“No se que haría sin la bicicleta”
Salía de la cafetería de tomar un café con leche. A pesar de ser cerca de las doce del mediodía, el ambiente era frio para andar por la calle cámara en mano dejándose llevar por los detalles que uno siempre busca.
Estaba a punto de cruzar la calle cuando al mirar a mi izquierda lo vi acercarse. Al verlo venir pedaleando a lomos de lo que me parecía un vetusto velocípedo no pude resistir la tentación de hacerle una fotografía al pasar delante de mí. Su estampa rígida a lomos de una vieja pero bien cuidada bicicleta era una tentación tan sutil que caí en ella.
De la misma manera que paso, se alejo de mí. Ahí quedó la imagen. Pero unas horas después me lo encontré en el parque en animada charla con otros vecinos de su misma edad.
Mientras me acercaba vi que se despedía de los mismos. Al pasar a mi lado lo salude y le comenté que le había hecho una fotografía.
.-Soy muy viejo para las fotografías.
Me dijo casi sin inmutarse, demostrando poco interés por la misma.
.- Amigo, no se la quiero vender, sino regalar.
.- Nadie regala nada, por nada.
Alberto pensaba que le estaba intentando vender la fotografía. Por eso, se mostraba reacio…
.- Yo se la regalo, pero…
.- Ya sabia yo, que había un pero.
Me dijo sonriendo.
.- Pero… además le invito a un café.
.- ¿No se dedicara a vender seguros?
.- ¡No! Pero me gusta hablar con la gente del lugar.
.- Ustedes los extranjeros tienen cosas raras. Ya me dirá usted que le puedo contar yo, que usted no sepa.
.- Pues cosas de su vida. De su pueblo, de cuando era joven… Cosas que solo usted sabe.
.- Pero… ¿eso que interés tiene?
Le intenté explicar que la importancia de aquello que se cuenta está en que, quien lo escucha, o lee, desconoce unos detalles que lo hacen único. Asintió con la cabeza y me dijo…
.- Vamos ahí, donde Mario que tiene buen café.
Nada mas doblar la esquina, Mario estaba sacando las mesas y las sillas a la calle. Allí nos sentamos mientras nos servía los dos cafés.
.- ¿Y que quiere usted saber?
.- Tiene usted una bicicleta muy curiosa. Ya no quedan de estas.
.- Hace poco un amigo que tiene un taller le dio un repaso y me la pinto de nuevo. La tengo desde hace más de cincuenta años.
.- Imagino que no querrá venderla…
.- ¡No! Ni pensarlo. No se que haría sin ella.
Hablamos de diferentes temas pero casi todo centrado en la bicicleta y el uso que tiene para mucha gente sin recursos…
.- Es el en coche de los pobres. Ha visto usted en la televisión, en la China esa… casi todos los chinos tienen una.
.- Pues si. Por algo será. ¿No?
.- Te da la libertad que se necesita para moverte.
Aprovechando que se corría la última etapa del tour de Francia, hablamos sobre su tocayo llamada Alberto. A pesar de no tener el mismo apellido surgieron las casualidades…
.- Fui contador como el antes de jubilarme.
.- No, él no fue contador, sino que se apellida así.
.- Eso quiere decir que su apellido viene dado por que seguramente sus antepasados fueron contadores.
Cabe remarcar que en Chile, un contador es un asesor contable.
Después de este entuerto lingüístico, nos despedimos sonriendo los dos por lo acontecido. Cuando llegué a casa, edité la fotografía y creí oportuno publicar esta anécdota hoy mismo. Mas que nada por la celebración de la victoria de Alberto Contador en el tour de Francia 2009.
La próxima semana, el Sheriff de Quillota, será el protagonista de esta serie llamada “Haciendo amigos”
Todas las imágenes de este blog están subidas a una resolución de 1024. Con un clic sobre la imagen las veréis a pantalla completa.
Estaba a punto de cruzar la calle cuando al mirar a mi izquierda lo vi acercarse. Al verlo venir pedaleando a lomos de lo que me parecía un vetusto velocípedo no pude resistir la tentación de hacerle una fotografía al pasar delante de mí. Su estampa rígida a lomos de una vieja pero bien cuidada bicicleta era una tentación tan sutil que caí en ella.
De la misma manera que paso, se alejo de mí. Ahí quedó la imagen. Pero unas horas después me lo encontré en el parque en animada charla con otros vecinos de su misma edad.
Mientras me acercaba vi que se despedía de los mismos. Al pasar a mi lado lo salude y le comenté que le había hecho una fotografía.
.-Soy muy viejo para las fotografías.
Me dijo casi sin inmutarse, demostrando poco interés por la misma.
.- Amigo, no se la quiero vender, sino regalar.
.- Nadie regala nada, por nada.
Alberto pensaba que le estaba intentando vender la fotografía. Por eso, se mostraba reacio…
.- Yo se la regalo, pero…
.- Ya sabia yo, que había un pero.
Me dijo sonriendo.
.- Pero… además le invito a un café.
.- ¿No se dedicara a vender seguros?
