Nicola, nació en el sur de Italia. Creció al ritmo de la tarantela, entre panderetas y castañuelas. Una música bailable para que los jóvenes, y no tan jóvenes enamorados danzaran y cantaran sus amoríos. Vivió poco en Italia, ya que a los 13 años por indicación expresa de su abuelo salió de su pueblo natal a recorrer el mundo en persona…
Su abuelo, cariñosamente lo llamaba Nicolino…
Su abuelo, cariñosamente lo llamaba Nicolino…
.- Nicolino, escucha con atención…
Y este consejo que vino a continuación, a pesar de su corta edad, fue el revulsivo que hizo de su vida una pasión y de esta, una vocación…
.- ¡Tienes que viajar! Sal de aquí. Viaja por el mundo. ¡Recorre Europa! ¡América! ¡Viaja Nicolino!
El abuelo le ponía énfasis a todas sus palabras. Pero en esta ocasión le habló casi susurrando…
.- Y cuando regreses, aunque no sepas casi nada… podrás saber cosas de todo del mundo. Así tus viejos profesores que tanto dicen saber sin haberse movido nunca del pueblo tendrán que escucharte lo que les cuentes. Y sabes ¿porque tendrán que escucharte?
.- ¿Porque abuelo?
.- Por que tu habrás estado en sitios, lugares, rincones… habrás conocido personajes y habrás vivido lo que ellos… ¡solo han leído en libros!
Nicolino, tiene unos pequeños ojos vivarachos. Se le iluminan constantemente. Hace una pequeña pausa y adivino una lagrima que disimula rápidamente al pensar en su abuelo. Y sin pensárselo dos veces, empieza a cantarme una tarantela con su voz desgarrada por sus casi noventa años.
.- Mi abuelo era analfabeto. No sabía leer ni escribir. Ay mi abuelo… la de cosas que sabía de la vida.
Le gustan los proverbios orientales y me recita entre medio de nuestra conversación algunos de ellos sobre la superación de la persona. Me habla de sus inicios en chile, de sus primeros trabajos y del cómo esa sangre comerciante, que corre por sus venas… y las casualidades que tiene la vida, a pesar de que estas no existan como tales, le hicieron empezar a vender los desechos del algodón que nadie quería, para terminar teniendo uno de los mejores establecimientos de sastrería en esta vieja ciudad porteña que tan bien lo acogió.
Me cuenta su historia con mucha calma. Con sonrisas intermedias donde me demuestra su picardía y la habilidad que tenía en una época donde todo era difícil. El primer traje que hizo para un compatriota suyo. Habla y habla y las horas pasan sin darnos cuenta.
Dos veces nos hemos encontrado y en las dos ocasiones, su vida me ha parecido una historia tan fascinante que me sabe a poco lo contado. Así que espero poder seguir sentándome a su lado, cerrar los ojos y dejarme trasportar al ritmo de una alegre tarantela hasta donde mi imaginación me permita llegar. Cualquier día de estos, antes de finalizar este año, seguiremos hablando de Nicola.
Esta primera parte, es un adelanto de las vivencias de un emigrante del sur de Italia. Salió con 13 años y regreso a Italia, de viaje después de más de cincuenta. Sus viejos profesores nunca salieron del pueblo.
Y este consejo que vino a continuación, a pesar de su corta edad, fue el revulsivo que hizo de su vida una pasión y de esta, una vocación…
.- ¡Tienes que viajar! Sal de aquí. Viaja por el mundo. ¡Recorre Europa! ¡América! ¡Viaja Nicolino!
El abuelo le ponía énfasis a todas sus palabras. Pero en esta ocasión le habló casi susurrando…
.- Y cuando regreses, aunque no sepas casi nada… podrás saber cosas de todo del mundo. Así tus viejos profesores que tanto dicen saber sin haberse movido nunca del pueblo tendrán que escucharte lo que les cuentes. Y sabes ¿porque tendrán que escucharte?
.- ¿Porque abuelo?
.- Por que tu habrás estado en sitios, lugares, rincones… habrás conocido personajes y habrás vivido lo que ellos… ¡solo han leído en libros!
Nicolino, tiene unos pequeños ojos vivarachos. Se le iluminan constantemente. Hace una pequeña pausa y adivino una lagrima que disimula rápidamente al pensar en su abuelo. Y sin pensárselo dos veces, empieza a cantarme una tarantela con su voz desgarrada por sus casi noventa años.
.- Mi abuelo era analfabeto. No sabía leer ni escribir. Ay mi abuelo… la de cosas que sabía de la vida.
Le gustan los proverbios orientales y me recita entre medio de nuestra conversación algunos de ellos sobre la superación de la persona. Me habla de sus inicios en chile, de sus primeros trabajos y del cómo esa sangre comerciante, que corre por sus venas… y las casualidades que tiene la vida, a pesar de que estas no existan como tales, le hicieron empezar a vender los desechos del algodón que nadie quería, para terminar teniendo uno de los mejores establecimientos de sastrería en esta vieja ciudad porteña que tan bien lo acogió.
Me cuenta su historia con mucha calma. Con sonrisas intermedias donde me demuestra su picardía y la habilidad que tenía en una época donde todo era difícil. El primer traje que hizo para un compatriota suyo. Habla y habla y las horas pasan sin darnos cuenta.
