A ti te encontré en la calle

Llamé al taxi con el cansancio que provocan las esperas en los días lluviosos. Éste paró ante ella. No sabía muy bien que hacer. Debía de cederle mi turno?. Saldría de mi esa parte, que todo caballero tiene dentro?
La miré y no me contestó. Creo que noté cierta indiferencia por su parte. Pero eso siempre sucede las primeras veces. O no? El caso es que la esbeltez que dejaba entrever su pierna izquierda altero mis feromonas si es que me quedaba alguna en mi traviesa corriente sanguínea. Como la vida son cuatro días y uno ya ha vivido dos, me decidí a invitarla a compartir el taxi. No dijo nada. Y apliqué esa máxima que dice que quien calla, otorga. Así que abrí la puerta del vehiculo. La ayudé a subir y acomodarse. Levemente me rozó con su rodilla. No se disculpó y no la separó de la mía. Quise besarla, pero el jornalero del taxímetro, no paró de mirarnos a través del espejo retrovisor. Callado. Sin decir nada. Un autentico “voayer”. Me dio vergüenza besarla delante de el. Solo la acaricie suavemente…
No fuimos a su casa. La mía quedaba mas cerca. La invite. Calló. Otorgó otra vez. Han pasado seis años. Somos felices.
Bendito sea ese día que encontré esa pierna divina perdida ante la indiferencia de los demás. hay gente que se desprende de muchas cosas. Otros como yo, sienten afinidad por ellas.

"Fragmentos"
Copyright © By Jan Puerta 2008
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