.- ¡No! Pero me gusta hablar con la gente del lugar.
.- Ustedes los extranjeros tienen cosas raras. Ya me dirá usted que le puedo contar yo, que usted no sepa.
.- Pues cosas de su vida. De su pueblo, de cuando era joven… Cosas que solo usted sabe.
.- Pero… ¿eso que interés tiene?
Le intenté explicar que la importancia de aquello que se cuenta está en que, quien lo escucha, o lee, desconoce unos detalles que lo hacen único. Asintió con la cabeza y me dijo…
.- Vamos ahí, donde Mario que tiene buen café.
Nada mas doblar la esquina, Mario estaba sacando las mesas y las sillas a la calle. Allí nos sentamos mientras nos servía los dos cafés.
.- ¿Y que quiere usted saber?
.- Tiene usted una bicicleta muy curiosa. Ya no quedan de estas.
.- Hace poco un amigo que tiene un taller le dio un repaso y me la pinto de nuevo. La tengo desde hace más de cincuenta años.
.- Imagino que no querrá venderla…
.- ¡No! Ni pensarlo. No se que haría sin ella.
Hablamos de diferentes temas pero casi todo centrado en la bicicleta y el uso que tiene para mucha gente sin recursos…
.- Es el en coche de los pobres. Ha visto usted en la televisión, en la China esa… casi todos los chinos tienen una.
.- Pues si. Por algo será. ¿No?
.- Te da la libertad que se necesita para moverte.
Aprovechando que se corría la última etapa del tour de Francia, hablamos sobre su tocayo llamada Alberto. A pesar de no tener el mismo apellido surgieron las casualidades…
.- Fui contador como el antes de jubilarme.
.- No, él no fue contador, sino que se apellida así.
.- Eso quiere decir que su apellido viene dado por que seguramente sus antepasados fueron contadores.
Cabe remarcar que en Chile, un contador es un asesor contable.
Después de este entuerto lingüístico, nos despedimos sonriendo los dos por lo acontecido. Cuando llegué a casa, edité la fotografía y creí oportuno publicar esta anécdota hoy mismo. Mas que nada por la celebración de la victoria de Alberto Contador en el tour de Francia 2009.
La próxima semana, el Sheriff de Quillota, será el protagonista de esta serie llamada “Haciendo amigos”
Todas las imágenes de este blog están subidas a una resolución de 1024. Con un clic sobre la imagen las veréis a pantalla completa.
Caramba Jan te enrollas que dá gusto. Interesante. Jó soy así por naturaleza. Me siento donde sea y al ver pasar a la gente, a todos les preguntaría por su vida y sus experiencias. Y me gusta imaginar como serán en relidad. Si además se dejaran sacar una foto, pues sería el colmo. Y en esas antípodas donde tu estas ahora, donde la vida es tan diferente. todo se puede dar, com por ejemplo la mujer de la ventana que vendía cafés a los transeuntes. Estupendos reportajes.Gracias!
ResponderEliminar¡Grande los dos Alberto(s)!
ResponderEliminarpero tú más, amigo :-)
Curiosa conincidencia las que nos depara la vida tranquila.
ResponderEliminarEse grano exagerado que le has sumado a la imagen le da un toque muy pero que muy antiguo que para el tema me parece que es perfecto.
Saludos.
La foto me ha atrapado: es como si hablara el pasado en ella.
ResponderEliminarY espero, por supuesto al Sheriff, que promete...
Una de las mejores cosas de viajar es lo que tú haces: hablar con la gente y escucharla. Al fin y al cabo la vida está hecha de intercambios y el que más valor tiene es la palabra.
ResponderEliminarUna historia preciosa. Gracias.
Besazos.
Si ya nos atrae el alma de las cosas, no digamos el de las personas.
ResponderEliminarCada persona es un mundo, y descubrirlo es una experiencia maravillosa.
Te felicito por còmo tratas estas cosas y a esta gente.
Un abrazo amigo Jan
Gracias por tus palabras y tu visita, te seguiré, es interesante saber lo que se cuece en otro lado. Un abrazo
ResponderEliminarMe encanta conocer estas pequeñas historias que rescatas como anécdotas de tus fotos. Son un excelente y cálido complemento!
ResponderEliminarun abrazo!
La elegancia en la bicicleta no puntúa, pero debería.
ResponderEliminarSolo tú podrías encontrar otro Alberto contador al otro lado del Atlántico, ese espejo donde reconocemos a nuestros antepasados.
Un texto muy acertado para la bonita composicion de la foto
ResponderEliminarGrandes historias anónimas, que desvelan la humanidad y sus múltiples recodos y pliegues. Es genial el tratamiento que has dado a la foto, amigo Jan, ese ruido y aspecto envejecido cuadra con la antigüedad de la propia bicicleta.
ResponderEliminarUn abrazo
Soy una forofa de las bicis. En los '70 aquí en Ibiza tenía una bici antigua que pinté de blanco y me movía por toda la isla con ella. ¡Cuánto la echo de menos! Me la robaron... Preciosa la foto. Besotes, M.
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