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lunes, 23 de febrero de 2009

Julio, el poeta

Hoy buscando unas anotaciones para pasarlas a limpio de hace algo mas de un año, he recordado a un personaje que conocí de casualidad. Me costó llegar a su casa. Perdida en el interior de Nicaragua. En la región de Rann. (Región autónoma del atlántico norte) Una extensión de bosque húmedo tropical donde la supervivencia realmente es difícil a pesar que la naturaleza provee de todo a sus habitantes. Cerca de la laguna Bihmuna un indígena me comentó de un personaje que escribía poesías. Debía de remontar el río Twimaya unas seis horas aproximadamente. A medio camino del territorio hondureño. Esta es parte de la historia de… Julio el poeta


Julio, el poeta

Primera parte...
"El Padre “Batzí”. Un buen hombre. Pero demasiado religioso"

Llegar a la casa de Julio fue una autentica aventura. El río había crecido en su cauce por las últimas lluvias. El único bote que pude encontrar para llevarme hasta su casa no tenia muy buena pinta que digamos. Además, “Tanos”(1), su propietario llevaba alguna copa de más, por no decir que las llevaba todas.
.- ¿Cuanto tiempo hace que remonta este río?
.- Muchos años. Mi Padre me enseñó a navegar por el. –Mientras me hablaba, bebía una cerveza “Toña”. A pesar de mi temor, me llevó sano y salvo a puerto. Bueno, si se le puede llamar puerto a las cuatro maderas que hacían de embarcadero para las pequeñas embarcaciones que allí amarraban. Un vieja y desgastada cuerda de cáñamo, dejó sujeto el bote. Sacamos la mochila y cuatro cosas de comida que pensé que le vendrían bien a Julio en su retiro. Tanos me había informado que fumaba y le gustaba beber una copa de vez en cuando, así que compré algo de tabaco, una botella de brandy y una de ron. Harina, arroz, café y unas sopas de esas que se hacen al instante. Además, dos piezas de pan fresco.
El ruido del motor fuera borda japonés de veinticinco caballos atrajo a Julio. Mientras se acercaba descubrí a un hombre de bastantes años. Me sorprendió su decisión de retirarse a vivir en un lugar tan apartado.
Alzó la mano a manera de saludo. Tanos le grito…
.- Le traigo a un español que quiere conocerlo!
Alcé mi mano mientras el sonreía. Descargamos las provisiones…
.- Le he traído unas cuantas cosas. Me dijo Tanos, que usted no bajaba mucho a la ciudad.
.- Ya no tengo edad para viajes. Además, aquí hay casi de todo. Pero se agradece hermano.
Cuando vio el tabaco y el brandy, se le iluminaron los ojos. Yo al verle los suyos, los míos debieron de coger el mismo fulgor.
Esa noche, Tanos se quedó dormido rápidamente. La cerveza hizo su efecto. Me quede un rato conversando con Julio. Antes de entrar en la somnolencia, había quedado con Tanos para estar dos días allí. Veinte dólares agregados a los quince de combustible, fueron más que suficientes.
.- ¿Y que le interesa de este pobre viejo?
.- Me han dicho que usted es poeta.
.- Bueno… me gusta escribir. A pesar de tener pocos estudios.
.- ¿Sobre que escribe?
.- Lo que me rodea. Los ruidos. Las visitas inesperadas que a veces tengo.
Me lo dice sonriendo mientras bebe un sorbo del brandy.
.- La gente dice que soy poeta, pero yo no me considero así. Solo tomo notas de lo que veo a mí alrededor.
.- ¿Como empezó a escribir?
.- Gente de las comunidades que no sabían, me pedían si les podía escribir cartas a familiares suyos. Estos tampoco sabían leer, así que cuando llegaban las cartas de vuelta, yo se las leía.
.- Debe usted saber todo lo de la comunidad.
Vuelve a sonreír y puntualiza…
.- Algunas cosas sé. Y algunas de ellas me fueron bien el saberlas.
.- ¿Cuanto tiempo lleva usted sin bajar a la ciudad?
.- No se. Un año, creo.
.- Y… ¿tiene usted mujer? ¿Está casado?
.- Alguna hay por aquí. Pero nada oficial. Sabe… cuando los dos tenemos ganas. Sin compromisos que uno ya no tiene edad para tonterías.
Sonrío y el hace lo propio…
.- Eh que me entiende… ¿verdad?
Me cuenta entre otras cosas que fue conductor de un colectivo en Managua hace muchos años. Trabajó en una oficina haciendo encargos. Vendió pescado de la costa en el interior y fruta del interior en la costa. Viajó por Honduras y estuvo luchando contra la dictadura de Somoza en el frente sandinista de la liberación nacional (FNLN) cuando la revolución tenía un sentido y el imperialismo dictatorial aun se podía combatir. Estuvo casado con una salvadoreña de su misma unidad. En una emboscada la mataron. Entonces desertó. Cruzó la frontera con Honduras y se internó en Nicaragua. Después de meses y meses de deambular por la selva descubrió una comunidad a tres días de donde se encuentra. Un párroco español de los jesuitas lo acogió.
.- El Padre “Batzí”. Un buen hombre. Pero demasiado religioso.
Se le cerraban los ojos. A mi también. Nos despedimos hasta la mañana siguiente. Esa noche escuche más ruidos extraños que los que había oído hasta la fecha. Realmente estábamos lejos de todo.
Por la mañana al levantarme, el bote no estaba. Se había roto la viaja cuerda deshilachada. La corriente se lo había llevado rio abajo. Llame a Tanos quien maldiciendo, se adentro en la selva, buscando alguna vereda que fuese paralela al río para intentar ubicar la embarcación. Intente seguirlo, pero quince minutos después desistí por la rapidez en que se movía. Su agilidad y seguridad en donde ponía los pies me hicieron ser más prudente. Volví sobre mis pasos. No me perdí. A pesar de no conocer el terreno, mi sentido de orientación no es del todo deficiente.
Cuando estaba a poco de la casa de Julio, un aroma me llamó la atención. Algo oloroso e intenso, salía de una vieja olla que descansaba sobre las brasas que quedaron de la noche anterior. Una columna de humo impreciso llenaba el entorno de un olor difícilmente identificable por mí.
.- Don Julio, que es eso que esta cocinando.
.- Café de la selva.
Me dejo sin palabras pero con la curiosidad de probarlo. Iba a servirme un poco y me dijo…
.- Aun le falta una media hora. Si te lo tomas ahora no dormirás en un par de días.
En ese periodo de tiempo, escuche el ronronear del motor y vi acercarse a Tanos. Esta vez, a parte de amarrar el bote con la misma cuerda, lanzo un ancla artesanal al lecho poco profundo del río. Nos contó que el bote quedo embarrancado entre unos arbustos a unos treinta minutos río abajo. No era la primera vez que le pasaba. Menos mal, pensé. Ya que si hubiéramos tenido que volver caminando los dos o tres días no me los hubiera quitado nadie. Y aunque esto sucedió hace más o manos un año, uno ya empezaba a ser mayor.
El café de la selva era un compuesto de varias semillas, bayas, hierbas y no se que mas. El caso es que despejaba. Te quitaba el hambre y te daba vitalidad…