Dos veces nos hemos encontrado y en las dos ocasiones, su vida me ha parecido una historia tan fascinante que me sabe a poco lo contado. Así que espero poder seguir sentándome a su lado, cerrar los ojos y dejarme trasportar al ritmo de una alegre tarantela hasta donde mi imaginación me permita llegar. Cualquier día de estos, antes de finalizar este año, seguiremos hablando de Nicola.
Esta primera parte, es un adelanto de las vivencias de un emigrante del sur de Italia. Salió con 13 años y regreso a Italia, de viaje después de más de cincuenta. Sus viejos profesores nunca salieron del pueblo.
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Copyright © By Jan Puerta 2009
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Gran retrato!
ResponderEliminarQue suerte Jan.
ResponderEliminarComo enriquecen, estas entradas tuyas.
Estas entrevistas, como por ejemplo, a Nicolino.
Estas personas llenas de historia, sencillas, humanas.
UNA ABRAÇADA. Montserrat LL.V.
Hola Jan! Un altre personatge dels que et treus de la màninga o del carrer, que tant és, i que fa pensar molt en la vida de casascù i le seves circumstàcies. Totes diferents... Totes interesnts...
ResponderEliminarTotes úniques....SAlutacions.
hOla Jan, me ha encantado la fotografía que nos presentas, pero sin desmerecer, todavía mas la historia de Nicolino, que posee la sabiduría que le ha dado el viajar y la vida...
ResponderEliminarUn abrazo, magnífica entrada.
Qué retrato: sin leer hubiera dicho que era italiano. Qué retrato, querido Jan.
ResponderEliminarEstas historias que nos traes enriquecen y emocionan. Un retrato genial, cuanta vida y cuantas experiencias.
ResponderEliminarun abrazo
Una tiernísima historia que merece seguir siendo contada. esperamos la continuación!
ResponderEliminarun abrazo!!!
Seguro que Nicolino sabe más que sus profesores, Jan.
ResponderEliminarUna pena que ya no pueda contarles sus historias aprendidas en la universidad de la vida.
Tienes que publicar más sobre este personaje. Seguro que nos enriquece con sus experiencias personales.
Un abrazo.
Un retrato fabuloso para un relato fabuloso...
ResponderEliminarUn abrazo!!!
Estoy visitando tu blog justo me doy cuenta q tmb estabas visitando el mio jajajaja
ResponderEliminares una buena señal no crees?... asi q me quedo a seguirte!! :)
un beso
Y hay mucha más gente con tantas historias como él y, con las mismas arrugas en su piel esperando a contar su historia.
ResponderEliminarUn abrazo
Interesante esta historia que nos traes hoy.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me ha gustado mucho ese rostro surcado por la vida.
ResponderEliminarY también me ha traído nostalgia el recuerdo de la tarantela que he bailado siendo pequeña en casa de una amiga de padre italianos.
saludos, Jan
Buenas noches, Jan Puerta:
ResponderEliminar- En la mirada de Nicola, están frescas las imágenes de las gentes bailando con la música de aquellas tarantellas que escuchaba cuando le llamaban Nicolino, y que no se han borrado ni un solo día de su vida.
Escenas y canciones, que pudo revivir en su última visita después de cincuenta años, cuando le recibieron todos los de su pueblo. Los niños de entonces, no estaban. Eran los retratos de sus mayores.
Y sí se cumplió, los profesores, y sus vecinos le escucharon, como le escuchabas tú.
Pero, él, cuando se mira en el espejo, le devuelve el rostro de su abuelo, y a él entonces le nacen las dudas. No sabe si daría a sus nietos aquel mismo consejo.
Saludos. Gelu
Pel que veig, tu també ets molt viatger i per això sempre ens portes tantes històries interessants de conèixer i a més acompanyades per aquesta bona manera de fotogafiar-les.
ResponderEliminarGràcies per compartir tan bones experiències!!
Una abraçada.
Hola Jan
ResponderEliminarEmocionante el relato de Nicolino, que escuchó el sabio consejo de su abuelo cuando éste sería más joven que el Nicola actual.
Cómo pasa el tiempo y qué importante el que sepamos sacar fruto de él.
Aprovecho para enviarte un fuerte abrazo.
Estaré atenta a la continuacación.
ResponderEliminarQué personaje éste y que sabio el abuelo, que le dió esos consejos.
Abrazo
Vem veritat que la vida ensenya el que els llibres no diuen ni diràn. El que s'atraveix a trencar amb la normalitat i fer de NIcolino crec que es un afortunat. Escoltar-los, es apasionant.
ResponderEliminarSalut Jan
Hola Jan, agradezco infinitamente tu historia, puesto que Nicola o Nicolino era mi abuelo para mi... Mi nonno el falleció hace tres días y quise curiosear si había algo escrito sobre el, ya que como tu bien lo describes sus historias nos dejaban cautivados a todos y pensé que tal vez alguien las había publicado.
ResponderEliminarLes cuento a ti y a las personas que comentaron tu escrito que efectivamente su hija y sus dos nietos hemos sido bastante patiperros también.
Y tratamos de incorporar a nuestras vidas esa grandeza, generosidad, nobleza y tantas otras cualidades que el
tenia... para enfrentar lo que nos depara el destino tal vez
lo intentaremos toda la vida y no le lleguemos ni a los
talones ( como se dice coloquialmente), pero que no les
quepa ninguna duda que sus historias calaron a nuestros
corazones como a el su rostro.
Suzanne Rheinen Giacomino