"A las mujeres no les gusta la gente como yo por compañia".
Alex ¿?
Pasé por su lado y lo saludé…
.- Buenos días caballero…
Alzó la cabeza, me miró como escudriñándome y me contestó…
.- Buenos días señor.
Me quedé parado por un momento delante suyo y le pedí para hacerle una fotografía.
.- Hágala.
Una sola fotografía le hice. Entonces se me ocurrió la incomprendida acción de preguntarle si me podía sentar a su lado. Y así podíamos hablar con calma…
.- Siéntese.
Me lo dijo con cierto recelo. Con sorpresa. Con curiosidad, creo.
Sentarse en el suelo, al cobijo de un quiosco de periódicos, junto a lo que normalmente conocemos por un mendigo, o mas despectivamente por un pordiosero –a pesar de significar lo mismo- no es fácil de comprender para nadie… y menos para la autoridad competente. Por dos ocasiones se acercaron lo que podríamos llamar guardias municipales a pedirme mi documentación.
.- Me permite la documentación señor.
Me levante, abrí la pequeña mochila que llevo en bandolera, saqué el pasaporte y se lo entregué…
.- ¿Hay algún problema agente?
.- ¿Así que Español?
.- Si. ¿Pasa alguna cosa?
.- ¿Que hace usted aquí?
Se refiere a estar sentado o estar en Argentina?
.- Aquí sentado con “este”
.- Es amigo mío. ¿Algún problema?
Sus caras demostraron cierta extrañeza. Al identificarme como periodista, la cosa cambió con un "debería de habérnoslo dicho antes". Y se fueron como si no hubiera pasado nada. A mi nuevo amigo ni siquiera le miraron. Debían de tenerlo demasiado visto. Me volví a sentar y me dijo…
.- Usted no esta casado. ¿Verdad?
.- Pues no. ¿Como lo sabe?
.- Si lo estuviera no se hubiese sentado aquí conmigo. A las mujeres no les gusta la gente como yo por compañía.
.- Usted, ¿que busca en las bolsas de basura?
.- Cosas útiles. Hoy me he encontrado esta gorra.
.- Leo en la misma el nombre de Alex.
.- Pero usted, ¿se llama Alex?
.- Hoy si. Hasta que la venda.
Así hablamos hasta que volvió una segunda patrulla municipal. Una autentica pareja. Un hombre con uniforme…de buen ver. Y una señora, con el mismo uniforme pero que le quedaba mucho mejor. Me levante rápidamente. -a una dama, hay ciertas normas de caballerosidad que no deben de infringirse- La maquina en una mano, la documentación en la otra, como en los años setenta cuando en Barcelona uno tenia que lidiar con los grises mientras hacia sus primeros pinitos periodísticos al tiempo que medio país corría con ellos, porra en mano queriendo hacernos entrar en la vereda de que los derechos que se pedían eran una aberración casi cromática de nuestras mentes enfermas.
Antes de que me dijeran nada, les comente que era periodista, que dos compañeros suyos ya habían pasado por aquí, y que estaba sentado con mi amigo “Alex”, ayudándolo a buscar en las bolsas de basura.
.- ¿A buscar que? Me dijo el más hombre.
.- Cosas útiles. Algo que me pueda servir.
.- ¿Como que?
.- Pues no se. No busco nada concreto. ¿Quieren ustedes sentarse con nosotros?
Las caras cambiaron por completo. De una medio sonrisa circunstancial se paso a media seriedad una tanto tensa.
.- Tenemos cosas más importantes que hacer. –dijo el-
Se alejaron y la normalidad volvió a la sombra del quisco. Me volví a sentar y estuve con “Alex”. La gente, al ver a la policía sintió curiosidad. Unos pasaban disimulando y miraban el escaparate que se encontraba delante a pesar que anunciaban un traslado a otra dirección desde hacia un mes. Hay quienes no saben disimular. Otros pasaron tres o cuatro ocasiones intentando escuchar alguna cosa. Una señora se acerco y me pregunto que quería la policía. Otra señora me dio dos pesos. Y eso sin cantar, ni tocar instrumento ni siquiera tener un letrero en el suelo pidiendo limosna.
