Viejo ferroviario
Todo se ha vuelto automático. Las habilidades manuales van quedando atrás…
.-De aquí unos años, solo los países poco desarrollados harán cosas con las manos.
Estas palabras pertenecen a un viejo ferroviario de ochenta años. Un hombre que desde hace quince años, cada mañana a las nueve treinta de la mañana se pone al lado del aparato para cambiar las vías y lo agarra con fuerza, cerrando lo ojos. Recordando sus cuarenta y nueve años de servicio. De ellos, paso treinta cambiando de vía al expreso que pasaba con una puntualidad inusual cada mañana.
El mismo año de su jubilación, lo llamaron de las oficinas. Se desplazo hasta la central a veinte kilómetros de su paso a nivel. Lo hizo a primera hora de la tarde aprovechando un tren de carga que venia del norte. Una vez en el despacho de director, se sentó en la silla y escucho con atención…
.-Don Rafael, los tiempos están cambiando. Su puesto de paso a nivel, va a ser automatizado. Barreras automáticas y el cambio de raíles se hará desde esta central.
Escucho con la vehemencia de aquel que por buena fe no entiende nada de lo que le están explicando…
.-A usted le quedan siete meses para la jubilación. Pero la compañía ha pensado que en agradecimiento a su labor, pueda jubilarse a final de mes, cobrando los otros siete meses restantes en su integridad.
.-Sin trabajar? Me van a pagar?
.-Así es. No se preocupe por nada.
Se despidieron y don Rafael, se alejo cabizbajo. Pensativo y murmurando…
.-Tiempos modernos. Me pagan sin trabajar. Maquinas que lo controlan todo. No vamos bien.
Hace unos días, lo encontré caminando por la vía. Eran poco mas de las ocho de la mañana. Yo también madrugo. Lo seguí en silencio hasta que llego a su preciado artilugio. Lo acaricio. Observe como levantaba la barbilla, como buscando el cielo con sus ojos a pesar de tenerlos cerrados. Se mantuvo un rato en silencio. Abrió los ojos, miro a ambos lados de la vía. Sacó de su bolsillo su reloj. Abrió la tapa… Las nueve treinta. Hoy tampoco pasará el expreso. Hace cinco años se suprimieron las líneas de ferrocarril.
“Anècdotas”
Copyright © By Jan Puerta 2008
Texto y fotografías con copyride del autor.
Los recuerdos de un anciano, la nostalgia por el pasado. Lo describes muy bien, y me encantan las fotos. Un beso
ResponderEliminarVaya leyendo tu anécdota número treinta acabo de tener la misma sensación de estar viendo las escenas en una especie de corto (de cine vamos).
ResponderEliminarMe ha parecido genial la descripción que haces de la situación, brillante en los detalles y en el desarrollo.
Mi enhorabuena de verdad, por la historia y por lo bien contado, y lo tuyo no es la fotografía ni la narrativa... :) son las dos cosas.
Que delicia. Un saludo amigo!
Difícil acostumbrarse a tanto cambio, difícil acostumbrarse a no ser imprescindible.
ResponderEliminarLa jubilación es un paso mas de la vida, pero cuando te sustituyen por una maquina creo que tiene que doler un poco.
Besotes.
Besos, es muy hermoso el relato, muy hermoso.
ResponderEliminarHola Jan!
ResponderEliminarLeyendo tu escrito me ha dado la sensación de estar viviendo las sensaciones del ferroviario.
Como te han dicho lo tuyo son los relatos y la fotografia, casi podria ser una unión simbiotica.
Yo, casi que me quedo mas conlas fotografias y me encanta la composición que has elegido. El B&W muy bueno para poner en situación con la historia.
Saludos!
sabes en el vioejo barrio donde vivi
ResponderEliminara unas cuantas cuaçdras de mni casa estaba la estacion del veijo tren algo que lamentablemente a dejado de existir aquien guatemala puedes creeer no tenemos tren ..nos sentabamos a ver conmis hermanos y amigos a ver la llegada el tren a oir los rieles para saber si ya venia yver el deterioro de la madera los durmientes me hiciste recordar esa arte de mi vida ..te dejo besos feliz inicio de semana ..NANCY FABIOLA
Buena historia Jan, coincido con tu relato en que los tiempos cambian y los oficios se pierden.
ResponderEliminarLa foto, como siempre, muy apropiada.
Un saludo.
jan
ResponderEliminarmuchas gracias
soy una eterna romántica y esta foto
me llevó a mi niñez y las viejas vías que experimenté cuando de vacaciones me mandaban al sur
tantos rostros, tantas istorias...
tantos olores y tantas voces
que se me pierde la conciencia de este momento y allá me encuentro junto a los fierros viejos...
muakismuakis para tí:-)*
istorias sin hache porque no son mudas jajajjaa
ResponderEliminarDe cada foto una historia... y que bien contada. Me encanta este sitio Jan
ResponderEliminarSaludos
Isabel…
ResponderEliminarMuchas gracias. Siempre es un placer verte por aquí.
Un abrazo
Akiar…
ResponderEliminarSiempre salgo con las dos cosas a mano. La cámara y el papel y bolígrafo.
