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Pequeño relato inquieto, para una niña cansada.
Parte II
La nieta, regreso el martes. Puntual, como siempre que su madre debía de realizar algunas gestiones.
.- Abuelo, creo que me quedé dormida. Lo ultimo que recuerdo fue que…
.- No te preocupes. Vamos a seguir desde donde recuerdas…
Decidí entrar en la autopista. El pago del peaje es incomodo para las épocas de crisis, pero la idea de poder acortar durante dos horas el sufrimiento de la bota me parecía mas que justificable su dispendio.
La circulación por la autopista es monótona. Parece algo irreal. Vas circulando por una especie de circuito donde una valla impide que salgas del mismo a menos que sea por uno de los burladeros que hay para ello. El poco tráfico agudizaba en parte mi somnolencia. A medida que los kilómetros quedaban atrás y nuestro destino era más cercano la excitación de la bota era casi audible por los latidos desmesurados de su corazón.
.- Abuelo, ¡las botas y los zapatos no tienen corazón!
.- Esta, si mi queridísima nieta. Esta si que tenia corazón… ¡incluso alma!
Ella me miro con esa cara de incredulidad tan característica de quien no las tiene todas consigo, pero con el beneficio de la duda por aquello de que quien se lo contaba, era el abuelo que nunca tuvo. Así que proseguí con la historia…
El trafico fluido hasta entonces, se empezó a convertir en mas denso. Hasta que casi detenidos, el coche que tenia a mi izquierda me indicó que según la radio, había un accidente unos kilómetros delante nuestro.
.- ¡Pare! ¡Pare!
Detuve el coche en el arcén. La bota salió corriendo con esa grácil cojera que tienen las botas desparejadas, al correr. Y volvió rápidamente con… ¡un mocasín negro de señora!
Al parecer era de la victima mortal de uno de los vehículos implicados. Lo ubicó en el asiento de atrás y yo, aceleré rápidamente antes de que el policía de transito se acercara para recriminar mi detención.
En la primera área de servicio aparqué el coche mientras me interesaba por el estado de ánimo del mocasín.
.- Todo sucedió en un instante. Salí despedido por la ventana en una de las vueltas de campana que dio el vehículo de la señorita Maritza.
Nervioso como estaba opté por ir al bar de la estación de servicio y pedirle una tila. Después de soplar para enfriarla, la bebió y con una calma ganada en parte a los favores medicinales de la infusión me siguió contando los detalles…
.- Mientras yo terminaba de rodar por el asfalto hasta terminar en el arcén, observé sin poder hacer nada para ayudarla a ella y consecuentemente a mi mocasín homónimo.
.- Que le habrá ocurrido al mocasín se preguntó la bota. Los dos me miraron mientras yo fruncía el ceño y les comentaba que nos fuésemos al lugar del accidente y peinásemos la zona por si también salió despedida, pero en otra dirección. Así lo hicimos.
Después de dos horas largas de búsqueda infructuosa decidimos dar por terminada la indagación en el lugar del luctuoso accidente.
Desde el coche, llamé al taller de las grúas que se encontraban en la autopista y estos nos facilitaron los teléfonos de algunos familiares de la victima. Empecé a llamarlos y la conversación y contestación por parte de los familiares fue más o menos en todos los casos, como sigue…
.- Buenas tardes, perdone que les llame en estos momentos tan difíciles. Primero de todo permítame que le acompañe en el sentimiento.
.- Gracias. Y dígame… ¿usted conocía a la difunta Maritza?
.- Pues no tuve la ocasión en vida.
.- Entonces ¿como es que llama para darnos el pésame?
.- Mire, la verdad es que me interesaría saber si usted sabe que le ha pasado al mocasín del pie derecho de la difunta Maritza, ya que tengo en mi poder el del pie izquierdo, pero el otro mocasín ha desparecido y claro, el que esta en mi poder esta intranquilo por lo que le haya podido pasar. ¿Me entiende?
Ante esto, las contestaciones de casi todos fueron las mismas. Sin salir del asombro de mi pregunta, unos me enviaron a freír espárragos por educación y no enviarme a otro sitio más maloliente, otro me envió directamente al fétido lugar sin pasar previamente por donde se fríen los espárragos. Él siguiente, me insinuó que la broma era de muy mal gusto, colgando el teléfono a continuación. Y el resto se dedico a mentar a mis familiares muertos recientemente.
El tiempo pasaba rápidamente. La tarde se deshizo del resto del día y decidí ir hasta un motel que había en la carretera. Mejor era irse a dormir, descansar y mañana por la mañana seguir investigando.
Una vez en la conserjería solicite una habitación de dos camas individuales y un tercer plegatín o camastro. Cuando terminaron de instalarlo con sus correspondientes sabanas, mantas y colcha, entramos en la habitación. La bota con tanta exaltación vivida, había olvidado su propósito y se durmió en poco tiempo. El mocasín, necesito una segunda taza de tila. Yo me quede en el camastro viendo un programa del corazón que daban por la televisión.
Mientras le estaba contando esto a mi nieta, sonó el teléfono de casa y me di cuenta que ella dormía plácidamente en mi falda. Alargué la mano y mi hija, que era quien llamaba, me aviso que estaba a solo cinco minutos de casa. Me preguntaba como se había portado mi nieta.
.- Bien hija. Ahora mismo se ha dormido.
.- Claro es que con los cuentos que le cuentas… ya te vale.
.- Hija, no son cuentos, sino historias verdaderas.
Al verla dormida pensé que la próxima semana, el martes, cuando me viniese de nuevo a visitar mi nieta, la que nunca tuve, le seguiría explicando esta interesante historia. Al menos para mi lo era.
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Un agradable espacio.
ResponderEliminarGracias por compartir tus imágenes y palabras...
Un gran tiempo desde Xochimilco México.
colectivo Tollan
jejjeje...cómo se te ocurren estas locuras a partir de una bota o un mocasín! jejejej...muy creativo lo suyo! jajajaj. Veremos el martes siguiente como continúa la historia (no cuento!)
ResponderEliminar.. Sigamos las huellas.. del mocasín y de quien le da vida..
ResponderEliminarBeso, Jan!
¡Ahora no solo tenemos a la bota desparejada sino tambien al pobre mocasín, solo, fané y descangallado...! (Me ha encantado la historia). Besotes, M.
ResponderEliminarMe tienes en vilo... Y estoy disfrutando como una enana. Gracias.
ResponderEliminarBesotes.
Ese mocasín se me está haciendo un poco blando y llorica; esa bota necesita un zapato de cordones que le dé caña.
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