Con Juan hablé poco tiempo. Eso me dejó un mal sabor de boca. Pero en ocasiones las condiciones nos alejan de aquello que nos sienta bien. Pasé una tarde completa en su casa. Mientras se acercaba la noche me invitó…
.- Quédese a cenar y seguimos hablando.
La cena fue realmente un autentico manjar…
.- Déjeme ayudarle…
Me señaló unas cuantas patatas y unas cebollas. Ayudado por mi “pallares Solsona”
(1). pelé unas cuantas de cada mientras el agua en una vieja cacerola, le faltaba un poco para hervir. Juan me acercó un tarro de cristal lleno de hierbas. Me lo acerque a la nariz pero no supe definir que hierbas componían esa mezcla…
.-Que cantidad le pongo?
.-Con una cucharada de esas pequeñas, será suficiente.
.-Huele bien. Que tiene?
.-De todo un poco. Laurel, tomillo, romero, cilantro, jengibre y algo mas que no me acuerdo.
No insistí. Con el aroma que desprendía, y el sabor que le daría a las patatas y las cebollas, era más que suficiente.
Juan siguió limpiando un par de pargos amarillos que había pescado por la mañana.
.- Hoy saqué dos del mar, por que algo me decía que no cenaría solo.
.-Caray Juan, sabe que… yo he cogido al salir de casa una botella de vino. También tenía esa sensación.
.-Vino tinto, supongo?
.-Pues si. De una región vitícola española que se llama Ribera del Duero.
.-Ah…
Me acerque al coche, abrí el maletero y observe las dos botellas que recientemente me habían llegado de España. Del maletín de mis enseres viajeros, cogí el sacacorchos y abrí la botella. Olfateé el corcho como si de un sommelier reputado se tratase y sonreí. Reír solo, es sinónimo de complicidad manifiesta.
Entre en la casa y una sinfonía de aromas indescriptibles se había apoderado de toda la estancia justo en el momento que empezó a hervir el agua. Juan se había apresurado a poner la mesa. Dos platos desiguales junto a dos tenedores que nunca tuvieron pareja. Dos viejos tazones esperaban el vino.
Lo serví, y le acerqué el suyo a Juan. Este, al lado del fuego controlaba los pargos a la plancha. Solo con sal gruesa por encima. Nada más. El propio jugo del pargo amarillo haría el resto.
Juan me habló de su vida. Del mundo del pescador que llega a viejo sin otra paga que una maltrecha embarcación, para ganarse su jubilación diaria, o lo que es lo mismo, seguir pescando para poder subsistir. Sin paga a final de mes, sin mujer ni hijos. En la soledad de sus cuatro paredes de madera y con una sensación de vacío enorme.
.-Cada mañana me cuesta mas salir de la bocana de la desembocadura para pescar algún pargo. Me canso amigo. La vejez, un buen día nos coge. Estamos desprevenidos para ello. Y ya no nos deja. Al contrario. Nos agota y nos quita aire, hasta que decide que todo se ha terminado…
Sus palabras, me las dice con una sonrisa que llena de complejidad su rostro. Sus ojos, no paran de moverse mientras hablamos. Las patatas y el pescado, nos han sentado muy bien. Un menú sencillo que pocos restaurantes son capaces de ofrecer. El vino ha resultado un complemento ideal. Nos sentamos junto al fuego y seguimos bebiendo y hablando.
.- Buen vino. Así que de Ribera del Duero… Una zona con muchos frailes, verdad?
Me sorprende su afirmación…
.-Como me dice esto, Juan.
.-Siempre oí decir que donde había frailes, se hacia buen vino
.-Ah…
Y así pasaron las horas, pero estas son implacables con el estar bien. Cuando nos despedimos, me regalo la mitad del tarro de las especies…
.-Así cuando cocines patatas te acordaras de mí.
Le di mano y lo abrace…
Mientras subía al coche, le dije…
.-Juan, aunque no cocine patatas en mi vida, jamás olvidaré estas horas que hemos compartido.
Antes de irme, en un momento de descuido, le deje mi segunda botella en la cocina y el equivalente a diez euros bajo la misma. En una nota le escribí…
“Amigo Juan, algún que otro fraile queda. Gracias”.
Para estas fiestas, espero que Juan le siga plantando cara a la vida. Ojala pudiese estar un poco mas cerca de el. Seguramente me invitaría a pelar cuatro patatas más.
(1)
Pallares Solsona. Marca de navajas que se encuentra en la población catalana de Solsona. Fundada en 1927. Desde hace muchos años, dos navajas de esta casa me acompañan en mis viajes.