Estos últimos días parece que tengo un imán para hablar con personas que se llaman Víctor…
A veces hablar en mitad de la calle hace que una conversación sea mas dispersa por aquello que uno nunca sabe cuánto tiempo va durar ese encuentro. Entonces se produce un efecto curioso. El que tiene ganas de hablar, lo hace rápido pasando de un tema a otro y el que quiere escuchar, no sabe si preguntar por si la indiscreción provocará el corte del mismo diálogo.
Siempre me ha gustado tomar un café con mi interlocutor. Me hubiera gustado hacerlo con Víctor, pero quizás cuando le entregue la fotografía en su casa, tengamos una charla más amena. No obstante, me dejó un buen sabor de boca sus frases para puntualizar los temas. Frases, que sin duda, por si solas merecerían una mención especial por su elocuencia.
Cuando me hablaba de sus inicios laborables allá por los años cuarenta, sus ojos parecían retornar a una época donde la desdicha era demasiado presente…
.- Aunque pasé hambre y miserias nunca tomé nada que no fuese mío.
Entonces me habló de sus achaques actuales y lo que opinaba de los políticos…
.- Todo son mentiras y falsedades.
.- Alguno bueno habrá, ¿o no?
.- Solo conozco promesas, pero no realidades.
.- Pero usted se ve bien de salud.
.- Tengo artrosis en una rodilla.
Entonces me recuerda que cuando podía haberse operado no lo hizo por la inseguridad que había en ciertos hospitales por las transfusiones de sangre. Y que uno al ser pobre no tiene las garantías de los ricos, con lo cual muchas veces terminan siendo experimentos por parte de ciertos médicos que se llevan la fama a costa de los pacientes.
.- Si al “Papa” le pasa algo, las eminencias están ahí para curarlo. Si me pasaba a mí… simplemente se murió, dirían. Y no pasa nada.
.- El pueblo siempre es el pasa todas las penas.
.- Así es. Hay que seguir con lo que tenemos.
.- ¿Cuantos años tiene usted?
.- Tengo 76 años a fecha de hoy.
Víctor fue ferroviario.
.-Mecánico de las locomotoras eléctricas del ferrocarril.
Cuando se jubilo, se compró un viejo cacharro y se dedicaba a subir a los cerros a comprar leche fresca que después vendía en el valle.
.- Así me sacaba unas monedas que siempre vienen bien.
Me preguntó por mi origen…
.- Nací cerca de Barcelona.
.- Sabe, yo tuve la oportunidad de ir a España. Pero no pudo ser.
Poniéndose la mano en el estomago me dijo…
.- Los viajes, hoy cuestan mucho y hay que comer.
No obstante viajo hace años donde vive su hijo…
.- Vive en Alemania. Cerca de Basilea. Un pueblo muy pequeño. Me invito a pasar cuarenta y cinco días.
.- ¿Y le gustó?
.- ¡Mucho! Sabe, allí hay un lugar que le conoce por la triple frontera. En un paso estas en Francia, en Alemania o en Suiza. Se pasa por detrás de la estación.
Me comenta que su hijo, para que conociera todo aquello, se dedicaba los fines de semana a sacarlo a pasear en auto.
Hablamos un buen rato más donde me comento ciertas leyendas sobre el “
cerro de la campana”. Una montaña que encandilo al mismísimo
Darwin, quien estando en la cubierta del “Beagle” cuando este se encontraba fondeado en el puerto de Valparaíso, diviso la cima desde el puerto de Valparaíso. Fue tanta su curiosidad que al final dedicó dos días para subir a la cumbre y poder estudiar sobre la marcha la orografía de dicha cumbre. El “
cerro la campana” debe su nombre a la forma de la misma asemejándose a una campana.
Víctor me cuenta que en la época de los conquistadores, salió un cargamento de oro hacia el puerto de Concón, pero que nunca llegó a su destino. Unos dicen que desapareció en la “
cuesta de la dormida”, otros que fue asaltado y se enterró en un lugar secreto. Los asaltantes, fallecieron posteriormente en otro enfrentamiento y nunca se llegó a saber donde se enterró el preciado tesoro. Al final nadie supo más de ello. Pero cierto huaso,(1) era conocido en la comarca por tener toda la boca con dientes de oro. Cuando visitaba al dentista siempre le pagaba en oro. Además de facilitarle el oro para la realización de sus piezas dentales.
.- Quizás encontró el tesoro perdido.
Me dice entre sonrisas. Me acercó su mano, nos despedimos con la promesa por mi parte de entregarle la fotografía y seguir hablando con más calma.
.- Siempre que puedo, hablo y escucho. Así, he aprendido muchas cosas de las que se.
Con estas palabras saliendo de su boca dejamos que las espaldas nos alejaran el uno del otro esperando ese reencuentro que no tardara en producirse.
1 (Huaso) Así se denomina al campesino de la zona central de Chile. Además también se denomina así a los jinetes que suelen participar en los rodeos chilenos. Similar al gaucho argentino, al vaquero estadounidense o bien al llanero colombiano.
El huaso chileno, no solo se dedica a la ganadería sino que también puede ser un agricultor. Cabe destacar el sombrero huaso.
Enlace aquí. Por cierto, muy parecido al sombrero cordobés.
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“Haciendo amigos”
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