El color de los recuerdos

Nunca conocí a mis abuelos, pero mi Padre, siempre me contaba pequeñas anécdotas de su Madre, Doña Benita. Decía de ella, que solía esperar los días fríos de invierno, esos que siempre son grises plomizos, para lucir ropa de color mientras se acercaba a la panadería o bien a la “pesca salada” a comprar bacalao y aceitunas. 

Esos días, Doña Benita, parecía un brote primaveral que había florecido antes de tiempo.

Por cierto, una de las definiciones que más me gusta para distinguir una tienda, sin duda, es “pesca salada”. En el pueblo donde viví parte de mi infancia, había una, donde ya compraba Doña Benita pasado el primer cuarto del siglo pasado, con su mostrador de mármol inclinado, donde se agolpaban las pencas y los lomos de bacalao. Unas bandejas, llenas de anchoas en aceite junto a unos baldes repletos de aceitunas, entre las cuales, se encontraban mis preferidas. Las de Aragón. 

Las estanterías de madera ocupaban toda la pared. Colmas de las primeras latas de atún en conserva marcando ya los primeros índices de modernidad. En las esquinas de las mismas, pendían de un hilo casi invisible, espinas sonrosadas de bacalao a modo de decoración daliniana. Mientras a la entrada de la misma, dos cajas circulares de madera, como si fuesen cortes transversales de un barril, tenían en salazón arenques. Son detalles que el tiempo se encarga de borrar a pesar de la frágil resistencia de nuestra memoria. 

Como diría el bueno de Rosendo… “maneras de vivir”. 

Clic aquí para ver la serie completa: 

Anécdotas 

Copyright © By Jan Puerta 2012. 

Texto y fotografías con copyride del autor. 

janpuerta@gmail.com