Antecedentes…
Hace años una de mis mejores amigas desapareció sin dejar rastro. Una tarde de primeros de abril, la fui a buscar a su casa y simplemente no estaba. Su vecina me indicó que había salido a última hora de la tarde con dos grandes maletas. También observó a media tarde un pequeño camión de mudanzas que se llevó unas cuantas cajas, cuyo número y contenido no me pudo informar.
Algunos conocidos me dijeron que la vieron por Madrid. Cerca de “Callao”. Otros la ubicaron en la Plaza Real de Barcelona. Incluso, la vecina que conocía a mis padres de toda la vida, les dijo que le habían contado que la vieron en el barrio Sevillano de Triana, confundiéndose entre las paredes blancas con su clásico vestido ibicenco. Pero la delataban, sus dos grandes maletas.
En esa época yo vivía en un pequeño pueblo donde todos nos conocíamos aparentemente. El caso es que desde ese suceso todo fue diferente.
Unas semanas después, otro camión de mudanzas, no mucho mayor que el primero, se llevó mis cosas a media tarde. La vecina, desde su ventana lo observaba todo, aunque no creo que fuese capaz de adivinar el contenido ni el número de cajas. Parecía que todo se volvía a repetir con la diferencia que yo no buscaba alejarme de nadie sino finalizar una etapa caduca según pude constatar con el tiempo. Simplemente encontrar esos horizontes que uno sueña y necesita como preámbulo necesario de su propia formación.
Conclusión…
El tiempo, nuestro tiempo no tuvo nunca futuro. Pero cuando no lo entendemos, nos aferramos a imposibles haciendo de nuestro presente un autentico infierno de sentimientos. Lo único real de aquellos momentos previos a su partida.
Parte filosófica…
Hoy, solo son unos recuerdos que forman parte de nuestro eterno pasado.
Los años, se van acumulando. Dicen los médicos, que cuando uno tiene una herida, el propio tiempo tiene el antídoto para su cicatrización, aunque no desaparece nunca del todo, terminamos por entender y comprender que las cosas, fueron como sucedieron por algo. Esa sospecha, nos permite entender lo sucedido.
Resolución…
Años después, mi vida profesional me hacía perderme por estrechas calles donde la penumbra a veces se sonrojaba con pequeños matices de color. Mi cámara buscaba encuadres imposibles y detalles insospechados. En una de esas ocasiones escuché un susurro casi imperceptible proveniente de un ectoplasma que tomaba vida resaltando de una pared blanca. El susurro, pronunciaba mi nombre como hacía muchos años no lo sentía. Una carga emotiva de sensibilidad me hizo ver la figura desdibujada de ella, bebiendo un vaso de granadina. La escena, irreal en esencia, fue difuminándose mientras una pregunta seguía flotando en ese entorno… ¿Lo entiendes, verdad?
Basado en una historia real.
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