Lo que no comprendemos, termina por ser un misterio.
Siempre me ha gustado la neblina. Ese pequeño misterio que encierra su peculiar mundo, donde nuestra imaginación es nuestro pasaporte para poder entrar en sus dominios. Donde hay neblina hay vida. Lo sabe el desierto y las zonas más inhóspitos del planeta. Con su paso se nutren de la humedad necesaria para recobrar la ansiada vida.
En algunos lugares también nos ofrece la vida, a los que solemos ir detrás de imágenes para captarlas y dejarlas fijadas en la eternidad que supone nuestro trabajo. Quizás terminen en un cuadro, dentro de un blog o simplemente en nuestro archivo personal para ser observadas en silencio mientras la propia neblina una y otra vez se apodera de los mismos rincones.
Uno de los momentos más especiales para mí, es cuando la propia neblina empieza a retraerse en una retirada majestuosa. Dejando entrever por unos instantes aquello que por ser cotidiano deja de tener el misterio que le da la propia neblina.
En algunos lugares también nos ofrece la vida, a los que solemos ir detrás de imágenes para captarlas y dejarlas fijadas en la eternidad que supone nuestro trabajo. Quizás terminen en un cuadro, dentro de un blog o simplemente en nuestro archivo personal para ser observadas en silencio mientras la propia neblina una y otra vez se apodera de los mismos rincones.
Uno de los momentos más especiales para mí, es cuando la propia neblina empieza a retraerse en una retirada majestuosa. Dejando entrever por unos instantes aquello que por ser cotidiano deja de tener el misterio que le da la propia neblina.
“Anécdotas”
Copyright © By Jan Puerta 2008
Texto y fotografías con copyride del autor.