Mañana martes publicaré la segunda parte.

(1) Tanos. Me acompañó en varias incursiones en el río Twimaya. También navegamos por la laguna Bihmuna. Me llevó a rincones donde difícilmente se puede acceder a menos que vayas con alguien que conozca el río o la laguna como la palma de su mano. Por eso merece un capitulo aparte...
Un día de estos le tocara a el.

“Haciendo amigos”
Copyright © By Jan Puerta 2009
Texto y fotografías con copyright del autor.
janpuerta@gmail.com

9 comentarios:

  1. Agradecería un envió urgente del dichoso café ese de la selva.

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  2. Apasionante aventura y no menos apasionantes personajes...Te seguimos...
    Besos, Jan.

    PD: Si te sobra café despues de darle a Fernando, ponme en la lista..

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  3. Espero impaciente la parte de mañana, Jan. Estupendo.

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  4. Muy rica anécdota, pude sentir en aroma del café, la somnolencia, en fin. Me gustaría ser considerada una poeta a pesar de las limitaciones de educación, las cuales para mi son vanales; si no lo traes en las venas por más carreras que tengas no serás un buen escritor, pintor, etc. etc.

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  5. Hubiera merecido la pena beber ese café media hora antes.
    A fin de cuentas, un poeta no es nada más que eso: un hombre que escucha. Hay demasiados sordos...

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  6. Apasionante es poco. Es toda una aventura, y tal como narras toda una delicia de leer. volveré a por esa continuación. Un abrazo.

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  7. Muy bonita anecdota. y la foto preciosa! el B&N ha sido una gran elección.

    Saludos!

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  8. He vivido a Julio el poeta en tus letras...estupenda sensacion.

    Un saludo desde Valencia

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  9. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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