José Eugenio Cruz Vergara

A las doce del mediodía, la primavera porteña se vuelve desafiante para aquellos que pasan largas horas bajo los rayos solares. La limpieza de atmosfera se deja notar y sus efectos empiezan a pesar como losas. Un domingo extremadamente caluroso.
Bajo esas condiciones José Eugenio se dedica a vender su libro “Historia de Valparaíso” a cualquier turista que se deje caer por el paseo Atkinson de Valparaíso. Las inmediaciones del impresionante Pub Brighton es su área de trabajo. Desde la propia terraza se observa una excepcional vista tanto del puerto como de algunos de los cerros de Valparaíso.

Se acercó a mí hablando un excelente ingles a pesar de haber nacido en el norte de Chile. Yo pensaba que mi aspecto era mas de trotamundos peregrino que de clásico turista, así que deberé recomponer mi aspecto exterior para seguir pasando desapercibido. El caso es que el me confundió con un turista e intentó venderme su libro.
.- ¿Vende usted aquí muchos libros?
.- ¡A veces ninguno!
.- Antes se leía más ¿verdad?
.- Si. Obvio que sí. Además la gente era más exigente en la lectura. Más serios.
.- ¿Y porque cree eso?
.- Se trabajaba con la imaginación. Hoy si un libro no tiene imágenes, no se vende tanto.
.- ¿Y el suyo tiene imágenes?
.- No.
.- ¿Entonces?
.- Mal vamos.
Curiosamente el paseo no dispone de ninguna sombra natural. Ese detalle hace que la mayoría de gente sea de paso. Al medio día, pocas personas transitan por aquí. Demasiado calor. Ahora bien, al atardecer es muy recomendable una visita a la terraza del Pub Brighton y tomar cualquier cosa mientras cae la noche. El espectáculo de las luces de Valparaíso sigue siendo casi mágico.
José Eugenio ha viajado mucho. Su padre lo llevo a Miami a muy corta edad. La última vez que fue se llevo una gran desilusión. Todo estaba muy cambiado…
Me habla de los propios cambios que está sufriendo la humanidad. Los diferentes pueblos han terminado sucumbiendo a su propia leyenda. Y los americanos, de una gran nación que fue, están empezando a debilitarse como tal. Pero su caída quizás no la terminamos de ver.
.- A mí me gustaba ir a Estados Unidos en los años sesenta y setenta. Qué gran nación entonces. Hoy está todo en decadencia.
Mi alma no es precisamente de lagarto. El sol me molesta y me despido de José Ignacio. Cualquier día al atardecer me acercaré y seguiré conversando. Hay tema para hablar y una fotografía mejor que la publicada por hacer. Así quedamos.

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“Haciendo amigos”

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