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martes, 11 de agosto de 2009

La hija de la bota y el mocasín

Parte I
Parte II
Pequeño relato inquieto, para una niña cansada

Parte III

Es martes. Hoy volveré a ver a mi nieta. Le seguiré explicando lo acontecido con la bota y el mocasín. Dos desparejados por diferentes circunstancias que un día se encontraron juntos…
Aproveche los espacios publicitarios para servirme otro café y comprobé que tanto la bota como el mocasín descansasen lo suficiente. El mocasín a pesar de su juventud, roncaba. La bota, parecía no inmutarse y tenía una sonrisa extraña dibujada en la comisura de su caña.
Me acosté en el camastro y me quedé dormido con la televisión prendida.
Por la mañana el mocasín seguía sumido en una profunda crisis de tristeza, melancolía y ese miedo que suele adueñarse que quien de pronto se queda solo sin entender nada de lo que le pasa. La bota, intentaba en vano consolarle explicándole su caso.
.- Hace muy poco me pasó algo parecido. Un buen día amanecí sola. Pero el tiempo nos enseña que todo en esta vida es circunstancial. Efímero. Incluso a veces muy poco consistente.
.- Si. Seguro que tienes razón. ¿Pero que será de mí ahora?
Su pregunta encerraba el miedo a la soledad. La incertidumbre de los días venideros…
.- Que voy a hacer a partir de hoy. Sola, sin mi pareja de toda la vida. Sin mi señora Maritza que con tanto mimo nos limpiaba y cuidaba. Sin esos paseos suyos por el parque, sin un propósito claro en esta vida. ¡Ay, que será de mí!

La bota me miraba buscando un poco mas de complicidad por mi parte. Pero la verdad es que no sabía muy bien que decir. Yo pensaba que si antes tenía un problema, ahora eran dos. Además, cuando mire la suela del mocasín y leí que estaba fabricada en una empresa italiana, la distancia se me antojaba difícil de salvar. Muy difícil si hemos de ser honestos.
Le hice gestos a la bota que no se preocupase. Que la dejase sola por un momento…
.- Acompáñame a buscar el desayuno. Con el estomago lleno, todo se ve mejor.
Mientras encargábamos el desayuno aproveche para hablar con la bota…
.- ¿Y ahora que hacemos? ¿Seguimos hasta la fábrica?
Tras un instante de reflexión me contestó…
.- No se si sería conveniente. Sabes, imagínate que yo tuviese la fortuna de encontrar a mi homónima o que el mismo fabricante tuviese el detalle de fabricarla utilizando solo el molde izquierdo. El pobre mocasín sin duda se sentiría mas solo de lo que ya está.
.- Visto así tienes razón. Pero ¿no te importa posponer tu búsqueda?
.- No. Mejor regresemos a casa y ya veremos que se nos ocurre.
Almorzamos sin prisas. Al terminar subimos en el auto. Nos dirigimos de regreso a nuestra casa. La idea inicial era acompañar al mocasín para qué no se encontrase tan mal en esos primeros momentos de pérdida y averiguar si le quedaba algún allegado vivo para ponernos en contacto con los mismos y saber si lo podrían acoger.
Nada mas llegar, el resto de los zapatos de la casa habían preparado una pequeña fiesta sorpresa. Aunque esta duró poco al escuchar la historia del mocasín. Entre todos arroparon al nuevo miembro mientras la bota se quedaba a conversar conmigo.
Empezamos a buscar a los pasibles parientes pero el resultado fue negativo. Pasaron los días y la resignación se hizo cada vez más latente en él. La tristeza empezó a dejar paso a las tímidas sonrisas que entre todos intentábamos arrancarle. Empezó a sentirse cómodo en casa.
A los pocos meses, el mocasín sonreía abiertamente y la bota no se separa de su lado. El vínculo amistoso terminó por convertirse en un cariño especial entre ambos. Decidieron poner fin a su etapa de desparejados y formar una familia.


Epílogo

Cuando me lo comentaron, me pareció una excelente idea. Incluso les dejé un anexo al invernadero para que pudiesen rehacer sus vidas.
Antes de finalizar el año, aumentaron la familia con la llegada de una suela de zapatilla deportiva. La noticia hizo olvidar los malos momentos vividos.
Hoy en día los veo pasear por el parque con su retoño creciendo entre numeraciones europeas y americanas.
Ante la imposibilidad de encontrarme con la nieta que nunca tuve se me ocurrió escribir la historia y enviársela para que la pudiera leer con más calma. Espero que le haya gustado.
Copyright © By Jan Puerta 2008
Texto y fotografías con copyride del autor.
janpuerta@gmail.com

6 comentarios:

  1. Y al final fueron felices y comieron perdices. Ha sido un cuento no sólo original sino también enternecedor y sobre todo me gusta que acabe bien, como los de antes. :)
    Besazos, cuentista.

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  2. Lo dije: lo del mocasín tenía que terminar mal; un zapato de cordones nunca hubiera tenido semejante vástago.

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  3. Fernando Portillo tiene razón. Seguro que la suela será, además, rapera.

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  4. Se te da muy bien explicar cuentos.. Con el añadido de que acaban bien ...¿Has pensado buscarle pareja a la suela de zapatilla deportiva? Una zapatilla de bailarina, por ejemplo...

    Besos de buenas noches, aqui, Jan...

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  5. Amigo, tus cuentos siempre me reconfortan y me acompañan en mi viaje, todo un privilegio, no lo dudes.

    Un abrazo

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  6. Bueno, bueno... La bota y el mocasín formaron pareja y hasta ¡tuvieron descendencia! Qué cuento más tierno. Besotes, M.

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