Me encuentro esperando a que el semáforo cambie de color para poder cruzar una calle cualquiera. No hay transito, pero las leyes y las reglas deben de seguirse. Miro a todos los lados y escucho a mi espalda una conversación de esas que se califican de intrascendentes. Oigo hablar del precio de las verduras y lo cara que está la vida con una jubilación tan mínima. Una frase tan lacónica como conformista en su esencia habla de las posibilidades que tendría su marchita economía si se les subiese la pensión solo 10.000 pesos más. Unos 17 euros al mes. Me giro, y disparo la cámara en un acto tan rápido que mis propios compañeros de espera no reaccionan.
La pareja de jubilados, se dirige a su casa después de haber estado realizando sus compras en el mercado. En sus caras se refleja la preocupación de sus palabras.
Un señor con cara de ausente y algo despistado camina con paso largo y decidido. Otros, más anónimos, se alejan de la escena sin posibilidad real de ser reconocidos.
Hablo un momento con la pareja y les enseñó la imagen a través del visor. Demasiado pequeño para sus vistas cansadas. Me dan la dirección y les prometo que les enviaré una copia. Un par de días después, lo hago.
El tiempo transcurre sin mucha armonía aparente pero implacable con quienes por él, transitamos. La vida, simplemente un cumulo de pequeños instantes que si uno no se empeña en gritarlos, caen pronto en el más obscuro ostracismo posible. Siendo devorados estos, por el despiadado olvido. Ese estado tan caótico del cual, sin quererlo, ya formamos parte.
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El tiempo no se para, seamos jovenes, jubilados, etc..., y con el paso del tiempo hoy es muy dificil que nos aumenten nada, a no ser que aumenten los impuestos, un fuerte abrazo Jan
ResponderEliminarLo lamentable es que "esta" conversación es demasiado universal; a nada que se pasée uno por las periferias de cualquier ciudad se pueden ver las mismas caras, idénticos lamentos.
ResponderEliminarT-bso.
Sin duda una de las mayores preocupaciones de nuestros mayores que después de vidas trabajando y trabajando, no les queda más que para ir al mercado a la compra del día.
ResponderEliminarBesos y gracias por esta toma.
Aqui estamos de puente, amigo. Un abrazo.
ResponderEliminarresulta curioso y a la vez lamentable lo "intrascendente" y familiar que se nos suele hacer una conversación de éstas.
ResponderEliminarRostros surcados de arrugas y preocupados por el mediato devenir del tiempo... la escasez de recursos por la escases de valoracion, la soledad y abandono palpable y también intangible.
Quizá si aprendiésemos que el tiempo sobre los cuerpos les da mas de lo que les quita, tendrían menos de que preocuparse, la mirada mas brillante, y nosotros, mas riqueza verdadera (no económica) en nuestras manos.
un saludo!
BONA NIT JAN:
ResponderEliminarSobretodo las viudas, que no han trabajado. Les queda una misera.
Personas que aunque no hayan trabajado fuera de casa.Han cuidado su hogar, los hijos, marido abuelos y han "estirado", la economía.
Tu entrada como siempre muy acertada. Y la fotografia de una gran humanidad.
un abraçada, Montserrat
Siempre son ellos los más postergados.
ResponderEliminarUn abrazo.
Un gran problema para muchas personas el de las pensiones tan bajas. El Nóbel de Matamáticas deberían darles, hay que hacer muchos números para llegar a fin de mes con tan poco.
ResponderEliminarSaludos, Jan!
Las cuitas de los jubilados van por todas partes, querido amigo.
ResponderEliminarTal parece como si fueran trastos viejos inservibles a los que hay que arrinconar.
Quizás algún día, un gobernante honesto se de cuenta que tienen tanto que ofrecer y tanto que enseñar... entonces se les tratará mejor, comenzando por sus pensiones.
Un abrazo.