“Alex”, me dijo que a veces, también le dan algunos pesos. Pero no siempre los acepta.
.- Con los cartones que encuentro, -y alguna que otra sorpresa- tengo para vivir y dormir. Es suficiente.
A pesar de su aspecto sucio y desaliñado, en ningún momento su aliento delataba el alcohol. Me hablo de lo injusta que es la vida en el aspecto laboral. De los políticos y su particular sistema de ayudar al pueblo después de ayudarse a si mismos. De la iglesia, y sus ministros de Dios. De la gente y sus juicios de valor sin saber nada de lo que opinan…
Dos horas de abrir bolsas y plegar cartones. Le ayude en una de ellas. Encontré un bolígrafo que funcionaba y una de agenda usada del 2007. Abrí una página al azahar. Leí en voz alta…
.- 10 horas. Llamar a Laura. Quedar a las doce para almorzar.
.- 12.30 horas. Comer con Laura en el “Mexican”. Tema… Mauro!
.- 19.00 horas. Mauro. Su casa!
Alex exclamo sonriente…
.- Ay las mujeres y sus historias.
Le di los dos pesos y un billete de cinco por la agenda. Acepto el trato. Nos despedimos no sin antes preguntarle su nombre…
.- “Alex” ¿No se lo había dicho antes?
“Haciendo amigos”
Hay que ver, hay cosas que por muchas veces que uno las vea no se acostumbra...
ResponderEliminarHistorias urbanas como estas existen infinidad, pero hacemos como que no lo vemos...
ResponderEliminarGracias porque por medio tuyo nos muestras del cuanto podemos tomar en cuenta y no pasar por la vida, cuando con una simple charla creo yo le cambiaste el dia a esta persona. Felicidades excelente trabajo.
Entre bolsas..que alguien desecha
ResponderEliminarUn café??
jan es admirable ir viendo como para ti las historias son algo mas que hacer una foto
ResponderEliminarun beso
Eres magnífico Jan. Lástima que no sea editor, pero qué suerte tengo de poder leerte. Me encantan estas historias tan humanas. Por cierto que eso es lo que más llamó mi atención en Buenos Aires: no hay camiones de basura, y justo antes de pasar a recogerla en cubas hay decenas de personas buscando "algo de valor" para conseguir comida. Qué pena da eso en cualquier lado del mundo, pero siempre choca más cuando se trata de un país en el que hay tantas fuentes de riqueza. Los españoles tenemos mucha culpa de ello, pero nuestra ignorancia suele ser infinita cuando no afecta a nuestro pasaporte. Un fuerte abrazo Jan, y a seguir publicando.
ResponderEliminarEres magnífico Jan. Lástima que no sea editor, pero qué suerte tengo de poder leerte. Me encantan estas historias tan humanas. Por cierto que eso es lo que más llamó mi atención en Buenos Aires: no hay camiones de basura, y justo antes de pasar a recogerla en cubas hay decenas de personas buscando "algo de valor" para conseguir comida. Qué pena da eso en cualquier lado del mundo, pero siempre choca más cuando se trata de un país en el que hay tantas fuentes de riqueza. Los españoles tenemos mucha culpa de ello, pero nuestra ignorancia suele ser infinita cuando no afecta a nuestro pasaporte. Un fuerte abrazo Jan, y a seguir publicando.
ResponderEliminarEres magnífico Jan. Lástima que no sea editor, pero qué suerte tengo de poder leerte. Me encantan estas historias tan humanas. Por cierto que eso es lo que más llamó mi atención en Buenos Aires: no hay camiones de basura, y justo antes de pasar a recogerla en cubas hay decenas de personas buscando "algo de valor" para conseguir comida. Qué pena da eso en cualquier lado del mundo, pero siempre choca más cuando se trata de un país en el que hay tantas fuentes de riqueza. Los españoles tenemos mucha culpa de ello, pero nuestra ignorancia suele ser infinita cuando no afecta a nuestro pasaporte. Un fuerte abrazo Jan, y a seguir publicando.
