Todos aquellos que pasáis por aquí a menudo, ya sabéis algunas de mis manías, fotográficamente hablando. Me gusta levantarme cuando el sol todavía brilla por su ausencia. Tomarme un café recién hecho en una vieja cafetera italiana y salir a la calle a dejarme seducir por todo aquello que incentive mis sentidos.
Nunca salgo de casa sin una cámara. Eso me lleva a encontrarme con algunos encuadres a los cuales no puedo renunciar. No sé bien como definir esos detalles que suceden sin que uno sea muy consciente de los mismos. El caso es que mi mirada, que por sí, ya es inquieta, busca en cualquier rincón u acción algo que me haga tomar una imagen y después, al visionarla tener la sensación placentera de ver algo que me gusta. Claro que mis gustos, son propios y no puedo pretender que los marchantes, se fijen el ellos de una manera positiva.
La última propuesta recibida por una colección de flores y plantas en blanco y negro, con una dedicación de más de dos años para realizarla, obtuvo muy buenas critica y una oferta tan despreciable que simplemente la obvie como se hace con los sueños que son pesadillas o las frases de aliento que esconden una critica destructiva a sus espaldas.
En fin, seguiremos buscando. Seguiremos fotografiando. Seguiremos… vivos.
La imagen de hoy, es una alegoría a mi facilidad por ver, observar y plasmar posteriormente lo visto. Solo ese encuadre cuadrado que tanto me gusta y que al momento de tomar la fotografía ya había “pre visualizado”. Por los demás, sin retoque. Tal cual salió del original RAW.
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