Hay puertas que no se deben de cruzar nunca. Unas por prudencia y otras por simple respeto a lo desconocido. Este microrrelato intenta explicar una experiencia que hoy en día, aun no se como catalogarla…
Empecé a caminar por una calle solitaria. Me crucé con un perro negro, un niño que no sonreía y un viejo sacerdote con sotana al que saludé con un, buenos días y me respondió con un “que Dios te acompañe”.
Me paré a pensar en la frase cuando a mi derecha se abrió una puerta sin que aparentemente nadie la abriera. Una gaviota posada en el noray del puerto parecía indiferente a mi presencia. El mar de lo absurdo se mostraba delante de mí y esa puerta seguía requiriendo de mi osadía. No pensé mucho en las consecuencias y crucé el umbral. Antes de ello el número quinientos dieciséis me daba la bienvenida.
La puerta se cerró a mis espaldas. Desde ese día, soy un navegante errante. Sin patria ni destino. Viajando entre las dimensiones de las dudas aparentes y las que se razonan con un buen vaso de vino. Tinto por supuesto.
Alguien que me conocía le dijo a un viejo amigo mío que una mañana de noviembre, hojeando viejos libros en el mercado de Sant Antonio en Barcelona, encontró a un personaje que se parecía a mí. Parece ser que vago eternamente en la pagina quinientos dieciséis. Y no puedo salir de ella. El capitulo donde me encuentro dice así…
Hay puertas que no se deben de cruzar nunca. Unas por prudencia y otras por simple respeto a lo desconocido. Este microrrelato intenta explicar una experiencia que hoy en día, aun no se como catalogarla…
“microrrelatos”
Me gustaría conocer a ese artista del tranpantojo.
ResponderEliminarUn relato algo inquietante para una bella imagen.
ResponderEliminarUn saludo
Muy bueno, me gustó mucho. Con una certera ambientación que me recuerda al mejor Borges.
ResponderEliminarTambién vendré por aquí.
Saludos y gracias por tu visita.
Osselin...
ResponderEliminarTambién a mi, amigo. Quizás el tenga la clave para salir de su embrujo.
Hace unos días conocí a un personaje, amante de la noche y bohemio de profesión que dedicaba al noble arte de deformar sus obras pictóricas con el fin de hacer que -según- sus propias palabras- trabajar las mentes figurativas haciéndolas dudar de su simplicidad.
En París se utiliza un excelente vocablo para definir tal "ilusión"... trompe l' œil
Un abrazo José.
El sin tierra…
ResponderEliminarInquietante? Dímelo a mi, amigo!
Un abrazo amigo
Goathemala…
ResponderEliminarNo me hagas poner “colorado”…
Como decía un amigo que siempre se acercaba a los editores con sus escritos bajo el brazo… Elogios, son amores pero de ellos mi estomago ya no se alimenta. Mi ego se sustenta, pero pierdo peso día a día.
Gracias por tu admiración amigo.
Un abrazo
es cierto, en este caso cruzar la puerta significa saber nadar...
ResponderEliminarsaludos
Las necesidades se vuelven casi utópicas en estos casos. Un amigo me dijo, antes de dudar ya deberías de estar al otro lado.
ResponderEliminarA eso se le llama determinación o simplemente, saber lo que uno quiere.
Un abrazo amigo de los cielos.
Un relato inquietante, como los que a mí me gustan ;)
ResponderEliminarMuuuuuacks!
Me alegro que sea de los que te gustan, Lara.
ResponderEliminarUn abrazo
Excelente la imagen, excelente el relato. El cura debió decirte "Que Dios te ampare" y no que te acompañe. Quizá la puerta la cerró el diablo... o el mismo sacerdote. La gaviota sólo miraba.
ResponderEliminarHola Jan,
ResponderEliminarSoy "aficionada" fotógrafa y "aficionada" a escribir relatos o al menos, a jugar con las palabras.
Caí aquí y creo, sinceramente, que me quedaré. Me gustó mucho el microrrelato. Nos "leemos".
Apreciado pedro...
ResponderEliminarAlgunos curas a pesar de saber que decir, suelen confundirte con sus buenos propósitos.
Gracias por hacer del microrrelato un mejor concepto.
Un abrazo
Hache...
ResponderEliminarJuguemos con las palabras y sigamos haciendo fotografías. Los caminos se cruzan y las sensaciones se comparten...
Sigamos.
Un abrazo
Querido amigo:
ResponderEliminarA mi tu microrrelato me ha llenado de agradables dudas aparentes, entre razonables e irracionales. Te lo agradezco tanto que lo voy a celebrar con un buen vaso de vino.
Un fuerte abrazo.
Elefante...
ResponderEliminarLevantemos la copa! La distancia es importante pero la ilusión por compartir un instante es más importante si cabe.
Un fuerte abrazo y gracias por dejarte caer por aquí.
Cruzo puertas y puentes las inquietudes me surgen si no las atravieso.
