Bruno es los que en occidente se denominaría despectivamente un pedigüeño. Un viejecito quien bastón en mano, defiende el mejor lugar –según el- para sacar unas monedas y poder comprar su almuerzo. Una persona a quien su gobierno ha olvidado completamente enviándola a un confinamiento impropio de un hombre que ha trabajado en mil oficios y que al cumplir los sesenta años se le empiezan a cerrar todas las puertas.
Nació en el siglo pasado. En mil novecientos treinta más o menos. Aprendió a leer gracias a los esfuerzos de un instructor americano afincado en Nicaragua desde los tiempos de la guerrilla. La peculiaridad de este aprendizaje fue que lo hizo en ingles. Hoy en día, le cuesta leer y mucho mas escribir en español. Pero en cambio, se defiende con gran soltura al hacerlo en ingles.
Hoy en día subsiste de unas cuantas monedas que consigue en la puerta de los servicios sociales. Su dieta diaria consiste en unas cuantas piezas de fruta, un plato de arroz al mediodía y con suerte un trozo de pollo en el mismo.
.- Tampoco se necesita más.
Me dice con un gesto entre la contrariedad y el conformismo.
.- Con poco también se es feliz, ¿verdad?
.- Con poco si, pero casi sin nada… es muy difícil continuar.
.- Y… la salud, ¿Cómo la tiene?
.- Bien. De momento bien.
El día que lo conocí, solo hable cuatro palabras con el. Le hice esta fotografía que representa para mí, la soledad de cierta edad cuando se pierde todo. O casi todo. Cuando no hay mas remedio que dejar la vergüenza aparcada y sentarte a pedir en un país donde las posibilidades económicas solo son patrimonio oficial para cuatro mal contados. La dignidad de las personas, constantemente es vejada hasta límites insospechados. Los que hemos tenido el designio de nacer en una sociedad mas equilibrada, socialmente hablando, deberíamos de intentar vivir en una crisis permanente para intentar comprender lo poco que valen en ciertos países expresiones como derechos humanos o estado del bienestar. Son locuciones tan ridículas como incomprendidas. Inventos de una sociedad de consumo que solo nos trae un desequilibrio como forma de vida. Olvidando a muchos millones de seres humanos mientras se les condena a una lenta agonía sin remedio.
.- Dígame amigo Bruno… ¿En cuantos oficios ha trabajado usted?
Sonríe abiertamente mientras dice…
.- No se contar tanto…
.- Pero de todos los trabajos… ¿con cual se ha sentido mejor?
.- Cuando trabaje de pescador en un barco de arrastre alemán que pertenecía a un armador japonés. De esos que tienen los ojos “apretaos”.
.- ¿Tanto le gustó?
Su sonrisa le da placidez al rostro…
.- Gracias a trabajar en cubierta, conocí la costa del pacifico. Desde el golfo de México hasta las costas de Ecuador.
.- Es cierto eso que dicen de los marineros que tienen en cada puerto… ¿un amor?
.- En cada puerto hay mujeres. De la vida… ¿me entiende?
.- Si…
.- Y… ¿ha conocido a muchas?
Se vuelve a reír abiertamente y añade…
.- ¡No tantas como trabajos!
Continuamos hablando durante un buen rato. En ese espacio de tiempo tres personas le dejaron unas monedas en el mismo vaso de plástico del café que tomó como desayuno. Nos despedimos con un abrazo. La vida, continúa y para todos nos tiene reservado un destino. Solo hay que esperarlo.
Nació en el siglo pasado. En mil novecientos treinta más o menos. Aprendió a leer gracias a los esfuerzos de un instructor americano afincado en Nicaragua desde los tiempos de la guerrilla. La peculiaridad de este aprendizaje fue que lo hizo en ingles. Hoy en día, le cuesta leer y mucho mas escribir en español. Pero en cambio, se defiende con gran soltura al hacerlo en ingles.
