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martes, 29 de septiembre de 2009

La divina providencia

Seguimos recuperando y remasterizando notas de una de mis libretas de anotaciones…
Podría, podría, podría haber sido. De haber podido, seguro que todo sería distinto. Tal vez. No sé… no sé.
Menudo verbo el poder. Y más en su excepción facultativa de… ¡podría!
Pensemos y razonemos por que podemos. Hagámoslo sin esfuerzo, porque no es necesario tal menester. Simplemente razonemos y que sea lo que la divina providencia quiera.
Caminaba sin saber muy bien hacia donde me dirigía. Parecía un poseso interiormente hablando pero cuerdo en apariencia de quien pudiera observarme. Al menos, mi experiencia personal me había enseñado a pasar desapercibido a los ojos de los demás. Otra cosa eran mis temores internos que no paraban de hacerme preguntas. Algunas de ellas parecían fáciles de responder. Sé, que a la mayoría a quien se las contase, me dirían que solo eran nimiedades sin importancia. Términos de duda relativas que el saber o no su respuesta tampoco ejercería ningún tipo de influencia sobre la personalidad... Algo tan de moda incluso para los más escépticos en la materia.
Me detuve unos instantes frente al portón de madera. Sin reloj que sustentase mi tesis pensé que podrían ser las diez cincuenta y cinco de la mañana. Quizás era él perro que siempre quise tener. A lo mejor era la terraza de mi casa.
Pero al alejarme de aquella realidad alguien a quien pregunté, me dijo que eran algo más de las seis de la tarde. El perro, tampoco era el mío. Y la casa era de unos veraneantes ingleses que venían de vez en cuando.
El caballero que amablemente me informó de estos detalles, también le pregunté si por casualidad él que se veía ilustrado y con seguridad en sus respuestas, me podía informar de que se trataba la divina providencia…
.- Amigo, Platón ya afirmaba su existencia. San Agustín rizaba el rizo al definirla como “providencia de la divinidad”. Otros como Juan Damasqueno (mas adelante canonizado) quien repartió su fortuna entre los pobres y hoy en día esta venerado en un icono en el monte Athos estaba empeñado en descubrir los dogmas cristianos entre los cuales se encontraba el nuestro. También se le relaciona con el cuerno de la abundancia. Otros, le dan apariencia de mujer entrada en años venerando su santidad. No sé si me explico.
.- Amigo, quedo boquiabierto de su sapiencia. Me descubro y le rindo admiración y algo de pleitesía.
A lo que me contesto…
.- No lo haga amigo. Solo lea más a menudo. Una enciclopedia es una buena herramienta. En desuso, pero buena para saber las cosas básicas de nuestra existencia. Incluida la santa providencia.
.- Con un ¡ah! interjectivo –por mi parte- nos despedimos sin más. Don Fernando siguió su camino y yo también. La diferencia entre ambos radicaba en que él sabía a dónde dirigir sus pasos mientras que yo, pobre de mí, buscaba donde diablos estaba la mía.

Esta conversación ficticia, pero real en forma pagana, la mantuve oníricamente con Fernando Portillo. De quien en otras ocasiones he hablado en este blog. Me honra su amistad y la distancia no nos permite tener charlas como esta. Menos mal que aun existen los sueños y la imaginación. Sus entradas y su gran personalidad son para mí en más de una ocasión la divina providencia.
Copyright © By Jan Puerta 2008
Texto y fotografías con copyride del autor.
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13 comentarios:

  1. Bon día Jan:
    M´agrada aquest relat, la seva filosofía savia.
    Mira la Providencia, va fer que mitjan el teu blog,ahir vareig coneixer la Montserrat Sala.
    No ser si ferte els comentaris en català o en espanyol.
    Et saludo cordialment.

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  2. Lo malo de las enciclopedias es que son muchos tomos y muy gruesos, jajaja!

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  3. La Montserrat Llagostera m'ha descubert
    perque jo amic Jan, et segueixo puntualment cada dia. I cada dia et trovo més savi, més humà i millor croniste. Pensaba que jà havies trobat aquell editor que tan fervenment estàs buscant perque, per uns dies vaig veure que treies cròniques del teu rebosost particular i ben nutrit. Endavant amic, i gracies!

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  4. no se como calificar tu trabajo, son verdaderos articulos, de esos que me gustaria leer en un suplemento dominical de domingo, de esos que te da gustito leer en papel imaginando lo descrito,

    por cierto portillo es un tio grande

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  5. Me pasa lo mismo, me encantaria disfrutar de estas lecturas, pausadamente, soportadas en papel, imaginando la historia que luego invita al comentario de sobremesa, coronando una buena tertulia.

    Abrazos :)

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  6. Muchas ocasiones hay en que el simple recuerdo de una amistad, ayuda en la soledad o el mal trago de un determinado instante en la vida.
    Eso es lo mejor de la amistad, contar con su cálido apoyo, incluso en soledad.

    un abrazo

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  7. La Divina Providencia está bien, pero encomendarle nuestro futuro ya es más discutible.

    En mi opinión, debemos ser nosotros los que tenemos que oriejntar nuestros pasos en la vida. Eso sí, que la Divina Providencia nos asista.

    Tu canto a la amistad, a esa amistad, me parece muy bello, Jan.

    Un fuerte abrazo.

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  8. Mi querido Jan. No tengo oro ni plata, pero te voy a dar lo mejor que tengo.

    Asi que te recomiendo que, cuando buenamente puedas, leas un librito.

    Su titulo: "De la divina providencia".

    Su autor: nada mas y nada menos que...Lucio Anneo Séneca.

    Disfrutarás, amigo, seguro. Ya me contarás.

    Un abrazo.

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  9. Este perro parece el vigía de un barco que atraca en puerto extraño. Quizá sea así, siempre.

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  10. Hola Jan vengo a agradecerte la visita que hiciste en el blog (digo el blog porque no me gusta la palabra mi pues no lo considero mio ) y me he encontrado con este blog del que estoy segura leyendolo cuando mi tiempo lo permita voy a poder enriquecerme culturalmente pues cada día que pasa me doy cuenta de lo poco que se. Sólo dado la hora que es ya pasadas las 12 he podido leer esta entrada la cual me ha gustado mucho , pero lo estaré visitando . Un abrazo.

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  11. Me encantan esas charlas tranquilas y reposadas con un buen amigo, en las que un minuto tarda media hora en pasar.

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  12. ¡Santo Dios! Querido Jan, me encantaría ser la Divina Providencia para armarme de rayos fulminadores y salir a cazar vigilantes de la ORA. Y si por el camino me encuentro a un tipo que va pensando solo, creyendo que no sabe a dónde va, pedirle que me tire una foto y contarle mi rollo. Y a lo mejor acabamos caminando juntos hacia ninguna parte, disparando fotos y rayos fulminadores aquí y allá y diciéndole burradas a las chicas: ¡Qué divertido!
    Un abrazo, amigo.

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  13. Sr Platón, digo Jan Puerta

    Dando este onírico paseo entre cavilaciones filosóficas he vuelto a encontrarme con usted.
    Y me alegro mucho de saludarle.

    Un abrazo

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La gestión del tiempo es uno de mis problemas. En la medida de lo posible, contestaré vuestros comentarios.
Un abrazo