.
Muy buena imagen, muy misteriosa y no solo por la niebla. Saludos.
Como la imagen que lo ilustra. Que bien has sabido captar la esencia del paisaje, el romanticismo de la neblina. Magistral.
ResponderEliminarSaludos
Vivo en una ciudad de nieblas. Ahora no tanto, pero en mi infancia recuerdo nieblas de varias semanas, en las que todo era vago y difuso. Quizá, de ahí, mi carácter.
ResponderEliminarLa neblina/niebla es como el cortinaje de un teatro que cuando se abre aparece ¡la vida! Besotes, M.
ResponderEliminarHay paisajes de tal belleza que las mismísimas nubes, contemplándolos desde lo alto, no se resisten a visitar.
ResponderEliminarY bajan sigilosas con el nombre de neblina.
Bonita foto que deja recuerdos de épocas pasadas. La neblina le da un aire especial a la casa, al paisaje mismo y como dices cuando la neblina se retrae deja ver lo cotidiano, se va el encanto. Un abrazo.
ResponderEliminarExacto, Jan, ese es el momento decisivo. En realidad la sensación cuando la niebla empieza a estirarse y retirarse es, reconozcámoslo, de alivio, alivio al comprobar que todo sigue en su sitio y que volvemos a la tierra firme para la mirada.
ResponderEliminarEstoy contigo. Bonito momento cuando 'los idos' dejan entrever el misterio que se convierte -en ese instante- en cotidiano.
ResponderEliminarUn abrazo (veo que sigues al pie del cañón).