ResponderEliminarCómo me gusta esta serie tuya. Y la foto de hoy. Ya sabes que yo tengo una que titulo "margen": todos estamos a cinco minutos de esa esquina.
ResponderEliminarQué suerte he tenido, Jan, al meterme en tu mochila y viajar por el mundo contigo. Cuántos seres vivos interesantes y valientes he conocido a tu lado.
ResponderEliminarY los que nos quedan por conocer...
Bonita historia como siempre.
ResponderEliminarsalu2
ENhorabuena!
ResponderEliminarPARABÉNS!
Me gustó mucho tu blog, mucho mismo!
Perdona mi malo castellano, sí?
Saludos.
Cruda pero real como la vida misma. Es una pena que haya gente que acabe así. Gran historia Jan.
ResponderEliminarUn abrazo.
Mi querido amigo.
ResponderEliminarMe quedo muy impactado con tu post de hoy.
Y tambien con esa leyenda que reza asi: "Ojala mañana tuviera que quitar este enlace por que el hambre haya sido erradicada de la faz de nuestra tierra... ojala."
Somos muchos los que soñamos con ese Ojalá.
Un fuerte abrazo.
Nos quejamos por tonterias, cuando hay gente que sobrevive sin nada.
ResponderEliminarSaludos.
Tienes un corazón de oro.
ResponderEliminarDeberia haber mas personas como tu.
...que bonita historia...me gusta el que tengas la sensibilidad suficiente para sentarte junto a personas como Alex, junto a las cuales, rara vez se sentaran...un abrazo..
ResponderEliminarSo sweet Jan...
ResponderEliminar:-)
Espectaculares la foto y el relato. la vida real, a veces para echarse a llorar. Enhorabuena amigo por tu trabajo y por tu corazón.
ResponderEliminarEspectaculares la foto y el relato. la vida real, a veces para echarse a llorar. Enhorabuena amigo por tu trabajo y por tu corazón.
ResponderEliminarLa realidad supera siempre a la ficción, y tú supiste sentarte con la realidad más cruda, esa que nadie quiere ver¡¡
ResponderEliminarUN BESOOOO¡¡¡
¡Qué huevos tienes Jan! Un día vas a pillar a los guardias mal dormidos, o mal comidos, o mal cagados, o mal follados, o vete a saber, y vas a acabar chupando barrote por una bobada y el cónsul de España de cacería todo el fin de semana. Cuídate.
ResponderEliminarHola Jan:
ResponderEliminarVeo que cruzaste los Andes ;-)
Por el color del quiosco de periódicos no creo reconocer a los de la ciudad de Buenos Aires.
Una charla poco común.
Tal vez "Alex" fue el más sorprendido... en verdad hoy ya tendrá otro nombre ;-)
Un abrazo.
Antón.
Muy bueno el post. Debo admitir que a veces quise hacer lo que vos hiciste pero no me amimé. Seguro que mis fantasías contaron más que la actitud o la realidad del mendigo que tenía delante.
ResponderEliminarDemostras con esto que llevás el ser periodista en la sangre.
Saludos desde Castelar. Bs As
Juan
Un poco de conversación es de agradecer. Supongo que el hombre tendrá pocas ocasiones de charlar con alguien que está interesado en sus asuntos. Y al que escucha, su historia le puede servir para reflexionar un rato.
ResponderEliminarO para contarlo a quienes pasan por aquí, para que los demás reflexionemos.
El acercamiento con las personas, la historia de "Alex" le da vida a la fotografía, muestra el humano que hay detras de ese personaje con las bolsas.
ResponderEliminarAbrazos
Bueno la fotografia tiene esa gracia particular de mostrar lo que nosotros muchas veces no queremos ver o que nos costaria ver todos los dias, tenemos mucho que mejorar como humanidad y ya saben un monton de cosas que no hace falta expresar, en Chile existen muchas personas indigentes unos que fueron profesores y por cosas de la vida viven en la calle y asi muchas historias, felicidades por demostrar que existen muchas mas vidas fuera de nustro hogar...
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