ResponderEliminarGenial tu relato, qué bien escribes :)
Besos
Ah!! esa foto es muy bonita, preciosa
ResponderEliminarTe encuentras sumergido en la espiral del caracol. Sólo tres acontecimientos te podrán sacar de ese círculo vicioso en el que navegas.
ResponderEliminar1) Que otro curioso atraviese la puerta abierta.
2) Que alguien abra el libro del mercado de Sant Antonio
3) Que la gaviota posada en el noray del puerto eche a volar
Está claro que hablas por experiencia :)
ResponderEliminarCuriosa composición.
un abrazo
Es un placer que hayas llegado a mi blog y, gracias a ello, ahora poder leerte. Me ha dejado perplejo este metafísico relato de rasgos borgeanos. Muchas puertas se abren y uno nunca sabe donde llevan o con que se puede encontrar. Yo desde que ingrese a la puerta que me llevo a mi presente no he dejado de manejarme por el camino de la incertidumbrte, un presente habitado de personajes y yo soy cada uno de ellos y cada uno de ellos es una parte mía ajajja.
ResponderEliminarUn abrazo grande y mucho gusto, ya te he enlazado para seguir navegando por este rincón.
Ariel.
Al terminar de leer tu microrelato estuve a punto de empezar a leerlo de nuevo. Gracias que en el último momento tuve arrestos para apartar la vista y cliquear los comentarios. En cuanto cruzas el umbral y cierras la puerta tras de ti, alguien viene y desmonta el decorado. Te das la vuelta al oir el ruido del trasteo pero ya es demasiado tarde. Cuando vuelves la vista ya tienes delante de ti un decorado casi idéntico al anterior. El día que descubras la diferencia romperás el bucle, pero para eso hay que cruzar la puerta y entonces alguien viene y...
ResponderEliminarInquietante relato, un tanto surrealista. Me hace pensar en nuestros hábitos y en nuestros pensamientos que se repiten día tras día sin que lleguemos a saber cómo romper el círculo vicioso. Muy buena la foto y el trampantojo. Casi llego a picar. Un abrazo.
ResponderEliminarSi parece complicado escapar de una página
ResponderEliminarSólo se me ocurre una solución, que surja una reedición con otro formato y la página que era la 516 pase a ser la 420, la 598.. o quién sabe, la 666... jeje
Pues creo que atodos se nos presenta una puerta que se desconoce a donde llevara, y uno tendra la decision de atravesarla o no. pero los que han sido valientes llegan a marcar y dejar huella en esta vida, como seres que se atreven a provechar y vivir al maximo esta pequeña vida que nos han brindado.
ResponderEliminarSaludos y yo la catalogaria como
osadia del ser humano
La composicion de la imagen es buenisima y para rematar la jugada has escrito un relato de susprnse buenísimo.
ResponderEliminarUn saludo.
A veces cuando se abre una puerta se cierra otra.
ResponderEliminarSaludos.
Como diría mi profesor de fotografía en la Universidad, "me gusta tu perspectiva"
ResponderEliminarMe encantan tus fotografías, en especial esta... Quiza mañana diga lo mismo.
Saludos desde México.
Hola, Jan:
ResponderEliminarLas fotografías de "puertas" son muy especiales para ti, ¿verdad? ;-)
Esta debiera ser circular, para no desentonar con el microrrelato.
Hola, Jan:
Las fotografías de "puertas" son muy.....
Un abrazo!
(Casi no puedo salir del microcomentario) jajaja
Antón.
Mui bueno olhar.
ResponderEliminarNi mucho menos yo me atrevería a catalogarla, solamente a veces observo para saber escoger la puerta que debo abrir y aun siendo así, desearía a veces no haberlas cruzado.
ResponderEliminarUn Fuerte Abrazo
Me quito el sombrero o mejor como diria un colega mio; me quito el cráneo, ante la foto y ante el relato. Te envidio sanamente ( si es que hay envidia sana, que no sé yo jejejeje).
ResponderEliminarUnos aplausos para ti, clak clak clak
Si gritas el personaje de la quinientas diecisiete te podrá ayudar en el salto y así entre los dos llegar a la quinientos dieciocho..... al final el fin libera.
ResponderEliminarme gustan tus escenas en un instante y la fuerza de tus microrelatos
ResponderEliminarAvisados quedamos...
ResponderEliminarY no me gustaría quedarme en algún capitulo de mi vida, no, definitivamente no...
;-)
...tal vez, una digestión pesada ...las copas del tinto,tal vez...el trampantojo, tal vez...puertas y más puertas, tal vez...
ResponderEliminartranquilo Jan, sólo es el número de la calle! Despierta! Jan, despierta!
Un relato inquietante e ingenioso. La fotografía acompaña...
ResponderEliminar• Acojonante esa segunda vuelta de tuerca al final del “microrelato”. Respecto a la fotografía me quito el sombrero ante su diafragma –entiéndame vuesa merced- Un saludo.
ResponderEliminar