Unas veces salen las cosas mejor y otras no tanto. Pero ahí seguimos con la ilusión de un niño pequeño.
Un fuerte abrazo
Apreciada mar…
ResponderEliminarPues si. Ese concepto aun debe de hacer mas daño. Los tiempos cambian con demasiada facilidad dejando en la cuneta a personas muy validad para seguir aportando a la sociedad su granito de arena. Que no es poco.
Un fuerte abrazo
Gracias Mita…
ResponderEliminarUn abrazo
August…
ResponderEliminarTengo otra imagen del mismo personaje, asiendo la palanca del aparato de cambio de vía. Pero me la reservo para otro día. En esta ocasión he querido centrar el relato en la acción en si. Y para ello, el viejo aparato me parecía mas indicado.
Gracias por tus palabras.
Un abrazo
Espejo del alma…
ResponderEliminarMe alegra haber despertado esos recuerdos tan buenos que compartes. El mundo del tren, las estaciones y sus historias, me tienen fascinado. Imagino tus sensaciones por que también las viví en su momento.
Además me sorprendió mucho no encontrar en Guatemala ferrocarril.
Un abrazo amiga.
Gracias Abe…
ResponderEliminarAsí de simple es la vida. Desgraciadamente.
Un abrazo
Apreciada Elisa…
ResponderEliminarCon la “h” o sin ellas, me ha gustado sentir tus recuerdos dentro de este espacio.
Tantos detalles que pueden hacer de una sensación parte de nuestra propia eternidad.
Un fuerte abrazo
Espectadora…
ResponderEliminarGracias a vosotros, es posible mantenerlo.
El merito siempre es compartido. Sin lectores, todo se reduce al olvido.
Un fuerte abrazo
Me ha gustado esa frase de ... Solo los paises desarrollados harán cosas con las manos...!!! ójala pueda yo ser una "persona desarrollada " y hacer cosas bonitas con mis manos.
ResponderEliminarMe gustan tus historias, tus fotos, tus anecdotas, mucho, mucho...
Vive Malabar...
ResponderEliminarOjala eso sucediese en los países desarrollados. Ojala se le volviera a dar importancia al trabajo manual. Me apuntaría rápidamente.
Me alegro poder compartir parte de lo que vivo y además me encanta que te guste.
Un abrazo
Es tan especial el tren en todos los pueblos. Por aquí en Argentina los han destruído dejando pueblos fantasmas. Treinta mil ferroviarios quedaron como el personaje de tu historia. Eso sí, estamos por inaugurar el tren bala.
ResponderEliminarHacía tiempo que andábamos perdidos, Jan, espero que nos reencontremos. Un abrazo. Hermoso relato.
REL
Poco importa que el tren pase o haya dejado de pasar. Es el gesto necesario del hombre a las nueve trienta, ese gesto en el que pone todo su empeño, el que le coloca en el mundo, el que le mantiene vivo.
ResponderEliminar¡Cuántas veces hago fotos que son siempre la misma! Fotos inútiles y necesarias.
Hermosa anécdota. Un abrazo.
Este post es de los que tocan la fibra. La descripción que haces del pobre anciano me representa a un mundo anciano al que otro más joven quiere dejar en el asilo hasta que muera de tristeza, despreciando todo su conocimiento y experiencia, sus aciertos y sus errores.
ResponderEliminarUn saludo
Bienvenido de nuevo amigo Roberto.
ResponderEliminarEl tiempo nos sigue jugando malas pasadas a todos.
El tren bala… lo llaman progreso. Hoy parece que todo lo que no sea rápido, no sirve. Y eso quiere decir rapidez también para ciertos personajes con la sana intención de llenarse los bolsillos. En todas partes del mundo se copian los modelos y terminan por hacer siempre lo mismo. La cultura del dinero. Las concesiones y todo lo que conlleva.
Seguimos en contacto amigo.
Un abrazo
Xuanrata…
ResponderEliminarLa necesidad de sentirse vivos. Mil instantes para seguir sintiéndose útil. No para los demás. Sino para uno mismo.
Miles de fotos. No para los demás… sino para uno mismo. Te entiendo. Hago lo mismo!
Un fuerte abrazo
Wambas…
ResponderEliminarGracias por tu comparación. Muy acertada. Desgraciadamente, las cosas suceden así a diario. Pero algún que otro “viejecito” se rebela y sigue su lucha en silencio.
Un fuerte abrazo
No se que decir...me gusta la historia porque te transporta y la fotografia porque lo ilustra muy bien a pesar de su sencillez.
ResponderEliminarHola, Jan. Un relato precioso, lleno de fluidez y con un final impecable. La historia literaria es magnífica, la historia humana es un poco triste. A mí me sorprenden las personas que están tan apegadas a una sola cosa, muchas veces el trabajo, y cuando la pierden, se pierden ellos mismos. Me gusta explorar diferentes caminos, no todos a la vez, pero van y vienen como con vida propia, por temporadas. Creo que el secreto es querer aprender algo nuevo cada día porque si cada día no aprendes una cosa más, cada día sabes una cosa menos. Este hombre debería adaptarse a su nueva situación y marcarse un nuevo rumbo en vez de estar a diario saboreando los rancios placeres del pasado. Un saludo.
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