Bienvenidos

Cada día del año se publica una nueva entrada en este espacio. ¡Gracias! por vuestra presencia!

viernes, 13 de junio de 2008

La tienda

Era una noche húmeda…

.-Dímelo a mi que vivo en la calle! No te jode, el lumbrera este, Seguro que tiene el puesto seguro…

Juan se perdió en las sombras de la noche. Botella en mano. Balbuceando como lo hacían los poetas faltos de musa. Declamando palabras incoherentes y sueños rotos.

Su vida se había vuelto simple. Despertaba con el subir de la persiana metálica de la tienda de licores. Era el primer cliente de cada mañana.

Entraba sin despertar como un sonámbulo fuera de su horario y se dirigía hacia la estantería donde el tetra-brick de vino peleón esperaba su mano amiga. Parecía un autómata o un ciego que se había aprendido un itinerario por haberlo recorrido miles de veces.

Una vez delante de la caja, rebuscaba entre sus bolsillos intentando juntar el euro cincuenta que necesitaba para desayunar…

.-Virgencita, ayúdame a encontrar las monedas que me faltan.

Repetía en voz sumisa ante la indiferencia del vendedor.

.-Son un euro cincuenta. Si no lo tiene, aquí no fiamos.

El milagro se producía y salía con la avidez cubierta hasta la noche. Sus pasos lo llevaban hasta el parque donde residía. Pero el sol, salía por el oeste, así que debía desplazarse hasta el otro lado del mismo, para poder sentarse en un banco y degustar su manjar con los primeros rayos de sol sobre su cuerpo…

.-Debo de ir más deprisa o esos “jubilatas” me quitaran el banco bueno.

El tiempo pasa siempre deprisa. La mañana desaparece en un santiamén. El comedor de beneficencia lo acoge con sonrisas. Se encuentra con su amigo Ernesto. Un simpático abuelo venido a menos pero con la honra bien alta por llevar su caso con dignidad. Se sientan juntos. Un plato de sopa de fideos con algún que otro trozo de pollo, un filete que parece ser merluza acompañado de ensalada, un buen trozo de pan y una manzana enorme compone su comida.

.-El vino lo pongo yo!

Dice alborozado. Su amigo le insta a no levantar la voz. No se permite el alcohol en el comedor. Lo dice bien claro en un letrero a la entrada del local.

Comen, hablan y sonríen. Se cuentan mil cosas y mil mas quedan en el tintero verbal de sus coloquios. Se levantan como si en un restauran o fonda se encontrasen. Dan gracias a la señora que recoge su bandeja, vacía de viandas y platos relucientes como patenas al tiempo que van hablando de nuevos proyectos…

.-Yo, hoy pienso ir a “preciados”. Inauguran una exposición de arte y seguro que en la puerta algo me llevo… Por que no te vienes?

Se alejaron juntos. Se separaron dos horas después. Ernesto dirigió sus pasos diarios de atardecer hacia el albergue que lo acogía desde que sus hijos le perdieron la pista. Juan hacia su tienda preferida, donde la indiferencia del dependiente le volvió a reclamar el euro cincuenta de su néctar nocturno.

.-Si, si, ya se joder… Aquí no se fía! Como si no me conocieran de cada día.

Al salir, recogió varios cartones. Con ellos bajo el brazo, cruzó su mirada con la impertérrita del busto de Larra. No se dijeron nada. Como cada noche, la catedral de la Almudena acogería sus huesos…

"Relatos y fragmentos"

Copyright © By Jan Puerta 2008

Texto y fotografías con copyride del autor.

janpuerta@gmail.com

2 comentarios:

  1. El relato es excelente , como ya es habitual en ti ...Aquí lo preocupante , desde mi perspectiva que es que hay muchos Juanes ...y que faltan análisis sociales, sociológicos , sobre estas persoans ..porque las caudsas son muy variopintas ...incluso , casos , como bien sabes, ..que optan por un tipo de vida así , por gusto ...si los llevas a un albergue se mueren ..y si les das trabajo , no lo quieren ...Hay que estudiar porque ocurre eso ...

    ResponderEliminar
  2. Que relato más real, fuerte, sensible....
    BESITOS

    ResponderEliminar

Apreciados amigos…
La gestión del tiempo es uno de mis problemas. En la medida de lo posible, contestaré vuestros comentarios.
Un abrazo