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sábado, 19 de septiembre de 2009

Amanece la espera

Algunas mañanas están hechas para sentarse en cualquier lugar y esperar algún símbolo ocasional que me indique, que camino es el más apropiado para empezar a caminar. Un solitario banco me acoge por segunda vez…
En esos momentos de espera el termo se ha vuelto un elemento imprescindible. Forma parte de un ritual donde el primer sorbo me devuelve a una realidad donde todo lo que observo nutre mi necesidad de estar donde estoy.
Observo el entorno y la calma que me envuelve solo se rompe por la naturaleza indomable del Pacifico. Las calles a mi espalda siguen desiertas y las olas cumplen el propósito de mantener en equilibrio todo lo que ante mi acontece. Los primeros pelicanos, inician su lento despertar buscando los mejores rincones donde situarse. Los cormoranes negros no madrugan tanto. Las gaviotas despiertan sin mucha prisa.

Él día tiene unas tonalidades grises. Opacas pero llenas de una luz que me permite enfocar y disparar mi cámara viviendo unos contrastes lumínicos tan especiales que una sola fotografía me sabe a poco. Abro la libreta y anoto alguna idea suelta. Una leve brisa me hace recordar las mañanas más frías. Aquellas que la petaca y un sorbo de brandy o de güisqui, se agradece. Hace tiempo que está guardada. Jubilada en espera de tiempos mejores.
Sigo tomando notas y me parece un buen momento para escribir una carta a mi amigo Fernando Portillo. Ya sé que un mail lo acerca todo más rápido. Pero ese espacio de días que tarda la carta en cruzar todo un océano para llegar a su destino, le da un toque casi épico a una simple carta. La inmediatez del mail me parece una absurda paradoja que roza la estupidez en mi vida. Mi bolígrafo “Bic cristal”, ese que sigue escribiendo normal, pero en negro, componen las primeras palabras… Apreciado Fernando…
Al tiempo que voy escribiendo, bebo sin darme cuenta, dos vasos de té. Termino la carta. Más tarde buscaré una oficina de correos. Ahora sigo esperando mi señal. Algo que suceda. Algo inesperado que me llame la atención y me haga levantar sin ninguna duda. Así empezare a caminar en la dirección comprometida. Cierro la libreta y dejo de escribir por ahora. He de estar más atento.

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“Amaneceres personales”
Copyright © By Jan Puerta 2009
Texto y fotografías con copyride del autor.

6 comentarios:

  1. Ha sido como estar en ese banco acompañándote a escribir esa carta!...
    gracias por el momento compartido.
    Buen fin de semana.

    saludos!

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  2. Es una bonita forma de comenzar una mañana, Jan.

    A lo largo de mi vida, he tenido pocas ocasiones de hacer lo que tu. Siempre iba con prisas y con el rumbo fijo de acudir a mi trabajo. Todo programado, todo previsto.

    Ahora, algunos días hago lo que tu y es muy gratificante.

    Seguro que Fernando Portillo agradecerá tu carta más que un email. Hemos perdido esa costumbre de escribir cartas a nuestros seres queridos, familiares, amigos...

    Quizás sea hora de recapacitar y volver a lo básico.

    Un fuerte abrazo.

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  3. A veces lo que vemos es tan bello que buscamos excusas para que la vida se pare.
    Besitos al amanecer.

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  4. Bonita paisagem.
    Parece um bom sítio para parar e contemplar...

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  5. Hoy justamente, me preguntaba junto al Mar Atlántico, como verías tu este amanecer...

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  6. Espero ya esa carta cual colegiala atisbando la llegada del cartero cada mañana, amigo Jan. La leeré frente a la foto del banco donde la has escrito.

    Un abrazo

    Por cierto ¿Cómo se vota en el Premio Bitácoras.com?

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Apreciados amigos…
La gestión del tiempo es uno de mis problemas. En la medida de lo posible, contestaré vuestros comentarios.
Un abrazo