Hoy en día subsiste de unas cuantas monedas que consigue en la puerta de los servicios sociales. Su dieta diaria consiste en unas cuantas piezas de fruta, un plato de arroz al mediodía y con suerte un trozo de pollo en el mismo.
.- Tampoco se necesita más.
Me dice con un gesto entre la contrariedad y el conformismo.
.- Con poco también se es feliz, ¿verdad?
.- Con poco si, pero casi sin nada… es muy difícil continuar.
.- Y… la salud, ¿Cómo la tiene?
.- Bien. De momento bien.
El día que lo conocí, solo hable cuatro palabras con el. Le hice esta fotografía que representa para mí, la soledad de cierta edad cuando se pierde todo. O casi todo. Cuando no hay mas remedio que dejar la vergüenza aparcada y sentarte a pedir en un país donde las posibilidades económicas solo son patrimonio oficial para cuatro mal contados. La dignidad de las personas, constantemente es vejada hasta límites insospechados. Los que hemos tenido el designio de nacer en una sociedad mas equilibrada, socialmente hablando, deberíamos de intentar vivir en una crisis permanente para intentar comprender lo poco que valen en ciertos países expresiones como derechos humanos o estado del bienestar. Son locuciones tan ridículas como incomprendidas. Inventos de una sociedad de consumo que solo nos trae un desequilibrio como forma de vida. Olvidando a muchos millones de seres humanos mientras se les condena a una lenta agonía sin remedio.
.- Dígame amigo Bruno… ¿En cuantos oficios ha trabajado usted?
Sonríe abiertamente mientras dice…
.- No se contar tanto…
.- Pero de todos los trabajos… ¿con cual se ha sentido mejor?
.- Cuando trabaje de pescador en un barco de arrastre alemán que pertenecía a un armador japonés. De esos que tienen los ojos “apretaos”.
.- ¿Tanto le gustó?
Su sonrisa le da placidez al rostro…
.- Gracias a trabajar en cubierta, conocí la costa del pacifico. Desde el golfo de México hasta las costas de Ecuador.
.- Es cierto eso que dicen de los marineros que tienen en cada puerto… ¿un amor?
.- En cada puerto hay mujeres. De la vida… ¿me entiende?
.- Si…
.- Y… ¿ha conocido a muchas?
Se vuelve a reír abiertamente y añade…
.- ¡No tantas como trabajos!
Continuamos hablando durante un buen rato. En ese espacio de tiempo tres personas le dejaron unas monedas en el mismo vaso de plástico del café que tomó como desayuno. Nos despedimos con un abrazo. La vida, continúa y para todos nos tiene reservado un destino. Solo hay que esperarlo.
“Haciendo amigos”
Buena foto y buena historia.
ResponderEliminar"Con poco si, pero casi sin nada… es muy difícil continuar"
Excelente foto y una bella historia.
ResponderEliminarLa Vida siempre nos reserva un destino si, pero hay que saber verlo.
Un abrazo
Otro de esos impresionantes personajes doctorado cum laude en la universidad de la calle, me gusta su cara, parece preguntarse el porque lo estas fotografiando, seguro que acto seguido te enseño el vasito de las monedas.
ResponderEliminarsaludos.
En tu línea, dejándome divagando sobre cosas que quisiera que cambiaran, sobre cosas que no llego a comprender.
ResponderEliminarA veces, cuando veo alguien así en la calle.... me pregunto si no decidiría él estar así, harto de tantas patrañas de sociedad y de tantas falsedades mundiales.
Puede ser la manera más dura de subsistir, pero igual es la más acertada para quien no tolera las injusticias y no comparte nada con el resto de seres que le rodean.
No sé, son tantas cosas las que pueden ser también.
Saludos.
Los que hemos nacido en una sociedad más equilibrada deberíamos vivir en una crisis permanente. ¡Sí, señor! Sabias palabras, Jan. Muchas veces envidio a los cubanos y a su manera de afrontar la vida con imaginación.
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