La entrada de hoy, la publiqué en otra plataforma a principios de enero del 2008. Ayer domingo, intentando poner un poco de orden en un disco duro donde guardo algunos originales, encontré la imagen i decidí volver a publicarla.
A la mañana siguiente escribí la siguiente anotación en mi libreta de notas:
“Hay días, personas y circunstancias en nuestra vida que tal vez podrían haber cambiado nuestro presente si una de las dos partes hubiera dado un paso más de la cuenta”
Una madre con el futuro a sus pies…
Hoy domingo, es su día libre. Se levanta tarde, habla con sus hijos, mira la televisión y cocina para el deleite de Abel y Pedro.
No conoce la palabra ahorro y mucho menos el significado de una hipoteca a sus espaldas. Tuvo la suerte que la casa se la dejo en herencia sus padres. Fallecidos unos días después de separarse de su marido.
.-Tanto dolor en una misma semana no es bueno.
Dice mientras se le humedecen los ojos y acaricia con el índice y el corazón, el marco de la fotografía de sus padres.
.-Murieron en la carretera, en un accidente de bus. Se durmió el conductor y se despeñaron en una cañada.
Abel y Pedro, me miran con atención. Mis movimientos para hacerles una fotografía los hace ser mas curiosos. Observan la cámara que llevo cogida con la mano derecha y la correa alrededor de la muñeca.
Me invitan a jugar un partido de fútbol. Una explanada delante de la casa y dos cocos secos, hacen de campo y portería. La pelota, de cuero, gastada de mil puntapiés dados, nos hace sudar. Unos cuantos toques de balón después aparece Sofía con una limonada para los esforzados futbolistas.
Sofía, le debe su nombre a la reina de España. Su madre, siempre quiso que se llamase así. Incluso antes de nacer, -es la pequeña de ocho hermanos- le había comentado a su marido que si Dios les daba una hija, esta se llamaría Sofía. El, asintió.
En el pueblo Costarricense donde vive, es la única que se llama así.
Bebemos la limonada entre preguntas, respuestas, sonrisas e insistencias por parte de Abel y Pedro que se había de terminar el partido. Y así fue como después de un tiempo que no podía precisar, se me ocurrió dar por terminado el partido imitando el hipotético silbato de un árbitro.
.-Te quedaras a comer con nosotros?
Una pregunta que siempre me asusta, pero que en ocasiones deseo que me hagan por todo aquello que se habla y uno aprende.
.-Pues no se…
Sofía, se asomo a la puerta y me dijo:
.-Si no tiene ningún compromiso, podría quedarse a comer.
Parecía una conjunción de planetas alineados todos buscando lo mismo.
.-Pues no le voy a decir que no.
Me comento que desde la separación de su marido, ningún hombre había comido en casa. Los niños, no paraban de hacerme preguntas y yo hacia lo mismo. Un intercambio incesante de conocimientos nuevos para ambos.
Arroz con camarones y coco aliñado con una salsa que me dijo como la había preparado, -pero mi memoria olvido los ingredientes- pescado apanado y una gran fuente con ensalada. Bebimos limonada y hablamos hasta bien entrada la noche.
Hay días en uno quisiera asentar su viaje y dejar que la vida trascurra desde ese momento, en ese lugar.