La muerte de una elefanta…
Frida, fue rescatada en su momento de un circo, quien según dicen la sometía a demasiadas vejaciones. Terminó sus días en un zoológico provocándole una eutanasia para evitar su sufrimiento, siendo este un cumulo de malas prácticas que derivaron en una enfermedad que día a día fue corroyendo su salud.
Los hombres tenemos esa sana costumbre ancestral de intentar someter al reino animal para demostrar nuestra estúpida superioridad.
De pequeño, fui un asiduo visitante del zoológico de Barcelona. Un día, me encontré con un pingüino al que le faltaba un ojo y que parecía tan desorientado como lo estaría yo en cualquier isla del pacifico sur en medio de una colonia de Pingüinos de Humboldt. Desde entonces, jamás volví a pisar un zoológico. Desde ese momento, deje de asistir incluso a las funciones de circo, quienes por aquel entonces, eran habituales los animales en sus “números”. Más tarde, empecé a seguir el mundo del circo, acompañando a más de uno, por días. Pero siempre y cuando ningún animal estuviera “domado” a la voluntad de quien obtenía beneficios de tal manera. Sigo actuando de la misma manera.
Hace un par de meses, visité al zoológico de Quilpué movido por la curiosidad al haber leído que una elefanta asiática liberada hacia años de un circo estaba en muy mal estado. No me gustó lo que vi.
Hice una sola fotografía, la que hoy público, y comenté en ese momento que no me había gustado lo que había visto.
Esta semana, Frida, se recostó en su costado y nunca más volvió a ponerse de pie.
Ojala aprendamos de nuestros errores y abramos cualquier jaula para que cada animal viva en el entorno que le corresponde y nunca bajo la tiranía del ser humano. Seamos humanos y demos ejemplo de ello con nuestro comportamiento.
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